Tiempos turbulentos
Las inundaciones que asuelan zonas de Rusia y diversos pa¨ªses de Europa central, en algunos lugares las m¨¢s graves en siglo y medio, han reactivado una pol¨¦mica que se plantea cada vez que se produce un fen¨®meno meteorol¨®gico extraordinario: ?es consecuencia de la variabilidad natural del clima o una de las primeras expresiones del cambio clim¨¢tico provocado por la civilizaci¨®n industrial? Dif¨ªcilmente se encuentran expertos que se manifiesten abiertamente por una u otra posibilidad, pero todos est¨¢n preocupados por la gravedad de los acontecimientos y cada vez son menos los que dudan de que el cambio clim¨¢tico es un hecho ante el que es necesario actuar.
El grupo internacional de cient¨ªficos que ya ha elaborado para Naciones Unidas tres extensos estudios sobre el tema, el ¨²ltimo presentado en 2001, ha llegado a una serie de conclusiones a las que otorga un alto grado de probabilidad. La principal es ¨¦sta: la actividad humana ha producido un aumento de la concentraci¨®n de di¨®xido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera, y como consecuencia de este tamp¨®n se ha producido un aumento medio de la tempertatura en la superficie terrestre de 0,6 grados cent¨ªgrados a lo largo del siglo XX.
Los c¨¢lculos prev¨¦n un acusado aumento de la temperatura en este siglo, entre 1,4 y 5,8 grados. Como consecuencia, el nivel del mar ha subido entre 10 y 20 cent¨ªmetros durante el siglo pasado y podr¨ªa llegar a m¨¢s de 80 cent¨ªmetros en el que estamos iniciando.
Los datos son significativos. El recalentamiento de la superficie terrestre inducido por el hombre ha reducido dr¨¢sticamente la cubierta invernal de nieve en el hemisferio norte (el 10% desde 1960), ha causado el retroceso de los glaciares y ha modificado el r¨¦gimen de lluvias, de forma desigual, en distintas ¨¢reas del planeta. En latitudes medias y altas, la frecuencia de las lluvias torrenciales lo ha hecho entre el 2% y el 4%, y la previsi¨®n es que la tendencia se prolongue. De ah¨ª que las inundaciones que est¨¢n marcando agosto se atribuyan por muchos al cambio clim¨¢tico dentro de una convergencia mayor de causas.
Hace tiempo que se considera una prioridad internacional la reducci¨®n de emisiones de di¨®xido de carbono y otros gases de efecto invernadero, con poco ¨¦xito, pese a la insistencia de algunos Gobiernos, cient¨ªficos y grupos conservacionistas de todo el mundo. El presidente alem¨¢n -su pa¨ªs es el m¨¢s afectado por las inundaciones- llamaba ayer a la reflexi¨®n sobre hasta qu¨¦ punto el hombre es el causante de semejantes cat¨¢strofes. El esfuerzo para evitar que la situaci¨®n vaya a peor ha de ser global, porque, independientemente de d¨®nde se contamine m¨¢s, las consecuencias abarcan todo el planeta. Y las futuras generaciones seguir¨¢n padeci¨¦ndolas, incluso si en los pr¨®ximos a?os se produjera un improbable recorte dr¨¢stico de las emisiones.
La realidad dram¨¢tica de grandes regiones anegadas, vidas perdidas y bienes culturales irrepetibles en peligro suministra tambi¨¦n argumentos a pol¨ªticos, estudiosos y ecologistas para reclamar que la cumbre de Johanesburgo sobre desarrollo sostenible, que comenzar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 26, no acabe en mera declaraci¨®n de principios: que sirva realmente para impulsar pol¨ªticas que combinen arm¨®nicamente desarrollo y respeto al medio ambiente. Europa, que en los ¨²ltimos a?os se ha erigido en defensora de las causas medioambientales en el concierto mundial, acude a la reuni¨®n surafricana con los deberes a medio hacer, tras una presidencia espa?ola escasamente preocupada por estos asuntos. Y enfrente tendr¨¢ a EE UU, que, con Bush al frente, parece m¨¢s decidido que nunca a mantener un modelo industrial basado en el despilfarro energ¨¦tico, el mismo que le llev¨® a rechazar el a?o pasado el Protocolo de Kioto.
Sea o no la causa inmediata y directa de las cat¨¢str¨®ficas inundaciones de estos d¨ªas, el cambio clim¨¢tico es una amenaza cierta. Vale la pena, por tanto, hacer un esfuerzo conjunto y en¨¦rgico para que la cita de Johanesburgo aporte soluciones reales.
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