Mendigos rumanos: un drama en cada sem¨¢foro
Los inmigrantes m¨¢s marginales del este de Europa recorren las grandes ciudades con formas de mendicidad casi olvidadas
A las 8.45 del viernes pasado, Mar¨ªa Profira, inmigrante rumana de origen gitano de 26 a?os, sali¨® a trabajar del campamento para minor¨ªas ¨¦tnicas extranjeras que la Comunidad de Madrid tiene al norte de la capital. Caminando erguida, con aspecto saludable y sin problemas en las piernas, cogi¨® el autob¨²s 229 hasta la plaza de Castilla. Desde all¨ª, en metro, lleg¨® a las 10.40 a su puesto en un sem¨¢foro de la rotonda de Ciudad Universitaria, sobre la A-6. All¨ª cojeaba ostensiblemente de la pierna izquierda mientras repet¨ªa su lamento entre los coches: 'Una ayuda, por favor, para m¨ªa familia'. A cada conductor le muestra la foto de los cinco hijos que dej¨® en Rumania, una y otra vez, hasta las nueve de la noche, todos los d¨ªas.
'Es muy importante que la gente deje de darles limosna', piden desde las ONG
Como ella, son centenares los rumanos de etnia romi (c¨ªngaros o gitanos), que han aparecido en las calles de Madrid. Pero tambi¨¦n es ya una imagen habitual en Barcelona o Valencia. La cojera, que llega a ser espectacular, puede ser fingida como la de Mar¨ªa, pero en muchos casos es real y pat¨¦tica. Igual de pat¨¦tico que los ni?os con los que mendigan, a veces beb¨¦s, que componen cuadros de miseria que casi hab¨ªan desaparecido de las calles. Si la discapacidad es real, es a¨²n peor, pues supone que ese individuo ha sido tra¨ªdo a Espa?a para su explotaci¨®n.
En la Comunidad Valenciana la polic¨ªa nacional desarticul¨® una red dedicada a introducir ilegalmente ciudadanos rumanos minusv¨¢lidos a los que obligaba a mendigar por las calles. Siete personas fueron detenidas, informa Lydia Garrido. A pesar de que redes parecidas se hab¨ªan desarticulado ya en Par¨ªs hace m¨¢s de un mes, en Madrid la polic¨ªa tan s¨®lo hab¨ªa detectado peque?os robos a cabinas telef¨®nicas o turistas. Una denuncia los llev¨® hasta una red exacta a la de Valencia. Y a¨²n no se ha visto nada, a tenor de las historias que los rumanos, con claro desprecio, cuentan de los romi. Es normal o¨ªr decir que roban ni?os a los que les parten las piernas para explotarlos como mendigos.
En mayo de 2000, el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, hizo una c¨¦lebre declaraci¨®n: 'La etnia rumana no viene a trabajar, viene a situarse en la marginaci¨®n'. No sab¨ªa que no hay una 'etnia' rumana y que los gitanos n¨®madas a los que quer¨ªa referirse son unos pocos de los 40.000 rumanos que, seg¨²n su embajada, viven en Espa?a (24.856 regularizados a diciembre de 2001). Ofendi¨® al 25% de los inmigrantes europeos de la regi¨®n, precisamente el colectivo m¨¢s cualificado y mejor adaptado a la vida en Madrid. Pero, hecha esta distinci¨®n, Manzano parec¨ªa estar bien informado por sus t¨¦cnicos.
Trataba de referirse a casos como el de Rega Stan, que naci¨® en Madrid a finales del mes pasado. El 1 de agosto, a mediod¨ªa, ya estaba trabajando en brazos de su madre, Luminisa Stan, de 23 a?os, una rumana de etnia gitana que lo sosten¨ªa con una gasa. Su marido, Marcel Stan, de 25 a?os, lo mostraba orgulloso: 'Tiene 10 d¨ªas', explicaba. A su lado correteaba su otro hijo, de siete a?os. Los cuatro, con su cu?ada Adriana y su sobrina Alicia, de cinco meses, ped¨ªan limosna por el centro de Madrid. En Espa?a se pena con c¨¢rcel mendigar con menores.
