?LEX DE LA IGLESIA APUNTA... Y DISPARA
El director ha renunciado a las glorias del verano para acabar la posproducci¨®n de '800 balas', filme sobre los especialistas de 'spaghetti westerns' que sobreviven en Almer¨ªa. ?l mismo cuenta la agon¨ªa de un trabajo apasionado en el que se lo juega todo.
'Yo me juego la vida -y la de los dem¨¢s, algunas veces- rodando una secuencia. ?Lo sabe la gente?'
Es verano en Madrid. Hace m¨¢s de cuarenta grados y por alguna raz¨®n que no recuerdo, carezco de aire acondicionado. Las gotas de sudor me hacen cosquillas, en su incierto viaje por mis formas oblongas, refugi¨¢ndose en ocultos michelines inexplorados por el hombre. Escribo estas l¨ªneas en calzoncillos, ¨²nica vestimenta posible si se desea sobrevivir a este calor inhumano. Mi aspecto es cada d¨ªa m¨¢s deplorable, si cabe. Me estoy asilvestrando: no llevo calcetines, ni me peino. Me da la sensaci¨®n de ser el ¨²ltimo habitante de la tierra, el hombre omega, superviviente a la cat¨¢strofe nuclear definitiva. Los dedos resbalan sobre las teclas del ordenador, h¨²medas por el sudor radioactivo que se desprende de mi ce?o fruncido. La mesa es un bosque de ceniceros rebosantes de colillas, bolsas de patatas saladas sabor jam¨®n, libros que pretendo leer y nunca pasar¨¦ de la primera p¨¢gina, guiones que jam¨¢s ver¨¢n mis ojos, enrojecidos por el insomnio. La pregunta obvia es: ?Porqu¨¦ no abandonar Madrid, y refugiarse en un lugar fresco, frondoso, h¨²medo incluso, donde mis maltrechos pies chapoteen alegres entre las olas, y la brisa del mar acaricie mi vientre desproporcionado? ?Porqu¨¦ no escapar a Islandia, a Finlandia, a Disneylandia? Esa es la pregunta, y no puedo responder m¨¢s que con una rotunda negativa. No. No puedo. Estoy aqu¨ª en Madrid, encerrado en mi casa, atrincherado tras las persianas bajadas, porque tengo una misi¨®n. S¨ª, como los jesuitas en America evangelizando a los pobres incas, como Armstrong volando hasta la luna, o como Chuck Norris en Vietnam, salvando a sus colegas prisioneros. Se me ha encomendado una misi¨®n y no puedo abandonar ahora. S¨ª, amigos, voy a acabar la posproducci¨®n de 800 balas y voy a hacerlo a toda potencia. El cansancio, el agotamiento, la desesperaci¨®n son palabras huecas en mis o¨ªdos. Soy una piedra, una piedra constante, cabezona, dispuesta a llegar hasta el fin, soy un buda de granito de cuarenta metros de alto inmune a los ataques integristas. Pero, ahora, desde mis piernas cruzadas, mi amplia sonrisa y mis colosales orejas colgantes, veo el camino recorrido, y lo que falta todav¨ªa.
Hacer una pel¨ªcula, escribir un libro, elegir un restaurante: son ¨¦se tipo de empresas humanas que te definen, que te dibujan a fuego en el asfalto recalentado, como si fuese tu sombra. Uno es lo que hace, ni m¨¢s ni menos. Eso es algo que he aprendido con el tiempo. Uno nunca es lo que pretende, tristemente. Uno tampoco es lo que los dem¨¢s ven ¨¦l, afortunadamente. Uno es lo que demuestra ser. El cine es una ¨¦tica, una disciplina moral. Una pel¨ªcula dice TODO de su director, le explica, le justifica o le hunde en el m¨¢s sucio de los fangos. Yo soy, para bien o para mal, mis pel¨ªculas. Guardo en el interior de mi alma entumecida todos sus defectos, sus arritmias, sus exageraciones, sus fisuras. Yo soy el culpable, el culpable total de todo. No hay medias tintas. Mi pel¨ªcula llega hasta donde llego yo. Si progreso como persona, mejorar¨¦ como director. Enti¨¦ndanme bien. No estoy hablando de un progreso hacia una hipot¨¦tica bondad, abandonando los tortuosos caminos del pecado. No. Hablo de aumentar la capacidad del disco duro, de mejorar en contenidos, sean del tipo que sean. Pues bien, desde esa perspectiva, intentar¨¦ explicar c¨®mo es mi pel¨ªcula. Mejor que las anteriores, sin duda. Cuento mejor lo que quiero contar. Esto lo digo con aplomo. ?Y qu¨¦ diablos quiero contar? ...Necesito un respiro. Este tipo de introspecciones en carne viva pueden llegar a agotarme, pero creo que, de alguna manera, son necesarias. Somos creadores p¨²blicos, no 'artistas' con un complejo mundo interior, sedientos de festivales y canap¨¦s. Debemos explicar en qu¨¦ diablos consiste esto de hacer cine, qu¨¦ diablos pasa por nuestro cerebro, cu¨¢les son nuestras preocupaciones, nuestras frustraciones. El p¨²blico que nos soporta y nos mantiene se lo merece. Basta ya de petardeo, por Dios. Eso no es cine. Este negocio es complicado, cada d¨ªa m¨¢s, y cuanto m¨¢s se sabe m¨¢s miedo se tiene, y m¨¢s complejo y resbaladizo es el juguete.
