Halcones y palomas
Las fiestas de San Cayetano y de la Virgen de la Paloma, las fiestas de agosto de Lavapi¨¦s, el Rastro y Latina, se ganaron en buena lid los laureles de ser las m¨¢s castizas y populares de Madrid, fiestas del pueblo, fiestas de los pobres, castigados sin vacaciones en la playa y condenados a pasar los rigores del est¨ªo asomados de d¨ªa a los patios de las corralas y buscando por la noche la presunta fresca de las calles estrechas y las plazuelas m¨ªnimas.
San Cayetano es el santo del Rastro, que tiene a su h¨¦roe, santo laico, en Eloy Gonzalo, alias Cascorro, hijo de la Inclusa, recluta a la fuerza, apadrinado a t¨ªtulo p¨®stumo por los que pueblan las riberas de Curtidores. La Virgen de la Paloma, patrona real de Madrid adoptada por el pueblo en detrimento de la oficial de la Almudena, es tambi¨¦n de origen humilde, tanto o m¨¢s que el soldadito pir¨®mano de Cascorro, porque tambi¨¦n fue una virgen abandonada, arrojada a una carbonera con un mont¨®n de trastos viejos para hacer le?a. La imagen, un cuadro de la Virgen de la Soledad, se salv¨® de la quema gracias a una paloma muy famosa en el barrio, tal vez emparentada con el Esp¨ªritu Santo, que llam¨® la atenci¨®n de los vecinos para que acudieran al rescate.
De v¨ªrgenes y cristos abandonados y recuperados milagrosamente por campesinos piadosos, pastorcillos, se nutre una buena parte del folclore y de la iconograf¨ªa religiosa popular en Espa?a; en la Comunidad de Madrid, por no ir m¨¢s lejos, hay unos cuantos ejemplos.
La Virgen de la Almudena tambi¨¦n naci¨® fruto de un hallazgo milagroso, pero se le notaban ya ciertos aires de grandeza, porque busc¨® ser encontrada en las cercan¨ªas del Palacio Real, en un barrio aristocr¨¢tico y burgu¨¦s. Hay v¨ªrgenes que se aparecen para ser adoradas en grandiosas bas¨ªlicas y catedrales, y honradas con fervorosos oratorios y cantatas, y otras que se conforman con una capilla y una zarzuela.
La verbena de la Paloma es el auto profano, el gran sainete y el cantar de gesta, apoteosis del peculiar¨ªsimo casticismo del foro con sus curiosos h¨¦roes y arquetipos, el chulo, muy chulo, pero de buen coraz¨®n, el viejo boticario dips¨®mano, opi¨®mano y acosador de jovencitas y, por fin, una mujer honrada pero de armas tomar, referente ¨¦tico en este desmadre verbenero con final feliz.
En la calle de la Paloma vivi¨® don Diego Torres de Villarroel, matem¨¢tico catedr¨¢tico y esot¨¦rico, autor de hor¨®scopos y calendarios, genio y charlat¨¢n, p¨ªcaro pobre entre pobres p¨ªcaros que escribi¨® su mejor obra al poner por escrito las p¨¢ginas de su vida. Al Gran Piscator de Salamanca, extravagante t¨ªtulo que entre otros se adjudicaba don Diego, le concede el cronista Pedro de R¨¦pide el t¨ªtulo de ser el primero que puso en letras de molde el nombre de su calle, 'en la que viv¨ªa miserablemente lav¨¢ndose en el pil¨®n del patio la ¨²nica camisa que ten¨ªa'. Aquel d¨ªa que se inscribi¨® en los anales de su autobiograf¨ªa fabulosa, don Diego se acicalaba para visitar la casa de la condesa de los Arcos en la calle de Fuencarral, con la que se hab¨ªa comprometido para expulsarle con ensalmos, conjuros y exorcismos unos duendes muy maleducados que se hab¨ªan instalado en ella.
Las verbenas de San Cayetano y la Paloma vienen este a?o envueltas en pol¨¦mica, la vieja y eterna pol¨¦mica entre los que quieren dormir y los que quieren festejar. Las autoridades municipales, que no conocen los matices, ni los t¨¦rminos medios, o hacen la vista gorda o descargan todo el peso de la ley sobre los infractores. Nada de decisiones salom¨®nicas, ni pactos, ni contemplaciones; este a?o no habr¨¢ m¨²sica en la calle, ni altavoces, ni actuaciones en directo de m¨²sicos callejeros como propusieron los propietarios de los bares. Otra propuesta original es la de programar todos juntos una especie de hilo musical que suene al mismo tiempo en todos los bares evitando el ruido y la confusi¨®n, tambi¨¦n ha sido desestimada por los mun¨ªcipes partidarios de la ley del silencio, que s¨®lo han abierto la mano de los decibelios para las ruidosas atracciones de los feriantes, la serenata de la t¨®mbola y la sirena de la noria. Si quieren m¨²sica, el Ayuntamiento est¨¢ dispuesto a financiar una charanga que perturbe el descanso matutino de los noct¨¢mbulos festejantes.
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