Madrile?ismo
Madrid es un g¨¦nero literario. No hay otra ciudad en el mundo que pueda presumir de ello. No hay parisismo, londonismo, berlinismo o barcelonismo. Pero hay madrile?ismo, con subg¨¦neros, algunos abominables, autosatisfechos y encantados de la vida. Pero existe un madrile?ismo 'de autor' que viene del XVII e incluye obras de Lope, V¨¦lez de Guevara o, sobre todo, Quevedo. Ley¨¦ndoles, creemos que aprendieron su idioma de Madrid (o quiz¨¢ fue Madrid el que aprendi¨® el suyo de ellos).
El madrile?ismo est¨¢ en autores del siglo XIX y XX como Larra, Mesonero, Ram¨®n G¨®mez de la Serna y muchos otros, hasta llegar al Cela de La colmena, al Umbral de la Traves¨ªa y m¨¢s ac¨¢. Las Letan¨ªas de Ram¨®n compendian la nostalgia madrile?a de sus a?os de Buenos Aires: 'Madrid es saber que el relente viene de la plaza de Oriente. As¨ª como en otras ciudades hay una ambici¨®n colectiva, Madrid es de un desinter¨¦s supino. Madrid es o¨ªr gritar a una madre ?a ver si te pongo el culo como un tomate!'.
Es un Madrid que no existe pero que existi¨® alguna vez, y deber¨ªa seguir existiendo: el mejor Madrid. Cada uno tiene el suyo, que es a menudo lo contrario del Madrid que se ve y que seguramente no podr¨¢ recuperar el nuevo alcalde o alcaldesa. Pero se sigue buscando, y el ¨²ltimo libro aparecido, El mar sin orilla, de Andr¨¦s Trapiello, es una prueba de ello. ?Qui¨¦n no ha sido madrile?ista alguna vez? Dice que de esta ciudad no se preocupa nadie, pero que 'uno acaba queriendo a Madrid como se quiere a la due?a de una pensi¨®n donde se ha vivido muchos a?os'. Lamenta lo mucho que se destruy¨® en la ciudad y la desaparici¨®n de tantos viejos caf¨¦s; recuerda la movida, que nadie sabe bien lo que fue, y elige, como Madrid ideal, el Madrid del Rastro. 'Una ma?ana de domingo, dice, muy de ma?ana, un d¨ªa de primavera, con los puestos de quincalla y cosas viejas por el suelo. Es entonces, en ese amanecer en el que nos alcanzan perfumes de la sierra y tibios vapores de tahona, cuando comprendemos que ese Madrid es ideal, imagen de nosotros mismos, con lo nuevo del aire y los viejos despojos por las aceras'.
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