Marcel fue reclutado para venir de Tandarei (se pronuncia Dsanderei), una localidad de la regi¨®n rural de Ialomita, al sur de Rumania. El c¨®nsul en Madrid, Nicu Stan, confirma que casi todos los mendigos proceden exactamente de ese mismo pueblo. 'Son los gitanos m¨¢s salvajes de Rumania, porque no tienen un patriarca que los controle', especifica. Una peque?a encuesta entre los mendigos confirma que Tandarei y Madrid deber¨ªan ser ya municipios hermanados.
En Barcelona los rumanos son el colectivo que m¨¢s ha crecido en el ¨²ltimo a?o (142% m¨¢s), y el a?o pasado casi se doblaron las denuncias por mendicidad con ni?os (63), casi todas de romi. Esta misma semana han sido desalojados del ¨²ltimo rinc¨®n de la ciudad al que se hab¨ªan retirado, en Poble Nou, informa Miquel Noguer.
'Es muy importante que la gente deje de darles limosna', afirma tajante Marisa Campos, directora del campamento que Cruz Roja gestiona en Valdelatas (Madrid). 'Si la mendicidad da dinero, para nosotros es muy dif¨ªcil explicarles que es mejor trabajar'.
Sara Gonz¨¢lez, voluntaria de la Asociaci¨®n Comisi¨®n Cat¨®lica Espa?ola de Migraciones (ACCEM) que trabaja en el campamento de San Roque, afirma: 'Desde el principio nos dimos cuenta de que era un colectivo muy dif¨ªcil. De los gitanos b¨²lgaros, yugoslavos y rumanos, estos ¨²ltimos son los m¨¢s inadaptados'. ACCEM y Cruz Roja tratan de integrarlos poco a poco, gestionando su residencia y creando una bolsa de trabajo. Pero insisten en que la mendicidad est¨¢ entorpeciendo su trabajo. Hay incluso un efecto llamada, porque la gente les da dinero. 'Los madrile?os deben saber que tenemos recursos para atenderlos, que no est¨¢n desamparados', insisten.
Por los campamentos pasan familias que han estado en Francia, Gran Breta?a o Alemania. Incluso gitanos que emigraron de Rumania a Argentina y luego han viajado a Espa?a tras la crisis. 'Pueden coger sus cosas en cualquier momento e irse a donde sea, es parte de su cultura', apunta Gonz¨¢lez. De los campamentos gestionados por la Comunidad de Madrid son expulsados si mendigan con los menores. Precisamente los voluntarios han observado que ya hay ya un canal de inmigraci¨®n que no llega a ellos: son ¨¦sos los que piden con los ni?os ante la pasividad policial.Desde enero de 2002, los ciudadanos rumanos no necesitan visado para entrar en la UE. Esto ha provocado una avalancha que se ha sumado a una emigraci¨®n masiva desde hace tres a?os. En Madrid capital casi se han doblado en un a?o los rumanos empadronados: de 4.999 a finales del a?o 2000, a 8.491 en el ¨²ltimo censo.
De ellos 's¨®lo unos pocos' son gitanos, seg¨²n Ghita Gainar, presidente de la Asociaci¨®n Cultural de Ayuda e Integraci¨®n del Pueblo Rumano, con sede en Alcal¨¢ de Henares (Madrid). 'A los gitanos se les nota que no son rumanos de origen porque son los ¨²nicos que no tienen estudios superiores, que era obligatorio en el r¨¦gimen comunista. No quiero hablar mal de compatriotas m¨ªos, pero los ladrones no se quedan en Rumania, porque no hay nada que robar', dice.
Seg¨²n el ¨²ltimo censo, hay 535.000 que se declaran gitanos en Rumania. Rares Cristea, periodista de Radio Internacional de Bucarest, dice: 'En Espa?a, gitano puede asociarse a flamenco, pero aqu¨ª no, los de aqu¨ª son ladrones. El Gobierno rumano est¨¢ muy preocupado, porque est¨¢ exportando ladrones a toda Europa y nuestra imagen est¨¢ cayendo mucho'.
