EL BOTICARIO DE CREMONA
Los primeros violines construidos por Andrea Amati en 1564 fundaron la c¨¦lebre escuela de luthiers de Cremona. Un pupilo de Nicol¨° Amati, nieto de Andrea, introdujo a partir de 1690 varias innovaciones en la forma y el barniz del instrumento que le dotaron de su actual sonido brillante, penetrante y expresivo. El tipo se llamaba Antonio Stradivari. La ¨²nica raz¨®n que impide hoy a un violinista vender una mano para hacerse con uno de los 600 Stradivarius que se conservan en el mundo es que luego no podr¨ªa tocarlo. Tres siglos de investigaci¨®n ac¨²stica se han revelado incapaces de descubrir el secreto del luthier de Cremona. Las formas de sus violines pueden copiarse, sus maderas imitarse, sus barnices analizarse, pero nadie sabe c¨®mo hacer un Stradivarius. Salvo Joseph Nagyvary, tal vez.
Nagyvary no es un especialista en ac¨²stica, sino un profesor de bioqu¨ªmica en la Universidad de Tejas. A principios de los a?os sesenta recibi¨® en Z¨²rich sus primeras lecciones de viol¨ªn, y tuvo en sus manos un instrumento que hab¨ªa pertenecido a Albert Einstein. Seg¨²n aseguraba el pasado 10 de junio en la edici¨®n electr¨®nica de Scientific American, esa experiencia estimul¨® su inter¨¦s por las cuestiones cient¨ªficas que subyacen a la percepci¨®n musical. Oigan c¨®mo el bioqu¨ªmico describe el sonido de un Stradivarius: 'Parpadea, tiembla, oscila como la luz de una vela; es una buena combinaci¨®n de brillantez y oscuridad'.
Nagyvary est¨¢ convencido de haber descubierto el secreto de Antonio Stradivari: un secreto que ni el propio Stradivari conoci¨®, como ver¨¢n. En su p¨¢gina web (www.nagyvaryviolins.com), adem¨¢s de vender violines, ofrece una audici¨®n del Concierto de Sibelius interpretado por la violinista Zina Schiff en dos tomas: una, con un Stradivarius. Otra, con un viol¨ªn construido por Nagyvary. El profesor de bioqu¨ªmica reta al visitante a descubrir cu¨¢l es cu¨¢l, y promete publicar los resultados del test en un futuro cercano.
Durante un viaje a Mil¨¢n, Nagyvary repar¨® en que los objetos de madera antigua -tanto los muebles como los instrumentos musicales- estaban profusamente agujereados por la carcoma. Cremona est¨¢ a pocos kil¨®metros al sureste de Mil¨¢n, pero ni sus muebles antiguos ni sus c¨¦lebres violines parec¨ªan padecer esa plaga. ?Por qu¨¦?
M¨¢s o menos en los mismos a?os en que Andrea Amati fund¨® la escuela de Cremona, a mediados del siglo XVI, la industria de la madera experiment¨® un cambio en esa ciudad, tan anegada por la carcoma como todo el resto de la regi¨®n de Lombard¨ªa, Mil¨¢n incluido. Los madereros de Cremona empezaron a aplicar una sustancia insecticida a la superficie de la madera. La base de esa f¨®rmula era un mineral pulverizado al que los alquimistas de la ¨¦poca llamaban la sal de las gemas. Nagyvary buce¨® en la letra peque?a de los textos hist¨®ricos cremonenses y pudo saber que era el boticario local de esa ciudad el que preparaba la f¨®rmula y vend¨ªa la soluci¨®n a los industriales madereros. Los cristalitos del mineral pulverizado se introducen en los poros de la madera y matan a las larvas de la carcoma que se los comen. Pero Nagyvary descubri¨® que tambi¨¦n tienen otro efecto: confieren a la madera una rigidez y unas propiedades vibratorias muy especiales.
El profesor de bioqu¨ªmica asegura en su p¨¢gina web: 'Probablemente, ni el boticario de Cremona ni los fabricantes de violines eran conscientes del profundo efecto ac¨²stico que ten¨ªa la sal de las gemas, que en esa ¨¦poca se utiliz¨® sistem¨¢ticamente en las maderas destinadas a todo tipo de muebles de calidad'.
?Por qu¨¦ ni la familia Amati ni Antonio Stradivari transmitieron su secreto a las siguientes generaciones? Pues porque no ten¨ªan ning¨²n secreto que transmitir, aparte de su gran maestr¨ªa artesanal, que por otra parte no era mayor que la de los mejores luthiers alemanes o franceses. No es que Stradivari se llevara su secreto a la tumba. Es que, coincidiendo m¨¢s o menos con su muerte, la industria maderera de Cremona renunci¨® a la sal de las gemas y la sustituy¨® por otros insecticidas m¨¢s modernos, m¨¢s eficaces, m¨¢s baratos... y carentes de propiedades ac¨²sticas. Una vez conocidas las l¨ªneas generales de las t¨¦cnicas madereras de la ¨¦poca, Nagyvary ha podido experimentar con una variedad de minerales pulverizados, pol¨ªmeros sint¨¦ticos y hasta c¨¢scaras trituradas de gambas, que al parecer tienen unas curiosas propiedades ac¨²sticas, vaya usted a saber por qu¨¦. Quien quiera comprobar los resultados de sus exploraciones puede hacerlo en el test mencionado m¨¢s arriba. Lo que Nagyvary no ha logrado averiguar es la composici¨®n exacta de la sal de las gemas. Ese secreto s¨ª que se lo llev¨® a la tumba el boticario de Cremona.
ENRIQUE FLORES
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