'No se puede hablar de la Segunda Guerra Mundial sin tener en cuenta las anfetaminas'
No le gusta que le reconozcan como un experto en drogas, pero realmente lo es. Juan Carlos Us¨® es licenciado en historia y lleva m¨¢s de diez a?os profundizando sobre el tema. Antes de los estupefacientes, realiz¨® varios trabajos sobre las bibliotecas en Castell¨®n y la historia de la masoner¨ªa tanto en Castell¨®n, como en Alicante. Este ¨²ltimo trabajo no lleg¨® a publicarlo harto de que se le conociera como el chico de la masoner¨ªa.
Pregunta. ?Por qu¨¦ ese rechazo a que le tilden de experto?
Respuesta. No es un rechazo, pero parece que solo puedas saber sobre el tema que estas estudiando. Fui el chico de la masoner¨ªa, ahora soy el chico de las drogas. Es cierto que cuanto m¨¢s investigas m¨¢s sabes sobre cualquier tema, pero yo fundamentalmente me considero un historiador que investiga. Me interesan muchos temas.
P. S¨ª, pero usted lleva muchos a?os estudiando los narc¨®ticos.
R. Es cierto. La verdad es que es una cuesti¨®n que me llam¨® la atenci¨®n cuando ten¨ªa 9 o 10 a?os.
P. Fue usted muy precoz.
R. M¨¢s bien fue pura casualidad. A esa edad cay¨® en mis manos un libro sobre drogas y me llam¨® la atenci¨®n. Luego segu¨ª leyendo art¨ªculos de prensa. En el 69 se hablaba mucho sobre drogas y el mito hippie en Ibiza.
P. ?Por eso decidi¨® hacer su tesis doctoral sobre el tema?
R. Supongo que s¨ª. Realic¨¦ mi tesis titulada G¨¦nesis y desarrollo del problema de las drogas en Espa?a 1855-1993 y cuando la present¨¦, Fernando Savater estaba en el tribunal y me sugiri¨® que la publicara, pero no me lo tome muy en serio, pens¨¦ que lo dec¨ªa m¨¢s por compromiso, as¨ª que lo olvid¨¦. Luego, Antonio Escohotado insisti¨® en que lo hiciera. Realic¨¦ algunos cambios, mejor dicho, le di un aire m¨¢s literario, m¨¢s legible y al final se public¨® con el t¨ªtulo Drogas y cultura de masas en Espa?a.
P. ?Y qu¨¦ es lo que m¨¢s le llam¨® la atenci¨®n?
R. Hist¨®ricamente, las drogas siempre se han tratado seg¨²n los intereses del momento. Te das cuenta de que se inventan muchas excusas para prohibirlas. A principios de siglo, hasta 1918, las drogas estaban legalizadas a todos los efectos. Luego, se empezaron a restringir y s¨®lo se vend¨ªan con receta, hasta 1928 aproximadamente. A partir de ah¨ª, se prohibieron totalmente.
P. ?Hemos retrocedido?
R. Evidentemente. M¨¢s que las sustancias o sus efectos, a m¨ª me interesa la prohibici¨®n, No se puede hablar de la Segunda Guerra Mundial sin tener en cuenta las anfetaminas o el desembarco de Normand¨ªa quedar¨ªa cojo sin saber la importancia que tuvo la morfina.
P. Nunca se nos cont¨® as¨ª.
R. Por eso digo que soy historiador m¨¢s que experto en cualquier tema. No hubiera podido explicar el desarrollo de los narc¨®ticos sin darle una gran importancia al contexto hist¨®rico en que se desenvuelven. La conclusi¨®n es que no quieren legalizarlas porque tendr¨ªan que incorporarse a nuestra cultura y sin embargo, el uso de las drogas es capital en la historia contempor¨¢nea.
P. ?Y por qu¨¦ cree que existe esa rotunda negaci¨®n a legalizarlas?
R. Pienso que no es por los intereses creados que pueda haber respecto al tr¨¢fico ilegal, ni, por supuesto, por el perverso efecto escalada que suelen vendernos, ni por la prevenci¨®n de la salud p¨²blica. Me parece muy hip¨®crita porque mucho m¨¢s da?o puede hacer una empresa contaminante al respecto y sin embargo no se castiga de la misma forma. Creo que los efectos de las drogas atentan contra una de las claves de la sociedad capitalista: el tiempo. Por eso se prohibieron cuando surgi¨® la sociedad industrial.
P. Sin embargo, la marihuana ha formado parte de nuestra cultura.
R. Hasta los a?os treinta el c¨¢?amo se vend¨ªa con toda normalidad en diferentes formatos. Como extracto, aceite, cogollos e incluso, aqu¨ª, en el pueblo de Albal se hac¨ªa un vino de hach¨ªs conocido como Montecristo. Se reconoc¨ªan las propiedades medicinales de la planta. Era bueno para la ronquera, para el insomnio... ten¨ªa m¨¢s de ochenta indicaciones. Todo eso, de pronto, se ha olvidado.
P. ?Cree que cada vez se juega m¨¢s a desinformar que a informar sobre el asunto?
R. S¨ª. A principios de siglo, en los a?os veinte y treinta, ya se hablaba de los para¨ªsos artificiales y las drogas se trataban de una forma muy rigurosa. En los sesenta, se empez¨® a generalizar y ahora se escriben verdaderas barbaridades sobre el tema. Ya no se sabe diferenciar nada, todo es un l¨ªo. Hemos retrocedido mucho al respecto.
P. Lo ¨²ltimo ha sido la denuncia de los hongos alucin¨®genos como un gran descubrimiento.
R. Es que, si no fuese porque es un tema muy serio, dar¨ªa risa. Los hongos alucin¨®genos existen desde las m¨¢s antiguas civilizaciones. Incluso muchas religiones han surgido gracias a ellos. En los sesenta, Carlos Castaneda escribi¨® varios libros sobre el tema. Y de repente, ahora se habla de ellos como si fueran una nueva droga. Es muy triste que no haya m¨¢s preocupaci¨®n por tratar las cosas con mayor rigor.
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