Un bronce decepcionante
Los espa?oles, con Rey tercero, 'regalan' el oro y la plata a un finland¨¦s y un estonio
Es dura la vida del maratoniano. Si no es tan bruto como el estonio Loskutov, que lleva 20 maratones en seis a?os y piensa correr cuatro esta temporada, como mucho dos maratones al a?o, uno alimenticio y otro de gloria. El alimenticio les da, si va muy bien la cosa, 24.000 o 30.000 euros. El de la gloria, si todo es perfecto, una medalla, una beca y un aumento del cach¨¦. As¨ª, en los maratones de ahora, el corredor de fondo ya no es el atleta solidario, sino el perro, el individuo.
El padre de Janne Holmen fue un digno fondista finland¨¦s de los a?os 70, los tiempos del gran Lasse Viren, la era de la sangre m¨¢gica. La madre, que es quien, dicen, transmiten los genes de la resistencia, fue campeona de Europa de los 3.000 metros en 1974. La gen¨¦tica manda: Holmen no tuvo m¨¢s remedio que convertirse en atleta, en corredor de fondo. Hombre joven, de 24 a?os que no aparenta por su alopecia galopante, y perseverante, Holmen empez¨® con el 5.000, luego pas¨® al 10.000 y, finalmente, se dedic¨® al marat¨®n. No es gran cosa, pero tampoco poca. No era gran cosa. O eso pensaban los rivales que en el gris mediod¨ªa de verano fr¨ªo, 13 grados, y lluvioso de M¨²nich le vieron marchar, ligero y animoso, apenas cumplido el tercer kil¨®metro de la prueba. Le sigui¨® otro n¨®rdico que se sent¨ªa en su elemento, de bruma y tristeza, el noruego Rasmussen. Los dem¨¢s se miraron, sonrieron y les dejaron hacer. As¨ª comenz¨® una de las carreras m¨¢s decepcionantes del atletismo espa?ol pese a que acabara con una medalla m¨¢s, un bronce para Julio Rey.
Rey, toledano, dijo que iba tan concentrado en sus cosas que ni sab¨ªa que un finland¨¦s y un noruego se hab¨ªan fugado: 'O¨ªa voces y gritos, pero ni me enteraba de lo que dec¨ªan. Y hasta el kil¨®metro 30, que me coment¨® Kamel Ziani que habr¨ªa que empezar a pensar en tirar un poco, no me enter¨¦'.
Cuando se enter¨®, Rey supo que era imposible alcanzarlos a los dos, pues contaban con un minuto y medio de ventaja. Tendr¨ªa que recortarles ocho segundos por kil¨®metro, demasiado hasta para alguien como ¨¦l, m¨¢s fuerte, m¨¢s centrado, m¨¢s endurecido que nunca. A Rasmussen, s¨ª, porque ya iba con el gancho y ced¨ªa tiempo zancada a zancada. Pero no a Holmen, que controlaba, se med¨ªa y tampoco iba tan deprisa,entre 3m 50s y 4m 50s el kil¨®metro, para quedarse seco de repente. Adem¨¢s, estaba en su ambiente, disfrutaba en el fr¨ªo.
Aun as¨ª, Rey tard¨® en moverse. Sigui¨® esperando, vigilando. Los espa?oles eran mayor¨ªa por entonces -los seis del equipo te?¨ªan de rojo el grupo de los fuertes, una docena escasa-, pero mayor¨ªa demasiado silenciosa. 'Hemos sido unos est¨²pidos', admiti¨® Javier Caballero, uno del sexteto; 'todos pens¨¢bamos que pod¨ªamos ganar y nadie quiso ser el primero en gastarse y que luego se aprovechasen los dem¨¢s'.
La situaci¨®n desesper¨® a Luis Miguel Landa, el responsable nacional del marat¨®n, que lleg¨® 'empapado y sin voz', y estupendamente enfadado, a la zona en la que sus chicos hac¨ªan declaraciones tras la carrera. 'En el kil¨®metro 25 ya empec¨¦ a gritarles: 'Venga, muchachos; a mover la carrera, que se van'. Y ellos, nada, tiesos como estatuas, sin mirar y sin reaccionar', se lament¨®; 'a los 30, les repet¨ª el mensaje: 'Muchachos, menead la carrera que la fastidiamos'. La misma reacci¨®n. Se ten¨ªan que haber turnado'.
Los atletas tambi¨¦n se hablaban. 'Cort¨¦s y yo tiramos un par de kil¨®metros en el 20 y redujimos la distancia, pero en cuanto vimos que se pon¨ªan en fila detr¨¢s de nosotros y nadie nos relevaba, nos paramos', record¨® Caballero; 'y Ziani va y dice en el 30 que hab¨ªa que pensar en tirar. Pero lo dijo desde atr¨¢s, sin ponerse manos a la obra'. Se part¨ªan de risa. Esperaban a ver qui¨¦n pringaba.
Cuando era imposible ganar, Rey atac¨® en busca del honor y la redenci¨®n -de 1999 a 2001 cumpli¨® una sanci¨®n de dos a?os por dopaje-, se llev¨® consigo al italiano Caimmi y al estajanovista Loskutov. Superaron a Rasmussen. No vieron a Holmen. Cuando ellos entraban al estadio, el finland¨¦s ya cruzaba la meta. En la ¨²ltima vuelta, el estonio se desembaraz¨® del toledano.
Un par de horas despu¨¦s, los seis espa?oles -tercero, quinto, sexto, s¨¦ptimo, noveno y und¨¦cimo- recib¨ªan la Copa de Europa por ser el mejor equipo.
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