Enemigo p¨²blico n? 1
18 - La gorra de Di Stefano me va peque?a.
-Quiere decir que, as¨ª como Di Stefano dice que jugar¨ªa en el Real Madrid actual con la gorra, refiri¨¦ndose a que los futbolistas de hoy no est¨¢n a la altura, ¨¦l estar¨ªa en primera l¨ªnea pol¨ªtica sin problemas.
Ya me lo hab¨ªan advertido: Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa llegado a hablar con tantos sobreentendidos que necesitaba un int¨¦rprete.
La Fundaci¨®n Progreso Global, en las afueras de Madrid, resulta sorprendentemente silenciosa para estar junto a una carretera de mucho tr¨¢fico. No se ven rastros de animales dom¨¦sticos. Me contaron que Gonz¨¢lez tuvo una llama en la Moncloa. Normalmente alardeo de conocer a las personas por sus animales de compa?¨ªa, pero no sabr¨ªa qu¨¦ decir del propietario de una llama. Tambi¨¦n sab¨ªa que Gonz¨¢lez hab¨ªa popularizado una frase sobre gatos que le cont¨® un chino: 'Gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones'. Una frase as¨ª s¨®lo puede ser de alguien a quien no le gustan los gatos. A lo mejor fue esa frase la que le aficion¨® a los acertijos y le achin¨® los ojos. Con un bigote fino y un kimono amarillo, Gonz¨¢lez pasar¨ªa perfectamente por el maestro budista del Peque?o Saltamontes, todo el d¨ªa lanzando enigmas para provocar preguntas.
-?Se refiere usted a la direcci¨®n del PSOE? -pregunt¨¦.
-Yo no me como los mocos -replic¨® Gonz¨¢lez con la inexpresividad facial de Fantomas.
-Quiere decir que no vive ensimismado ni dedicado a la autofagia, y que cuando habla de estar en primera l¨ªnea alude a la Uni¨®n Europa y a un hipot¨¦tico Gobierno Mundial -tradujo su int¨¦rprete.
19 - La verdad: no s¨¦ si las frases de Felipe Gonz¨¢lez son enigm¨¢ticas o es s¨®lo que se le ha ido la olla -tendido en el sof¨¢ con los zapatos puestos, sosten¨ªa el tel¨¦fono en una mano mientras con la otra cambiaba negligentemente de canal: en todos daban televisi¨®n.
-Anda, Paco, que como te vuelvas del PP...
-Yo nunca me he metido en pol¨ªtica.
-Si no es pol¨ªtica investigar al entorno del Presidente para averiguar qui¨¦n envenen¨® a su gato y dirigirse de inmediato a Felipe Gonz¨¢lez...
-?l tiene experiencia en sucesores, Laura. Ya lleva tres.
-Ya.
-Y a Simbotas no lo envenenaron, Laura, que un gato no come cianuro.
-Ya, s¨ª, bueno, ?has cenado ya?
-Ahora comer¨¦ algo. De momento, queso a la naranja. He cortado un pedazo de queso con un cuchillo sucio de naranja y est¨¢ bueno.
-Qu¨¦ tzontzo eres -ri¨®.
Hab¨ªa llenado el tonto de zetas para demostrarme amabilidad, y casi me pareci¨® excitante, pero pens¨¦ en Acebes y me dio un baj¨®n.
-?Qu¨¦ hace Marta?
-Zduerme.
-Qu¨¦ valiente. Con tu madre tan cerca.
-Qu¨¦ tzontzo. Tze echamos de menos.
-Yo tambi¨¦n.
-Ay, Paco, ?qui¨¦n te mandaba meterte en este l¨ªo?
20 - ?Para qu¨¦ te metes en ese l¨ªo? -pregunt¨® Juanma, planch¨¢ndose la camisa negra con la palma de la mano contra el abdomen-. Hoy voy a tocar de p¨¢nico.
Nunca se sabe lo que se puede esperar cuando Juanma dice eso. Dos semanas atr¨¢s un cliente hab¨ªa escuchado su versi¨®n del Sho who de Miles Davis con el pu?o en alto, pensando que se trataba de La Internacional. Cuando Juanma me lo cont¨® indignado yo tuve que morderme la lengua para callarme que yo pensaba que era La Marsellesa.
-Me gusta estudiar su comportamiento como et¨®logo -respond¨ª-. Sus estrategias de supervivencia, sus luchas de territorio, sus s¨ªndromes tribales. Y luego est¨¢ que necesito el dinero, claro.
Coloc¨® la mano en el pomo de la puerta del Caravasar, el local que re¨²ne a los doce partidarios del jazz de Boadilla, pero no abri¨®. Se detuvo para clavarme la mirada.
-?De cu¨¢nto dinero estamos hablando, Paco?
-Bueno -me sonroj¨¦-. No hemos hablado de ninguna cantidad concreta.
-T¨² est¨¢s tonto, t¨ªo.
-Algo me pagar¨¢n, digo yo. Es el Gobierno, es el gato del Presidente, no me agobies, Juanma. ?Sabes que he le¨ªdo que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar padece el s¨ªndrome de la Moncloa, como antes Felipe Gonz¨¢lez?
-?Y qu¨¦ te ha dicho dice Gonz¨¢lez?
-Que se niega a tener el mismo s¨ªndrome que Aznar.
21 - ?Y en qu¨¦ consiste ese s¨ªndrome que yo tuve o tengo, no lo s¨¦? -pregunt¨® Felipe Gonz¨¢lez.
