'El miedo se utiliza porque se tiene miedo'
Desde finales de los a?os cincuenta, Jean Delumeau pasa todas sus vacaciones cerca de Chamonix. Ahora que se apresta a cumplir los 80 ya no es ¨¦l quien se ocupa del c¨¦sped que rodea el chal¨¦ desde el que contempla las monta?as. Ojos azules que r¨ªen, pelo de un blanco inmaculado, Delumeau conoce una renovada popularidad gracias a El miedo en Occidente, un libro publicado en 1978 y que, tras los atentados del 11 de septiembre, es le¨ªdo bajo otra perspectiva.
'?Es un libro de historiador!' aclara. 'Trato del miedo, que es un tema que no hab¨ªa sido estudiado desde una perspectiva hist¨®rica, entre el momento de la Peste Negra y el siglo XVIII. Debido a la epidemia Europa pierde, en muy poco tiempo, un tercio de su poblaci¨®n. Y hubo que buscar una explicaci¨®n a una cat¨¢strofe de tal magnitud. La falta, el pecado cometido colectivo, serv¨ªa para justificar que Dios hubiera abandonado a los fieles y los castigase, pero no bastaba. Se dijo que el aire estaba contaminado y el agua envenenada y primero se culp¨® de ello a los leprosos, luego a los jud¨ªos. Pero no hubo manipulaci¨®n por parte de las autoridades. Para encontrar una primera gran manipulaci¨®n del miedo hay que trasladarse a la Revoluci¨®n Francesa, que establece la relaci¨®n entre miedo y terror, que crea una ley que permite condenar a partir de la simple sospecha. El miedo al enemigo es combatido expandiendo el terror. El miedo se utiliza porque se tiene miedo', comenta Jean Delumeau.
'Es la Revoluci¨®n Francesa la que identifica miedo y terror'
PREGUNTA. Se ten¨ªa miedo a la peste, a los turcos, a los herejes, a las brujas, a los pobres... Hoy tenemos miedo al sida, al islam, a los inmigrantes, a los pobres... ?Existe una continuidad en los miedos?
RESPUESTA. Ciertas comparaciones son aceptables. El miedo al mendigo, su utilizaci¨®n como chivo expiatorio puede equipararse a como los ultraliberales pintan hoy al pobre, visto como gandul que vive a costa de la sociedad cuando no es presentado como un asesino potencial. Pero la opini¨®n p¨²blica europea recusa esta visi¨®n como recusa el lenguaje religioso de Bush, que excita la paranoia y propicia el choque de civilizaciones. Estados Unidos debiera hacer examen de conciencia. El terrorismo es injustificable, pero es dif¨ªcil creer que pueda desaparecer mientras el problema palestino est¨¦ ah¨ª, enquistado, mientras el pa¨ªs m¨¢s poderoso del planeta se niega a reconocer ciertos acuerdos internacionales, ya sean los de Kioto relativos al medio ambiente o los de un tribunal capaz de juzgar determinados cr¨ªmenes, o mientras se acepta como irremediable la miseria del Tercer Mundo. Las comparaciones no deben hacernos olvidar que nosotros hemos vivido una ¨¦poca en que el miedo no es una presencia diaria, como lo fue durante siglos. En la ¨¦poca que he estudiado, un franc¨¦s sab¨ªa que, cada ocho a?os, en una ciudad o zona de su pa¨ªs, hab¨ªa una epidemia de peste, que a lo largo de su vida iba a conocer como m¨ªnimo una hambruna, que no escapar¨ªa a una guerra, que cada d¨ªa pod¨ªa ser asaltado por los bandoleros, que cada noche pasada fuera de la ciudad era un riesgo, que cuando el sol se pon¨ªa no hab¨ªa que salir a la calle. Y eso s¨ª es distinto: hoy las ciudades son m¨¢s peligrosas que los pueblos.
P. La noci¨®n de 'cristiandad' en peligro, amenazada en su unidad, tiene su versi¨®n laica en el Estado o la naci¨®n frente al enemigo.
R. Hitler hizo eso, agit¨® el espectro de la patria en peligro ante el compl¨® judeomas¨®nico y bolchevique para asegurarse la unidad del pueblo tras su persona. Pero ¨¦l era el primero en creer en ese compl¨®. En otros de mis libros analizo factores que intervienen en la mayor o menor importancia que cobra el miedo como elemento estructurante o desestructurante de una sociedad. En Le p¨¦ch¨¦ et la peur muestro c¨®mo el discurso cristiano, a mediados del siglo XIV, agranda la noci¨®n de pecado y da cada vez m¨¢s importancia al infierno, al castigo. En el islam el pecado es menos importante pero lo es mucho m¨¢s el tab¨². Nosotros somos m¨¢s individualistas, venimos del examen de conciencia, el mismo que ha dado lugar a la moderna literatura introspectiva o al psicoan¨¢lisis. En otros vol¨²menes me he ocupado de los recursos de los que nos hemos dotado los humanos para combatir el miedo. En Rassurer et prot¨¦ger hablo de cierta iconograf¨ªa religiosa, de la virgen que nos ampara bajo su manto, de la proliferaci¨®n de bendiciones, de la multiplicaci¨®n de plegarias especializadas, de c¨®mo se exorcizaban los campos de cultivo, en definitiva, de c¨®mo se luchaba contra el miedo en la tierra o en el m¨¢s all¨¢. Y me he interesado por el para¨ªso, por la manera en que ha sido descrito y pintado. El tema de los ¨¢ngeles m¨²sicos, por ejemplo, ha dado pie a maravillosas representaciones del cielo, como la de un cuadro flamenco extraordinario que tienen ustedes en el museo de arte de Bilbao. No s¨®lo me he interesado por el miedo, sabe. Mi especialidad es el Renacimiento, me apasiona la pintura de Leonardo o Miguel ?ngel, los aspectos positivos de nuestra cultura cristiana. Soy creyente y he vivido mi ¨¦poca, la amenaza nuclear, los excesos t¨¦cnicos de nuestro mundo que ponen en peligro el planeta, la inquietud ante la manipulaci¨®n gen¨¦tica y, sobre todo, la explosi¨®n, el paro, que conlleva la desestabilizaci¨®n del individuo, la expansi¨®n de un miedo colectivo. Es el temor de este siglo XXI que comienza.
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