La madre del cordero
Siempre he intentado estar en la vanguardia en la educaci¨®n de los ni?os. Por el camino he cometido errores, ?pero qui¨¦n puede tirar la primera piedra? A mi santo le gusta recordar, delante de las visitas, mi afici¨®n fervorosa al libro de la doctora Perkins Del feto al beb¨¦. Contaba Perkins que los beb¨¦s tienen cuando nacen el llamado instinto nadador; o sea, que, si coges a un beb¨¦ y lo lanzas a lo hondo, el ni?o, por su propio instinto, sale a la superficie sonriendo porque la inmersi¨®n le ha recordado el l¨ªquido amni¨®tico. La doctora Perkins lo hab¨ªa experimentado con ni?os de amigas. Ella no tiene hijos; no porque no quiera, que a ella bien que la gustar¨ªa, sino porque no puede: hasta hace menos de diez a?os la doctora Perkins era el doctor Perkins. Ahora ha escrito otro libro, que acabo de adquirir por Internet, titulado Vive el cambio de sexo de tu hijo con naturalidad. Est¨¢ basado en su experiencia y sale en la portada con su madre anciana. Mi santo, que es un hombre dominado por la intransigencia, dice que mientras ¨¦l viva ese libro no entra en esta casa, y yo le contesto que ahora que nuestros hijos est¨¢n en plena adolescencia es cuando hay que adelantarse a posibles acontecimientos. Lo que yo digo: teniendo tantos hijos como tenemos, aunque s¨®lo sea por pura estad¨ªstica, alguno saldr¨¢ rana. A ¨¦l no le hables de esto, que se enciende. Un d¨ªa me dijo que acabar¨¦ saliendo en un programa de esos de testimonios que tanto me gustan en los que las madres babean haci¨¦ndose las comprensivas. Pues s¨ª, lo reconozco, me gustan esos programas, ?y qu¨¦! Soy muy soci¨®loga. Y muy humana.
El otro d¨ªa mi santo se puso fuera de s¨ª porque descubri¨® (?no lo sab¨ªa!) que nuestros ni?os tienen discos piratas
?l disfruta contando que cuando uno de los ni?os ten¨ªa nueve meses lo lanc¨¦ por la parte honda en la piscina de Moratalaz. Yo todav¨ªa no me explico c¨®mo a mi ni?o le fall¨® el Instinto Nadador y cay¨® como una piedra al fondo. El socorrista se tir¨® a por ¨¦l como un poseso y el ni?o lloraba como si le hubieran matado. A mi santo tambi¨¦n le gusta recordar que al ni?o no le dej¨¦ leer hasta los siete a?os. Es que ten¨ªa un manual, En pos de la imaginaci¨®n, en el que el pedagogo Weber sosten¨ªa que el cerebro del ni?o no est¨¢ preparado para la letra impresa (que es castrante) y hay que favorecer el desarrollo psicomotriz. La verdad es que con este ni?o ha sido muy dif¨ªcil estar a la vanguardia, porque a los siete a?os empez¨® a tirar la plastilina por el w¨¢ter y a se?alar los libros de la estanter¨ªa, concretamente Decadencia y ca¨ªda del Imperio Romano, de Gibbon. En dos d¨ªas aprendi¨® a leer. Y as¨ª le ha ido, que es un ni?o que para mi gusto es inteligente pero le falta creatividad. Mejor, dice mi santo: de la creatividad a la homosexualidad s¨®lo hay un paso.
Luego me empe?¨¦ en que tuvieran una educaci¨®n no sexista. Anda que no les he comprado barbies y kents a estos mastuerzos. Hasta que empezaron a ponerlos en unas posturas que, verdaderamente, no s¨¦ lo que hubiera dicho la doctora Perkins. El doctor Weber opinaba tambi¨¦n que hay que dejar a los ni?os pelearse sin intervenir para que el ni?o desarrolle su independencia. Lo intent¨¦, pero ah¨ª fui d¨¦bil: se le acercaron dos chavales en el parque y quer¨ªan quitarle la pelota a mi ni?o. Me acerqu¨¦, mir¨¦ a un lado y otro, por si estaban sus madres, y les met¨ª una galla a cada uno que me qued¨¦ m¨¢s ancha que larga.
Pero lo que m¨¢s le molesta a mi santo hoy en d¨ªa es que les comprenda. El otro d¨ªa se puso fuera de s¨ª porque descubri¨® (?no lo sab¨ªa!) que nuestros ni?os tienen discos piratas. Les grit¨®: 'El d¨ªa que decidan piratear los libros, ?de qu¨¦ vais a comer vosotros, cretinos?'. 'Jo¨¦, pap¨¢, siempre te pones en lo peor'.
'Cari?o', le dije, 'todos los ni?os lo hacen'. Y me llam¨® escarola (o esquirola, no me acuerdo) y demagoga, y me dijo: '?En qu¨¦ bando est¨¢s?, ?yo soy el borde y t¨² la coleguita?'. Unas cosas que un compa?ero-a nunca deber¨ªa decirle a una compa?era-o.
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