La punter¨ªa de El Cid
Una de dos: o el El Cid se cambia el apodo o se flagela haciendo horas extras en el carret¨®n hasta que aprenda a matar. Ni debe mancillar la memoria del Campeador, que dicen que era un fen¨®meno con la tizona, ni, y esto es lo m¨¢s grave, puede perder tantos triunfos por el p¨¦simo manejo de la espada.
Porque El Cid tiene calidad, y no como guerrero, sino como torero artista. Y mucha suerte, porque le salen toros nobles y con clase (tardar¨¢ en olvidarse de 'Guitarrero', el triunfador de San Isidro) y los torea con soltura y profundidad. Ayer, por ejemplo, sali¨® un ¨²nico toro potable y le toc¨® a ¨¦l. Era un inv¨¢lido que iba y ven¨ªa con dulzura, y el torero desgran¨® una labor muy vistosa en pases por ambas manos muy bien trazados, embarcando las embestidas y ligando con maestr¨ªa. Los naturales resultaron largos y profundos, y muy toreros los ayudados por bajo antes de perfilarse para matar y... pinchar. Pinch¨® en lo alto, pero pinch¨® que es la m¨¢s fea manera de poner colof¨®n a una buena faena. Volvi¨® a torear bien al ¨²ltimo, de peor condici¨®n, pero ante el que consigui¨® unos naturales de buena factura antes de que el animal le lanzara un hachazo que no hizo blanco en el cuello del artista. Mont¨® la espada y uno, dos, tres y cuatro pinchazos y cinco descabellos tras un aviso. Lo dicho: o cambia de apodo o que aprenda a matar, hombre de Dios.
De la Maza / Canales, Borrero, El Cid
Toros del Conde de la Maza, bien presentados, mansos y dif¨ªciles; el tercero, blando y noble. Canales Rivera, ovaci¨®n y palmas. Jos¨¦ Borero, palmas y silencio. Manuel Jes¨²s El Cid, oreja y silencio. Plaza de la Maestranza. 15 de agosto. Menos de media entrada.
Lo de sus compa?eros es m¨¢s dif¨ªcil por varias razones. La primera, porque se ven obligados a ponerse delante de una corrida que no quiere nadie. La ganader¨ªa del Conde la Maza tiene merecida fama de mansa, dificultosa y ¨¢spera, pero por razones que se escapan a la ciudadan¨ªa lidia todos los a?os en esta plaza. Y Canales y Borrero se estrellaron porque sus toros resultaron ser mulos con malas pulgas. La segunda, porque de las 3.010 personas (m¨¢s o menos) que hab¨ªa en los tendidos, diez era del pa¨ªs, y las tres mil restantes de nacionalidad tur¨ªstica que no tienen reparo alguno en convertir la Maestranza en un circo de gritos destemplados y ensordecedores para verg¨¹enza de la propia fiesta que, al menos en Sevilla, hace tiempo que toc¨® fondo. Y tercera, porque ambos vienen a la busca y captura de una oportunidad que los pasaporte al ¨¦xito, y los toros malos se unen a su falta de recursos, cuando no de ambici¨®n, y, unos por otros, la casa sin barrer.
Canales, valiente, decidido y serio ante su primero, soso y dif¨ªcil, y voluntarioso ante el violento quinto. Borrero tuvo peor suerte y se jug¨® el tipo y su futuro ante dos bichos que se lo quer¨ªan comer con patatas fritas.
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