De repente, Jos¨¦ Tomas se pone a torear
Jos¨¦ Tom¨¢s, en el centro de la plaza, toreando al natural, es decir, el toreo en estado puro. Le da distancia al toro, unos siete metros, de frente, ante los pitones: le adelanta la muleta hasta tres veces; corrige y da un paso hacia el pit¨®n contrario: el toro se arranca y coge velocidad, mientras la muleta sale a su encuentro, embebe la embestida entre los vuelos, vaci¨¢ndola, y remata atr¨¢s, a la vez que han girado cintura y zapatillas, que siguen el movimiento relajado del brazo, que ya est¨¢ repitiendo para el segundo pase. Dos tandas de cinco naturales que sirvieron para decir c¨®mo se torea. En el tercer natural de la siguiente serie, el viento de levante esconde la muleta y el toro, que ten¨ªa tendencia a los adentros, se cuela, lo que no impide que Jos¨¦ Tom¨¢s abroche la serie y, camino de las tablas, termine mandando por bajo.
Torrestrella / Ojeda, Tom¨¢s, Canales
Toros de Torrestrella, desiguales de presentaci¨®n, bravos 1? y 3? y dif¨ªciles los dos ¨²ltimos. Paco Ojeda: ovaci¨®n y pitos. Jos¨¦ Tom¨¢s: dos orejas y ovaci¨®n. Jos¨¦ Antonio Canales Rivera: oreja y oreja. Plaza de El Puerto de Santa Mar¨ªa, 4 de agosto, 6? de abono. Dos tercios de entrada.
Por supuesto que los toros eran de Torrestrella: cada ejemplar luc¨ªa alg¨²n defecto que atacaba su armon¨ªa y, por supuesto, s¨®lo se les puso una vara, aunque llevase aneja la infame carioca. Hab¨ªa toros, hab¨ªa un nivel aceptable de casta, en el primero, cambio en bondad, en el segundo en acometividad complicada, y en los otros de todo hubo. Lo que pasa es que, torear, lo que se dice torear, nada m¨¢s que uno.
En el segundo vari¨® la decoraci¨®n: la res sali¨® montada y los montados le hirieron atr¨¢s en dos ocasiones, convirti¨¦ndola en un peligro. Volvi¨® al centro y a asustar a la parroquia, que vio c¨®mo por dos veces, una por lado, se anunciaba la tragedia. Predomin¨® el buen juicio.
Canales Rivera tiene un capote variado que usa frecuentemente de rodillas y se emplea en la muleta con una cierta dosis de valor. L¨¢stima de que lo haga todo al rev¨¦s, adelantando lo que deb¨ªa retrasar y utilizando el pico para liberar un viaje que no obliga. Luego s¨ª, circulares cambiados y ferralla variada. En el sexto volvi¨® a poner el valor al servicio de la vulgaridad. Siete a?os de alternativa parece que no han bastado para aprender el toreo. Tampoco hay que impacientarse. Mat¨® muy bien.
El primer toro, de negro, parec¨ªa m¨¢s terciado que el matador, de blanco. Paco Ojeda lo desperdici¨® al no ser capaz de quedarse en la cara. En el cuarto tuvo la suerte de salir vivo. Y es que est¨¢ tan a merced del toro como de su pobre condici¨®n f¨ªsica.
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