-Se supone -mov¨ª mis manos en el aire para empaquetar la teor¨ªa- que tiende uno a rodearse s¨®lo de las personas que le dan la raz¨®n, desplazando a quien lleva la contraria, hasta que se pierde contacto con la realidad.
-Tom Hanks pa tu t¨ªa -zanj¨® Gonz¨¢lez con rostro f¨²nebre.
El int¨¦rprete qued¨® en silencio unos segundos, con la mirada abstra¨ªda. Este enigma era dif¨ªcil.
-Quiere decir -arranc¨® al fin- que nunca sinti¨® ese aislamiento de N¨¢ufrago, pel¨ªcula protagonizada por Tom Hanks, y que siempre ha estado perfectamente conectado con la realidad.
-Universal -gru?¨® Gonz¨¢lez.
-Por supuesto -se apresur¨® el traductor- no se trata de nada personal contra Tom Hanks, sino de una apreciaci¨®n universal sobre los n¨¢ufragos.
Gonz¨¢lez no parpadea cuando conversa, y mira fijamente a los ojos, con lo que crea en su interlocutor la ilusi¨®n de que le quiere, o que le quiere hipnotizar, no sabr¨ªa precisarlo. Si hubiera dicho cuatro o cinco veces seguidas por consiguiente moviendo su ¨ªndice delante de mis ojos de un lado a otro, yo habr¨ªa ca¨ªdo dormido.
-Hay que ver c¨®mo est¨¢ el patio, vaya, vaya -sonri¨® Gonz¨¢lez, o eso me pareci¨®-. Patio ajeno, por cierto.
-Quiere decir: de manera que est¨¢ usted investigando la muerte del gato del Presidente, vaya, vaya. ?Y se puede saber qu¨¦ rayos tengo que ver yo con esto? -tradujo el int¨¦rprete sin emoci¨®n.
-Sospecho que todo este embrollo del gato Simbotas tiene que ver con la sucesi¨®n de Aznar. Usted tiene experiencia. Me gustar¨ªa que me hablara de sus sucesores.
-El Gobierno toca el viol¨ªn de Sherlock Holmes.
-Quiere decir que se ve a la legua que usted investiga por cuenta de Aznar, pero que no se deprima, porque tambi¨¦n hay muchos periodistas que llaman investigar a seguir las instrucciones del Gobierno.
-Tierra tr¨¢game -a?adi¨® Gonz¨¢lez.
-Y que si le manda a usted Arenas -aclar¨® el traductor.
22 - No tienes que darle importancia a lo de Cascos -Arenas se palp¨® la tripita, estir¨® la camisa, se encaj¨® el alfiler de la corbata-. ?l hace antifelipismo libre, ?verdad, Federico?
-No s¨¦, no s¨¦. Tal como est¨¢n las cosas con Marruecos, no me gusta que haya servicios secretos fuera de control -el peso del flequillo le inclinaba la cabeza y daba a Trillo un aire abatido.
-Pero si lo de Cascos no es ning¨²n secreto, hombre -ri¨® Arenas, me palme¨® el hombro, se mordi¨® el labio inferior, sonri¨®-. Lo sabe todo el mundo. ?Qu¨¦ importancia tiene que el ministro de Fomento se vista de mujer y siga al veterinario que est¨¢ investigando la muerte del gato del Presidente del Gobierno? Eso pasa en cualquier democracia avanzada. Lo que pasa es que aqu¨ª nos escandalizamos por cualquier cosa. Nada, nada. Este chico lo que tiene que hacer es disfrutar, olvidarse de ese incidente ?y a por Felipe, campe¨®n!
23 Juanma tocaba, tres parejas escuchaban, un grupo de seis o siete charlaba y re¨ªa ignorando el piano. Ya hab¨ªa llegado M¨ªster Esquina, cliente preferente del Caravasar, y el local ya se hab¨ªa llenado de humo. Repentinamente soltero en la noche de Madrid, con una enorme ba?era de cerveza bajo mi barbilla, era el momento adecuado para la irrupci¨®n en el relato de una rubia despampanante que pusiera mi vida en un brete.
No la vi acercarse porque, contraviniendo todas las normas de mi nuevo oficio, estaba de espaldas a la puerta. Eso es algo que siempre tienen en cuenta los detectives. Los veterinarios nos fijamos menos en esas cosas.
-Necesito su ayuda.
Al girarme, me encontr¨¦ cara a cara con Ana Botella.
Bueno.
No era exactamente lo que yo esperaba.
Para que luego digan que la vida imita al arte.
24 - Y otra cosa -dijo Felipe Gonz¨¢lez-. ?Sabe cu¨¢nto falta para que venga el artista?
-Se refiere -aclar¨® el int¨¦rprete- a la necesaria reparaci¨®n hist¨®rica con su persona que conducir¨¢ a que un artista le haga una estatua o una escultura aleg¨®rica a sus trece a?os de Gobierno.
-Yo de estatua no he o¨ªdo nada en Palacio.
-T¨®cate los cojones.
-Quiere decir que...
-Creo que le he entendido, gracias.
-Yo nunca he pegado a mis ministros -dijo Gonz¨¢lez al estrecharme la mano en la despedida.
-Quiere decir que...
-El muchacho sabe perfectamente lo que quiero decir -Gonz¨¢lez me sobrevaloraba. Me estaba bien empleado por haber alardeado antes-. Yo nunca he pegado a mis ministros. En su lugar, yo investigar¨ªa por ah¨ª.
Ma?ana, quinto cap¨ªtulo: Una pista falsa y dos picaduras de alacr¨¢n
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