Terapias matizadas
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reaccionado con presteza poco usual para acudir en ayuda de la econom¨ªa brasile?a, agobiada por la continua depreciaci¨®n del real y la sospecha, extendida por cierto por bancos de inversi¨®n estadounidenses, de que el pa¨ªs m¨¢s grande de Am¨¦rica Latina no podr¨¢ hacer frente a sus compromisos de deuda. La decisi¨®n del FMI ha sido rotunda: concede una ayuda de 30.000 millones de d¨®lares, la mayor parte de la cual ser¨¢ pagadera a partir del a?o pr¨®ximo, condicionada a que las cuentas p¨²blicas del pa¨ªs presenten un super¨¢vit primario -sin tener en cuenta el coste de los intereses de la deuda- del 3,75% del PIB, requisito que, en las condiciones actuales de la econom¨ªa brasile?a, podr¨¢ cumplirse con relativa facilidad. ?sta y otras condiciones menores revelan que el FMI conf¨ªa en que la econom¨ªa de aquel pa¨ªs superar¨¢ sin problemas la crisis actual de confianza en su moneda y en su capacidad para el ajuste presupuestario.
La celeridad del Fondo est¨¢ justificada. De M¨¦xico hacia el sur, Brasil genera la mitad del PIB latinoamericano, de forma que todas las crisis se complican cuando afectan a R¨ªo de Janeiro. La percepci¨®n del FMI probablemente ha tenido en cuenta factores de seguridad que otros pa¨ªses no ofrecen. La clase empresarial brasile?a no es proclive a sacar capitales del pa¨ªs y el presidente Cardoso ha conseguido que las autoridades econ¨®micas internacionales reconozcan la capacidad y los esfuerzos del Gobierno brasile?o por asear y ordenar las finanzas p¨²blicas. Para una gran mayor¨ªa de analistas e inversores, las dificultades del pa¨ªs tienen m¨¢s un origen pol¨ªtico -las reticencias que suscita la elecci¨®n del candidato izquierdista Luiz In¨¢cio Lula da Silva- que econ¨®mico.
El tratamiento de la crisis de confianza latinoamericana se est¨¢ aplicando con muchos matices. ?sta ser¨ªa otra de las conclusiones importantes que pueden extraerse de las recientes decisiones del organismo internacional. Pocos d¨ªas antes, Uruguay recib¨ªa una ayuda de 1.500 millones de d¨®lares -aproximadamente el 10% del PIB uruguayo- para cortar la salida masiva de dep¨®sitos bancarios en d¨®lares, en su mayor¨ªa de vuelta a Argentina, que estaba arruinando el sistema financiero de aquel pa¨ªs. As¨ª pues, los 30.000 millones de d¨®lares concedidos a Brasil y los 1.500 cedidos a Uruguay aportan ciertas garant¨ªas de que la crisis de confianza iniciada en Argentina no se prolongar¨¢ durante mucho tiempo. Tanto el banco central brasile?o como las instituciones bancarias uruguayas disponen de amplios recursos para cortar los movimientos especulativos contra el real o cauterizar la hemorragia del ahorro en Montevideo. Los mercados han recogido esta inyecci¨®n de confianza con subidas de las cotizaciones de las empresas espa?olas con fuertes intereses en la zona.
Ambas operaciones dejan como villano del melodrama a Argentina. No hay cuartel para Eduardo Duhalde y su ministro de Econom¨ªa, Roberto Lavagna. Empiezan a deslindarse n¨ªtidamente las razones de la discriminaci¨®n. Argentina no ha cumplido uno solo de los requisitos de saneamiento p¨²blico exigidos por el FMI, la voluntad de regeneraci¨®n de su clase pol¨ªtica concita escasa confianza y la honradez de sus dirigentes est¨¢ en cuesti¨®n hoy m¨¢s que nunca. ?sas son las razones principales de las reticencias del Fondo, similares a las que se detectan en los mercados. La visita a Argentina del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, se ha terminado con m¨¢s promesas que realidades. La sugerencia de que a mediados de septiembre podr¨ªa firmarse un acuerdo para liberar una l¨ªnea de cr¨¦dito de unos 2.000 millones de d¨®lares para aliviar la asfixiante presi¨®n de la deuda sobre las finanzas p¨²blicas argentinas deber¨ªa confirmarse con exigencias muy rigurosas sobre el gasto p¨²blico.
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