Sali¨® la cabra
En tercer lugar soltaron la cabra negra de los z¨ªngaros, esa que hace prodigios al son de la m¨²sica destemplada. Lo peor es que el animal andaba cojitranco de debilidad y perd¨ªa pie. Miguel Abell¨¢n se dedic¨® a cultivar la danza, a pesar de las ca¨ªdas de su pareja y, ni aun as¨ª le sacaba un muletazo, pues los recetaba fuera de cacho. Al final, enjaret¨® algunos adornos corridos que, por el tono que se daba, parec¨ªa hab¨¦rselos arrancado a una fiera. Mat¨® al encuentro. Una vara del Soro bast¨® para ensa?arse con el sexto. Por si era poco, lo estrellaron contra el burladero. El propio toro puso el resto, al huir raudo al refugio de las tablas. Abell¨¢n lo pas¨® de muleta y lo despen¨®.
Astolfi / Rivera, Ferrera, Abell¨¢n
Toros de Astolfi, mansos y deslucidos. Rivera Ord¨®?ez: pitos y ovaci¨®n. Antonio Ferrera: ovaci¨®n y ovaci¨®n. Miguel Abell¨¢n: vuelta protestada y silencio. Plaza de la Malagueta, 15 de agosto, 7? de abono. Media entrada.
Ferrera anduvo bastante en tensi¨®n toda la tarde, excesivamente envarado. No digo yo que tenga que salir relajado, pero no estar¨ªa de m¨¢s que lo hiciera con menos crispaci¨®n. Manej¨® bien el capote a la ver¨®nica, galleando ce?ido y ci?¨¦ndose, igualmente, el delantal. Las benderillas tuvieron emoci¨®n, aunque el consabido salto todav¨ªa no s¨¦ si da o quita. En el quinto destac¨® un par al quiebro. Aposent¨® bien los pies y jug¨® la mu?eca al natural, con el defecto de rematar alto. La faena fue a menos seg¨²n se paraba el toro. La segunda faena qued¨® en tierra de nadie, falta de medida, carente de ritmo y descompasada. El bajonazo final, sin excusas.
El cuarto, primo de la cabra, era manso pero se manten¨ªa en pie. Sac¨® un poco de genio en la primera serie y opt¨® por esconderse en tablas. Rivera le acept¨® la pelea y puso voluntad, que parece ser todo lo que puede poner. En el primero, otro mansurr¨®n, porfi¨® hasta que, inopinadamente, decidi¨® poner fin a la fiesta. El toro muri¨® de porque s¨ª. La presidencia olvid¨® el pa?uelo verde.
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