En Madrid, 'la actitud ha cambiado mucho hacia esa gente', relata Beatriz Elorriaga, concejal de Asuntos Sociales. La historia de las primeras familias que llegaron a la ciudad se llen¨® de tragedia. La muerte de dos ni?os desat¨® una ola de solidaridad. 'Entonces [1999], hab¨ªa vecinos que bajaban con mantas y comida a ayudarlos', relata Elorriaga. En tan s¨®lo tres a?os ya no dan tanta pena. 'Hoy la actitud es m¨¢s de rechazo. Y cuando intento hablarle a alguno de los servicios que tenemos para ellos, huyen'.
El propio Nicu Stan relata c¨®mo hace unos meses recibi¨® una llamada de un gitano de Oviedo. 'Un clan le hab¨ªa robado a su hijo de cinco a?os y lo utilizaba para pedir limosna. Lo puse en conocimiento de la polic¨ªa y al final logramos encontrar el piso donde viv¨ªa la mafia y, adem¨¢s de ese chico, recuperamos a tres menores m¨¢s'. ?stos, al menos, estaban sanos.
La leyenda de los cisnes
Es sabido entre la comunidad rumana que hace unos a?os un grupo de gitanos de Rumania acamp¨® a la orilla de un lago en Viena. La fronteriza Austria trataba de integrar en sus servicios sociales a este tipo de inmigrantes, hasta que un d¨ªa salt¨® la noticia de que se hab¨ªan comido los cisnes del lago. 'Podr¨ªa ser una leyenda', como dice el periodista de Radio Internacional de Bucarest Rares Cristea, pero los rumanos sit¨²an entonces el principio del cambio de mentalidad de los austriacos hacia ellos. En Par¨ªs, el Ministerio del Interior ha organizado, en medio de un gran aparato propagand¨ªstico, la 'caza del rumano'. El viernes 28 de junio la polic¨ªa francesa desarticul¨® una red que explotaba a mendigos minusv¨¢lidos en Ly¨®n. La televisi¨®n ha descubierto sus campamentos, donde viven en roulottes desvencijadas. Unos son cojos, los m¨¢s aprenden a andar cojeando. Se les ha mostrado jugando al f¨²tbol con un bal¨®n de trapo dando ¨¢giles saltos y despu¨¦s arrastrando la pierna de manera pat¨¦tica. Son miles de pobres manipulados por una red que los explota como pedig¨¹e?os o los prostituye si son suficientemente j¨®venes. M¨¢s de 30 han sido expulsados hacia su pa¨ªs de origen, otros han sido encarcelados, los m¨¢s siguen deambulando por la geograf¨ªa francesa con el hueco de la mano tendido, implorante. La misma situaci¨®n se vivi¨® ya en Londres hace unos tres a?os, cuando los gitanos de Rumania hicieron su oficina del metro de Londres, rodeados de ni?os. La prensa sensacionalista y conservadora inici¨® una campa?a de denuncia, destacando el presunto abuso de menores por parte de sus cuidadores. La polic¨ªa consigui¨®, en operaciones sistem¨¢ticas, al menos reducir el problema. Del transporte p¨²blico han huido a centros comerciales o al extrarradio. Los carabineros desarticularon en Roma el a?o pasado hasta tres bandas que explotaban a gitanos lisiados, y se mantienen alerta. Son aproximadamente 7.000, si bien extraoficialmente llegar¨ªan a los 10.000, y la cifra no comprende a los gitanos que viven en habitaciones. En Alemania abundaron en los a?os 1990 a 1992, cuando, a trav¨¦s de Polonia, aterrizaban en Berl¨ªn y se les ve¨ªa por las calles pidiendo, una imagen dolorosa entonces para la mentalidad alemana. En la actualidad, los gitanos de cualquier origen son uno de los objetivos frecuentes de los asaltos y atentados neonazis. La situaci¨®n de la minor¨ªa romi es un asunto delicado en Alemania: m¨¢s de medio mill¨®n, entre ellos cien mil ni?os, fueron exterminados durante el nazismo.
Con informaci¨®n de Octavi Mart¨ª, Lourdes G¨®mez, Sergio Mora y Lola Huete Machado.
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