Mi suegro, en acci¨®n
Me llama mi suegra para decirme que ponga corriendo la tele, que mi suegro, no contento con salir en Telepuerto, ahora est¨¢ saliendo por La Primera. Y, ?pumba!, me cuelga. Me dio un vuelco el coraz¨®n, porque, como mi suegro tiene por costumbre irse a recortar mi art¨ªculo del peri¨®dico al Hogar del Pensionista, tuve el barrunto de que le hab¨ªan puesto una c¨¢mara oculta las autoridades de Asuntos Sociales o que sus propios compa?eros ancianos le hab¨ªan denunciado p¨²blicamente. Ser¨¢ que estoy francamente afectada por el caso Winona. De hecho, yo antes ten¨ªa la mano muy larga; me llevaba saleros de los restaurantes, toallas de los hoteles, cucharillas de Iberia; en fin, me hac¨ªa un ajuar, porque yo, a este mi segundo matrimonio, me present¨¦, hablando en plata, con una mano delante y otra detr¨¢s. Claro que mi santo dice que desde que puso los ojos en m¨ª se oli¨® que yo era una buena inversi¨®n, y acert¨®. Pongamos que hubiera elegido a otra m¨¢s guapa y menos ordinaria, ?estupendo!; pero, en cuanto se hubiera pasado la pasi¨®n desatada, ?qu¨¦ habr¨ªa quedado?: el hast¨ªo. En cambio, yo le doy una seguridad econ¨®mica. ?l me compara con las acciones de Pizza Hut: t¨² inviertes en esas acciones y no vas por ah¨ª presumiendo de que has invertido en acciones Pizza Hut porque queda megacutre, pero, a la chita callando, vives como dios.
Mi suegro es peludo, suave, tan blando por fuera que se dir¨ªa de algod¨®n
A lo que iba, que yo dej¨¦ de robar en cuanto tuve una posici¨®n p¨²blica; incluso antes, porque a mi santo, que nunca ha tenido ese vicio, le daba fatiga; a amigos como Rodr¨ªguez Rivero le entraban sudores al ver c¨®mo me met¨ªa en el bolso los chinitos con el culito en pompa que te ponen en el Villamagna para que apoyes los palillos. Lo que yo les digo: esas cosas las ponen para que te las lleves. Descarado. Pero ya me estoy quitando hasta de los chinitos. No quiero verme como Winona. Tampoco desear¨ªa que mi suegro se viera en dicho trance. Le tengo advertido que modere su afici¨®n al delito menor, porque su comportamiento nos puede afectar, pero mi suegro no atiende. Hay ma?anas que va al Hogar y, si ve que otro abuelo est¨¢ con EL PA?S, se larga y vuelve por la tarde. Lo que a ¨¦l le excita es ahorrarse un euro. La cosa es as¨ª: saluda a los abuelos que est¨¢n jugando al domin¨®, coge el peri¨®dico, hace como que lo lee, mira a un lado y a otro, recorta mi p¨¢gina, se la mete en el bolsillo, vuelve a saludar a los abuelos del domin¨® y sale a la calle como si llevara un cup¨®n premiado. Dice que su pensi¨®n s¨®lo le da para comprarse el peri¨®dico los domingos, que si yo escribo todos los d¨ªas le desequilibro el presupuesto y se ve abocado a la delincuencia. Yo me pongo el programa Gente, que soy una adicta, porque salen casos de abuelos a los que les construyen delante de su casa y no pueden ni abrir la ventana, o de abuelos que hacen tai-chi o parapente, o de abuelos que no pueden bajar a la calle y se comen al gato, o de abuelos que quieren cambiar de sexo; casos que a m¨ª, como soci¨®loga, me interesan, pero siempre estoy con el come come de que un d¨ªa uno de los reportajes en profundidad ser¨¢ sobre mi suegro. Y ese d¨ªa mi santo se va de Espa?a. Total, que con la mano temblorosa cog¨ª el mando y puse La Primera como me dijo mi suegra. Plaza de toros de El Puerto de Santa Mar¨ªa. Torea Ortega Cano. Sacan un primer plano de Roci¨ªto. Otro primer plano de Fidel. Y el tercero, de mi suegro. En primera fila de barrera. Tan flamenco. Lo llam¨¦ por la noche: 'Vaya pedazo de entrada que ten¨ªas'. Y me dice: 'Qu¨¦ va, nena; mi entrada era de las baratunas, pero fui saltando una valla y otra valla hasta que me coloqu¨¦ el primero, nena, que me daba en la cara el rebufo del toro al respirar y t¨®'. Me gustar¨ªa que le vieran ustedes la cara a mi suegro: parece que no ha roto un plato.
Mi suegro es peludo, suave, tan blando por fuera que se dir¨ªa de algod¨®n.
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