El encanto de la sencillez
La magia teatral de Joan Font tiene el encanto de la sencillez. La imaginaci¨®n y la fantas¨ªa son los motores de un arte esc¨¦nico que nunca pierde su ra¨ªz popular y cautiva al p¨²blico con la habilidad de los prestidigitadores que consiguen los mejores efectos utilizando los m¨¢s simples trucos de su oficio. El director de Comediants volvi¨® a dar en la diana con un montaje de Orfeo y Eur¨ªdice que es pura emoci¨®n desnuda de artificios. La producci¨®n, con la espl¨¦ndida direcci¨®n musical de Jes¨²s L¨®pez Cobos y la complicidad de los int¨¦rpretes, entusiasm¨®.
En la ¨®pera, como en cualquier acci¨®n teatral, los sentimientos deben llenar la escena. Lo sabe Joan Font, que huye de los abusos tecnol¨®gicos para contar con claridad la historia de Orfeo en busca de su amada Eur¨ªdice. A los excesos de tantos directores de escena en busca de la provocaci¨®n, Font responde poniendo los m¨¢s artesanos recursos de su oficio teatral al servicio del drama creado por Gluck y su libretista, Rainieri da Calzabigi.
El primer acierto de la producci¨®n es seguir la versi¨®n original de Viena de 1762, la que mejor muestra las se?as de identidad de la reforma oper¨ªstica del compositor alem¨¢n y su libretista: la emoci¨®n est¨¢ en la m¨²sica, que expresa los sentimientos de los personajes con pureza.
Segundo acierto. Font quiere que el p¨²blico conozca los antecedentes del drama e introduce la figura de un narrador que, tras la obertura e integrado en la acci¨®n, explica ante un gran retablo el fatal sino de Eur¨ªdice y asiste a Orfeo en su agitado viaje.
M¨¢s aciertos. La escenograf¨ªa de Dami¨¢n Gal¨¢n, que enmarca la acci¨®n con la simplicidad y belleza de las formas geom¨¦tricas, y la maravillosa utilizaci¨®n del color, con espl¨¦ndida iluminaci¨®n de Albert Faura, se unen en una puesta en escena clara, precisa en su simbolismo, realizada con econom¨ªa de medios y una direcci¨®n de actores cuidada al detalle. Todo remite a la tragedia griega: la disposici¨®n del escenario, con un c¨ªrculo central, la aparici¨®n y desaparici¨®n de los elementos esc¨¦nicos, la participaci¨®n del coro, las danzas de ra¨ªz popular.
Desde que se levanta el tel¨®n, los colores dominan la escena, pintando sentimientos y pasiones. Un mundo rojo, de fuego, pasi¨®n y lucha, acompa?a el descenso a los infiernos; el verde esperanza ba?a el encuentro con Eur¨ªdice y el regreso de los amantes, una escena a la que Font da vida con acierto genial. Los aciertos son muchos, como ese laberinto de telas que Eur¨ªdice arrastra hasta su desaparici¨®n.
Pero en la ¨®pera no puede conseguirse el ¨¦xito sin calidad musical, y en Peralada, bajo la sensible, experta e inspirada direcci¨®n de L¨®pez Cobos, los cantantes, la Orquesta de Cadaqu¨¦s y el Coro Lieder C¨¤mera respondieron a un nivel ¨®ptimo. Sensacional la contralto Ewa Podles, con una voz de c¨¢lidos graves y firmes agudos manejada con t¨¦cnica y sensibilidad musical maravillosas. Su Orfeo conmueve por la sinceridad de acentos y una l¨ªnea de canto impecable. Cumplieron bien las sopranos: desenvuelta Isabel Monar en el agradecido papel de Amor, y algo menos acertada Tatiana Lisnic, que quiso lucir sus cualidades vocales y acab¨® desvirtuando el personaje de Eur¨ªdice buscando protagonismo.
La Orquesta de Cadaqu¨¦s demostr¨® que lo esencial no es el tipo de instrumento que tocan, sino el respeto a las exigencias estil¨ªsticas. Y tocaron un magn¨ªfico Gluck con instrumentos modernos: colores suaves en las cuerdas, metales incisivos, maderas c¨¢lidas..., una fiesta sonora presidida por la elegancia, la riqueza de acentos y la extrema delicadeza en el acompa?amiento. Excelente tambi¨¦n el Coro Lieder C¨¢mera, d¨²ctil y homog¨¦neo.
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