Mayte Mart¨ªnez, un largo camino
La medallista vallisoletana ha recorrido una dif¨ªcil trayectoria hacia el triunfo
Hasta hace bien poco, cuando Mayte Mart¨ªnez quer¨ªa entrenarse en las pistas de Pepe Rojo, hacer series, trabajar la velocidad, antes ten¨ªa que dedicarse a espantar a los chicos del equipo de rugby que se entrenaban y jugaban en la hierba. 'Era terrible', dice la atleta vallisoletana. 'Se cruzaban en mitad de la carrera, tiraban el bal¨®n, no hab¨ªa qui¨¦n hiciera nada. Menos mal que el ayuntamiento se lo tom¨® en serio y ya nos dividimos el espacio'. Pero eso es ahora, porque hace cuatro a?os, por ejemplo, no hab¨ªa necesidad de tales medidas.
Hace cuatro a?os, por ejemplo, Mayte Mart¨ªnez, medalla de plata en el Europeo en 800 metros, atleta de clase mundial, no era ni siquiera atleta. Era una chica hipernerviosa, hiperexcitada, un palillo que no sab¨ªa lo que le pasaba. 'En 1997 estuve a punto de dejar el atletismo por una fractura y cuando me recuper¨¦ me encuentro con eso', dice Mart¨ªnez. La pucelana practicaba el atletismo desde los 11 a?os. 'Me llevaba El¨ªas Reguero, que es el que me form¨® y me pas¨® toda la afici¨®n', dice. Y que la hizo muy buena. Fue la mejor j¨²nior, la mejor joven, la mejor todo. Ten¨ªa clase y fuerza. Llevaba una progresi¨®n imparable. Era una de las perlas del atletismo espa?ol. Pero le sucedi¨® eso, ese algo que no sab¨ªa que era. 'Empec¨¦ a notar los s¨ªntomas en febrero del 98, pero hasta octubre no me diagnosticaron. Fue Nieves Palacios, la endocrin¨®loga del Consejo Superior de Deportes quien dio con ello, era hipertiroidismo. El tratamiento era posible pero complicado. Empec¨¦ tomando 11 pastillas diarias y poco a poco pudimos ir ajustando la dosis. Ahora me vale con dos pastillas diarias. As¨ª mantengo la enfermedad a raya'.
Aquel a?o Mart¨ªnez no pod¨ªa ni entrenarse ni competir. Olvid¨® el atletismo, pero no del todo. Conoci¨® a Juan Carlos Granado, un t¨¦cnico de Valladolid, que la fue convenciendo para que volviera. La convenci¨® de m¨¢s cosas. Se hicieron novios. Ah¨ª, dice, encontr¨® la fuerza necesaria para volver a creer en ella. Ten¨ªa a¨²n 23 a?os. El futuro estaba despejado.
En Sydney 2000 pas¨® la primera ronda y cay¨® en semifinales. Era a¨²n una competidora acomplejada. '?Qu¨¦ voy a hacer con esas lobas, que se me comen?', dec¨ªa a quienes le animaban a salir con fuerza. En Edmonton lleg¨® a la final. Y con eso le vali¨®. La faltaba subir el pen¨²ltimo escal¨®n, el de la confianza en s¨ª misma, el escal¨®n m¨¢s alto. El que, quiz¨¢s, escal¨® el jueves, en poco menos de dos minutos, cuando sali¨® fuerte y sin complejos a por esas lobas que antes tanto la asustaban y a las que ense?¨® como se las gastan las de Valladolid. Y m¨¢s si saben que son buenas. 'Pero la clave es que me siento m¨¢s fuerte. Que he decidido por fin que me voy a dedicar a esto a tope', dice. 'Antes, por ejemplo, apenas me cuidaba en las comidas, porque a m¨ª me gusta comer y tengo tendencia a engordar, pero este a?o he logrado bajar tres kilos, ganar m¨²sculo y ser as¨ª'. Y llegar a ser una m¨¢s de la elite mundial. Con todos los derechos.
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