De la granja al canguro
Despu¨¦s de un viaje de 20 horas en avi¨®n y de dos horas en tren hasta el valle de Barossa, nos encontramos unas cincuenta personas en la granja Park Follies. Ten¨ªamos una desorientaci¨®n considerable por culpa del desfase horario y no sab¨ªamos qu¨¦ ¨ªbamos a hacer. A los cinco minutos de estar en el precioso jard¨ªn de la granja, sali¨® un grupo de la organizaci¨®n y empez¨® a repartir delantales entre los presentes. Nos quedamos sorprendidos. ?Qu¨¦ pasaba? ??bamos a cocinar? Nos repartieron en distintos grupos, con un cocinero de la organizaci¨®n en cada uno, y nos dijeron que ten¨ªamos que preparar la comida.
En los distintos grupos pod¨ªas limitarte a ayudar, pero a m¨ª, como era l¨®gico, quer¨ªan verme cocinar. Lo fuerte fue que el plato que me toc¨® hacer era un pato relleno y yo hac¨ªa unos quince a?os que no deshuesaba un pato, ya que no es ¨¦sta una elaboraci¨®n que entre en nuestro actual estilo de cocina. Empec¨¦ a sudar, y no s¨®lo por el calor, pero al final consegu¨ª deshuesar y cortar el pato y mi reputaci¨®n qued¨® m¨¢s o menos intacta. La verdad es que la cosa fue muy divertida y que como experiencia vali¨® la pena. No es una mala idea para montar un negocio: a la gente le gusta cocinar en grupo. Despu¨¦s comimos en plan buf¨¦ lo que hab¨ªamos preparado, probamos los vinos de la regi¨®n, que tienen un nivel alt¨ªsimo, y disfrutamos de una fiesta al aire libre en un ambiente parecido al de una barbacoa con los amigos.
La carne de canguro hace s¨®lo unos a?os que se comercializa. El rabo tiene un sabor muy particular.
Por la tarde fuimos a probar m¨¢s vinos a la bodega Ch?teau Tarundo. Era sorprendente ver un ch?teau franc¨¦s en medio de un paisaje australiano. En el viaje de vuelta, en el tren, todo el mundo opt¨® por practicar el deporte t¨ªpicamente espa?ol de la siesta. Tras la llegada al hotel, nos fuimos a conocer a Andrew Flike, un cocinero que lleva tiempo trabajando con productos aut¨®ctonos australianos y con las costumbres gastron¨®micas de los abor¨ªgenes. Llegamos a su restaurante, decorado en plan moderno, y empezaron a traernos platos con productos que no conoc¨ªamos. Andrew, muy atento, nos iba ense?ando los productos crudos. Fue nuestro primer contacto con productos ex¨®ticos como el quandog, las hojas de eucalipto, las hierbas arom¨¢ticas aut¨®ctonas de Australia, el tomate de bosque y el fingerland, un c¨ªtrico con forma de dedo que contiene unas bolitas ¨¢cidas en su interior. ?Ah, y con el canguro! La carne de canguro hace s¨®lo unos a?os que se comercializa, en Australia, pero Andrew nos dio un rabo de canguro guisado que nos choc¨®, ya que ten¨ªa un sabor muy particular, entre el buey y el at¨²n en aceite.
El d¨ªa siguiente lo dedicamos a comprar productos para las demostraciones culinarias, ya que no pudimos traerlos desde Barcelona a causa de la rigidez de la aduana australiana, muy estricta en lo referente a la entrada de comida en el pa¨ªs. Despu¨¦s visitamos las diferentes zonas de Tasting Australia y asistimos a algunas conferencias, donde constatamos el gran inter¨¦s que despierta en los australianos la gastronom¨ªa. Por la noche decidimos cenar en el buf¨¦ del hotel y, hablando con Juan Mari Arzak, llegamos a la conclusi¨®n de lo importante que es conocer cocinas distintas a la nuestra, ya que te da una amplitud de mente y te lleva a ser m¨¢s abierto y tolerante con las innovaciones. A medianoche nos fuimos a dormir. Al d¨ªa siguiente ten¨ªamos previsto visitar la zona de Riverland, donde conocer¨ªamos en su ambiente los productos aut¨®ctonos australianos.
(Con la colaboraci¨®n de Xavier Moret).
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