800 balas es la historia de un tipo que es capaz de todo por vivir como a ¨¦l le apetece. Un tipo que vivi¨® una ¨¦poca perfecta, donde todas las noches eran una fiesta, y los d¨ªas un mundo fant¨¢stico, lleno de batallas, h¨¦roes y leyendas. Pero un d¨ªa ese mundo desapareci¨®. Todos se fueron y se qued¨® s¨®lo, en ese decorado vac¨ªo y polvoriento. En su locura, decidi¨® refugiarse tras las fachadas de madera y no salir jam¨¢s. Malviv¨ªa divirtiendo a turistas, convirtiendo su arte en farsa. ?Mejor eso que desaparecer en las fauces de la mediocre y monstruosa realidad! Un d¨ªa hasta eso peligra: su est¨²pido para¨ªso de cart¨®n piedra va a ser destruido, y tiene que plantar cara a la bestia para que no le engulla.
Eso es lo que cuento en 800 balas, soberbiamente interpretado por el genial Sancho, mi amigo, mi maestro, mi sue?o. Sancho ES exactamente lo que yo quer¨ªa, pero m¨¢s. M¨¢s porque ha puesto mi alma en la pantalla, pero sobre todo la suya. Sancho ha dado lo mejor de s¨ª mismo hasta niveles inconcebibles. S¨ª, suelo ser un tipo exagerado, pero por favor, cr¨¦anme esta vez. Gracias a Sancho, la historia cobra vida, pilla peso, no s¨¦, es como si Sancho le inyectara verdad a cada plano. De acuerdo, me estoy implicando demasiado, pero, qu¨¦ demonios, ?No es precisamente ¨¦so de lo que va este negocio? Yo me he jugado y me juego la vida -y la de los dem¨¢s, algunas veces- rodando una secuencia. ?Lo sabe ¨¦so la gente? ?Saben que para rodar un plano la gente se juega la vida? Siempre parece que todo sale bien. Pero ?qui¨¦n sabe si esta vez, esta vez, precisamente, es la que algo falla? A veces arriesgo demasiado. Algunos me preguntan ?porqu¨¦ ruedas acci¨®n as¨ª? ?Porqu¨¦ no lo haces m¨¢s sencillo? ?Porqu¨¦ tiene que ser real? No s¨¦ responder esta pregunta con argumentos, s¨®lo con sensaciones. Tiene que ser as¨ª porque as¨ª me lo he imaginado, y tengo que forzar el carro hasta hacerle saltar chispas si quiero que la diferencia entre lo que he so?ado y lo que he rodado no me rompa el alma. Siento que debe ser as¨ª. As¨ª es el negocio. Si no, es mejor dejarlo. Quiz¨¢ a otros no les cueste tanto esfuerzo, a m¨ª me hace sudar tinta.
Otra cosa que quer¨ªa contar en 800 balas es que en este mundo es posible divertirse. Y eso tambi¨¦n creo que lo he contado bien. Creo, adem¨¢s, que la ¨²nica manera de hacerlo plenamente es asumir las consecuencias. 'Hay que aprovechar los intervalos entre putada y putada', dice Sancho, en la pel¨ªcula. 'No divertirse cuando uno puede es el mayor pecado del mundo'. La pel¨ªcula, por tanto, tambi¨¦n es una comedia salvaje, una comedia loca. ?Puede convivir eso con secuencias dram¨¢ticas? Algunos grandes lo consiguieron. Yo necesito contarlo as¨ª, en una ensalada terrible, porque as¨ª me funciona la cabeza. Necesito haberme re¨ªdo para llorar con ganas, y la risa sabe mejor si se ha sufrido. No s¨¦. Tambi¨¦n creo que la vida es as¨ª. Evidentemente no es una comedia, pero algunos acontecimientos pol¨ªticos lo parecen. Y sin embargo, mir¨¢ndolos desde otro ¨¢ngulo, son angustiosamente tr¨¢gicos. Sobran ejemplos.
Termino ya. S¨®lo quer¨ªa deciros que la posproducci¨®n va de perlas, y que tengo unas ganas horrorosas de acabar la pel¨ªcula para que disfrut¨¦is de ella. Cuando alguien me dice sinceramente 'me gust¨® tu pel¨ªcula', siento que todo este esfuerzo merece la pena. Lo que hago sirve para algo. Qu¨¦ alegr¨ªa notar esa maravillosa sensaci¨®n de plenitud. Ojal¨¢ vuelva a ocurrir otra vez, y me ayude a olvidar el calor que estoy pasando.
Una historia de orgullosos perdedores
800 balas est¨¢ basada en los especialistas de spaghetti western de los a?os sesenta y setenta que, tras el ocaso del g¨¦nero, se quedaron sin pel¨ªculas y, por consiguiente, sin trabajo. Supervivientes de una ¨¦poca dorada que sobreviven entre viejos decorados demostrando sus habilidades a turistas. Una tragicomedia que narra la historia de un grupo de perdedores, de orgullosos perdedores.
Situada en Almer¨ªa, en el poblado Texas Hollywood del desierto de Tabernas, 800 balas ser¨¢ la sexta pel¨ªcula de ?lex de la Iglesia (Bilbao, 1965) como director y la primera como productor. P¨¢nico Films, nombre de su productora, ha invertido cinco millones de euros en esta pel¨ªcula protagonizada por Sancho Gracia (que interpreta al abuelo Juli¨¢n) y Carmen Maura (su rica y poderosa nuera). La pel¨ªcula, coral seg¨²n su director, cuenta tambi¨¦n con el trabajo de los actores ?ngel de Andr¨¦s, Enrique Mart¨ªnez, Luciano Federico, Manuel Tafall¨¦ y Eduardo G¨®mez.
800 balas se estrena el pr¨®ximo 18 de octubre.
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