La vida en las afueras
Ed Ruscha (Omaha, Nebraska, 1937), que pertenece a la primera generaci¨®n de los artistas pop americanos, despert¨® un especial inter¨¦s entre algunos de los artistas espa?oles figurativos de los a?os setenta, llegando a exhibir una exposici¨®n individual en una galer¨ªa comercial madrile?a el a?o 1999, donde el MNCARS compr¨® un excelente cuadro, Neum¨¢ticos Blue Collar (1992), que forma parte de la presente antol¨®gica.
La exposici¨®n Made in Los Angeles, comisariada por Richard D. Marshall, re¨²ne unas 130 obras, entre pinturas, dibujos, grabados, fotograf¨ªas, fruto de una trayectoria de 40 a?os. Dividida en media docena de apartados tem¨¢ticos -Gasolineras; Apartamentos; Hollywood y Subset; El paisaje de Los ?ngeles: aparcamientos, piscinas, palmeras; Palabras de Los ?ngeles: las calles de Los ?ngeles-, tanto ¨¦stos como el propio enunciado elegido como t¨ªtulo de la muestra ya nos anuncian la importancia de los iconos, del car¨¢cter urbano, centrado en la m¨ªtica ciudad californiana, aunque todo ello interpretado desde una perspectiva singular, est¨¦tica y geogr¨¢ficamente, como es la de la Costa Oeste.
MADE IN LOS ANGELES
Edward Ruscha Palacio de Vel¨¢zquez. Madrid Hasta el 30 de septiembre
En este sentido, centr¨¢ndose la mirada del artista en la ciudad californiana m¨ªticamente asociada a la industria cinematogr¨¢fica, se entiende no s¨®lo la influencia ic¨®nica que ¨¦sta ha ejercido en su obra, sino que destile una sensibilidad especial. Por lo dem¨¢s, como el mismo Ruscha ha confesado, su arranque art¨ªstico se vio determinado por el efecto que le produjeron, en primer t¨¦rmino, Jaspers Johns y Robert Rauschenberg, y, luego, su afinidad con Roy Lichtenstein y Andy Warhol, a partir de lo cual podemos deducir su concepci¨®n 'objetual' de lo pict¨®rico y su 'distanciamiento' est¨¦tico. Ambas caracter¨ªsticas revelan una actitud anal¨ªtica, que remarca el sentido conceptual de la mirada de Ruscha, algo muy subrayado en esta retrospectiva.
En este sentido, la presencia letrista que signa gran parte de sus im¨¢genes va m¨¢s all¨¢ que el mero r¨®tulo comercial, tal y como se suele integrar en los cuadros del pop, porque los mensajes escritos insertados por Ruscha recogen tambi¨¦n los estereotipos de las frases hechas, como si pretendiese, en cierta manera, 'grabar' el ruido de la ch¨¢chara ambiental. Las im¨¢genes de Ruscha est¨¢n casi siempre cargadas de una misteriosa densidad, no s¨®lo por la ausencia de la figura humana en estos escenarios tan polucionados por la acci¨®n del hombre, sino por su color, o, habr¨ªa que decir mejor, su 'technicolor', que aprovecha maravillosamente toda la formidable gama cinematogr¨¢fica, desde el blanco y negro hasta ese incre¨ªble espectro de colores de las pel¨ªculas de los a?os cincuenta. Por otra parte, t¨ªpico de Ruscha es dotar con un complej¨ªsimo trasfondo art¨ªstico las im¨¢genes m¨¢s aparentemente simples y directas, algo que se aprecia cuando se observan sus fotograf¨ªas y, sobre todo, sus dibujos. Todo ello nos indica c¨®mo la mirada y la t¨¦cnica de Ruscha tienen muchos otros puntos de referencia que los antes mencionados como inicialmente determinantes de su formaci¨®n primera, que pueden llevarnos a De Chirico, Magritte, Mondrian o Hopper. Hay, en fin, en Ruscha un cierto tono melanc¨®lico, como si rebuscase en la atm¨®sfera que sobrecarga el presente la fuerte sustancia restante de un pasado, que, en Los ?ngeles, de nuevo resulta inseparable del cine. A este mismo esp¨ªritu corresponde su gusto por las amplias y desoladas perspectivas, su vista de p¨¢jaro, su forma de subrayar la malla reticular de la geograf¨ªa urbana, su pasi¨®n por las cumbres, etc¨¦tera, toda esa tramoya, de naturaleza muy rom¨¢ntica, a la americana, pero en las que se mantiene siempre cierta ambivalencia sentimental. La presente exposici¨®n recoge muy bien toda esta fascinante urdimbre visual de la obra de Ruscha por su planteamiento y la alta calidad de los ejemplos conseguidos. Por ¨²ltimo, hay que se?alar el inter¨¦s que, desde el punto de vista de la actualidad, representa una obra como la de Ruscha, lo que viene a demostrar, una vez m¨¢s, c¨®mo la carrera de un artista importante es siempre de largo aliento.
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