Lecciones del Tr¨ªo de Damas
No est¨¢ siempre la mejor m¨²sica en los conciertos m¨¢s espectaculares ni en la magia de unos nombres m¨ªticos. As¨ª suele suceder en los ciclos santanderinos de las villas y lugares hist¨®ricos en los que la m¨²sica de c¨¢mara hace pros¨¦litos. Por ejemplo, en Santillana o en Suesa ha dado lecciones de belleza, rigor y emoci¨®n el denominado Tr¨ªo de Damas, compuesto por la soprano brit¨¢nica Kym Amps, la clavecinista espa?ola Laura Casanova y la violoncelista barroca Kaita Stephens, todas unidas en una sensibilidad culta expresiva y buceadoras de la m¨²sica pret¨¦rita compuesta por ilustres damas de convento o de corte.
Hermosas las monodias medievales ligadas al nombre de Hildegard von Bingen (1098-1179) sobre textos lit¨²rgicos, y no menos atractiva la cantata de Isabella Leonarda o la Vizzana, que profesaron la religi¨®n y la m¨²sica de los conventos de Novara y Bolonia a comienzos del XVII y en cuyos pentagramas resuena la elevaci¨®n transcendente de Monteverdi. Avanzada en el tiempo y en el pensamiento, la cantata Donna di Maest¨¢ nos descubre el talento musical de Barbara Strozi en esta sorprendente p¨¢gina escrita para el casamiento de Fernando III de Austria con Leonora II de Mantova. Pero acaso la cima del programa no lleg¨® hasta con Francesca Caccini (1587-1640), hija del celeb¨¦rrimo Giulio, que dio sentido al madrigal y aport¨® inventiva a la ¨®pera en la Camerata Fiorentina.
Por voz y estilo, la Amps y sus compa?eras transmiten plenamente vivas las emociones de otros d¨ªas y otros ¨¢mbitos, y lo hacen con naturalidad de mensajes nuevos. Esta musicolog¨ªa en vivo y estas m¨²sicas resucitadas son rincones de arte que cuentan hoy con p¨²blico interesado y valen por un cant¨®n de actuaciones convencionales. El ¨¦xito fue total.
Tambi¨¦n lo obtiene, en cada una de sus intervenciones, el organista de Notre Dame de Par¨ªs Philippe Lefebvre, capaz de abarrotar de p¨²blico el Santuario de la Bien Aparecida con el repertorio rom¨¢ntico de Mendelssohn, Franck, Vierne, Boellman y el propio Lefebvre. Y como corolario, antes y despu¨¦s de la experiencia musical, la contemplaci¨®n del paisaje desde los altos de la Bien Aparecida: una sinfon¨ªa en verdes ¨²nica y fascinante.
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