El hombre que doma caballos con la voz
Fernando Noailles no es Robert Redford. Es mejor. Doblega equinos con caricias y palabras. 'Es un mago', dicen de ¨¦l
Jos¨¦ Antonio Muro se arrepinti¨® enseguida de haber seguido los consejos de Fernando Noailles al comprar a Andaluz. Y ello, a pesar de que cre¨ªa a pies juntillas en el buen ojo y en las habilidades como domador de caballos de este argentino con aires de gaucho.
Era un bello potro de unos tres a?os al que era imposible acercarse. Cuando alguien se aproximaba a su box, el animal romp¨ªa a dar patadas y se abalanzaba sobre el visitante con la clara intenci¨®n de pegarle un mordisco. El origen de su mal car¨¢cter, como siempre, la crueldad: Andaluz hab¨ªa vivido atado a una pared durante un a?o y medio con una cuerda de 30 cent¨ªmetros. Era un animal peligroso, pero Noailles sab¨ªa que ten¨ªa buen fondo. Despu¨¦s de pasar una ma?ana en sus manos, Andaluz era d¨®cil como un cordero.
Y es que el arte de este argentino de la Patagonia tiene casi caracteres m¨¢gicos a los ojos de un profano y roza casi lo imposible seg¨²n los criterios de la doma tradicional. 'Yo no soy mago. S¨®lo tengo una conexi¨®n especial con los caballos; igual a otros se les dan bien los ordenadores', asegura.
En los dos a?os que lleva en Espa?a, Fernando Noailles, de 41 a?os, le ha roto los esquemas a m¨¢s de un criador de caballos con su sistema de doma racional, basada en educarlos con cari?o y confianza. Se toma con resignaci¨®n que le comparen con el personaje interpretado por Robert Redford en la pel¨ªcula El hombre que susurraba a los caballos, pero es que ¨¦l lo hace: se pasa horas acariciando al animal, mientras le habla. Y lo que les dice es lo de menos. Es el tono lo que importa.
Su doma, adem¨¢s de eficaz, es muy vistosa. No es raro ver a Fernando tumbado literalmente sobre el caballo, o sentado sobre su est¨®mago, mientras el animal espera resignado y patas arriba a que el domador acabe su labor. 'Echado boca arriba es cuando el animal es m¨¢s vulnerable. Tumb¨¢ndome encima y acarici¨¢ndole, le demuestro que no le voy a hacer da?o, aunque ¨¦l sepa que est¨¢ en mis manos. Y tambi¨¦n le demuestro que yo soy quien manda. Me toma por el caballo-jefe de la manada', explica.
Durante sus primeros meses en Espa?a, a Noailles le llamaron de todo: iluminado, loco y charlat¨¢n. Lo mismo pens¨® ¨¦l de los domadores tradicionales espa?oles, que, en su mayor¨ªa, cr¨ªan a los potros a base de fuerza, cansancio y, muchas veces, de violencia. La t¨¦cnica tradicional consiste en doblegar al caballo a trav¨¦s del cansancio haci¨¦ndole dar cientos de vueltas a una pista. A los m¨¢s revoltosos se les pone una serreta en el hocico, una especie de sierra que se clava cuando el animal desobedece y el jinete tira de las riendas. En algunos casos, la crueldad llega hasta el extremo de partirle el hocico al caballo para que, al tirar de las riendas, el dolor sea mayor y, la respuesta, m¨¢s r¨¢pida.
'El caballo no es un animal est¨²pido. Tiene una incre¨ªble memoria y si se le demuestra que el jinete no le va a hacer da?o, obedecer¨¢ esperando una caricia', apunta Noailles. Por eso, quiz¨¢s, los caballos de la finca de La Cabrera, en la que trabaja, asoman la cabeza por los boxes cuando ¨¦l llega y relinchan de celos cuando le presta demasiada atenci¨®n a uno de ellos.
La t¨¦cnica de Noailles ha revolucionado la doma en muchos pa¨ªses, adem¨¢s de en Espa?a, donde ha dado cientos de cursos. Hace unos d¨ªas parti¨® hacia Suiza, Holanda y Alemania para impartir sus clases durante dos meses. S¨®lo en Suiza domar¨¢ a 40 caballos de una yeguada.
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