El momento de la ley
El debate de ayer en la Diputaci¨®n Permanente del Congreso sobre la eventual ilegalizaci¨®n judicial de Batasuna result¨® m¨¢s interesante que muchas de las pol¨¦micas previas. Lo cual m¨¢s bien avala la decisi¨®n de implicar a la C¨¢mara en la iniciativa, aunque sea el Gobierno el que formalmente la promueva ante el Tribunal Supremo. Su rechazo a esa implicaci¨®n del Parlamento fue el argumento de CiU para abstenerse en la votaci¨®n, pese a manifestar su criterio de fondo a favor de la ilegalizaci¨®n: que un partido que favorece al terrorismo 'no puede permanecer en la legalidad'.
Su portavoz, Manel Silva, tuvo inter¨¦s en desmarcarse de planteamientos equidistantes o favorables a mantener la Ley de Partidos congelada: CiU defiende el imperio de la ley y se opone a condicionar su aplicaci¨®n a criterios de oportunidad. 'Es el tiempo del derecho, no de la pol¨ªtica', dijo Silva. Pero es el Gobierno el que debe responsabilizarse de la iniciativa para no involucrar al Parlamento en un posible fracaso de la misma en el Supremo o si fuera luego desautorizada por el Constitucional o por Estrasburgo. Esa posici¨®n ya fue defendida por CiU en la tramitaci¨®n de la ley, sin que su rechazo le impidiera votar a favor de la norma.
Lo importante es que la decisi¨®n corresponda a los jueces, y no tanto qui¨¦n inste su intervenci¨®n. En todo caso, una vez que la ley acept¨® el criterio que faculta al Parlamento para instar al Gobierno a tomar la iniciativa, resulta exagerado tomar pie en esa divergencia procesal para desmarcarse del voto mayoritario. Las razones de Silva fueron muy diferentes a las del portavoz del PNV, Gonz¨¢lez de Txabarri, pero es evidente que el desmarque tiene un significado pol¨ªtico en s¨ª mismo: el de no dejar solo al nacionalismo vasco. Es discutible que ese respaldo sea la mejor manera de apoyar a los sectores del PNV (ahora silenciados) con los que seguramente se identificaba Pujol cuando hace meses admiti¨® que 'todos nos hemos equivocado respecto a ETA' y critic¨® la no ruptura inmediata del nacionalismo vasco con Lizarra tras el primer atentado, y cuando aval¨® la nueva Ley de Partidos.
El debate de ayer dio ocasi¨®n a socialistas y populares para responder a algunos de los t¨®picos del PNV sobre la cuesti¨®n: por ejemplo, el de que sus promotores presentan la ley como la panacea para acabar con ETA, el que atribuye a la iniciativa la intenci¨®n de trastrocar el mapa electoral en beneficio de los no nacionalistas o el de que la norma favorece a ETA porque su mundo se fortalece en la clandestinidad.
A esto ¨²ltimo replic¨® el socialista L¨®pez Aguilar preguntando a Txabarri si propon¨ªa la legalizaci¨®n del terrorismo para que no se beneficie de esa clandestinidad. El portavoz del PP, Berm¨²dez de Castro, refut¨® la acusaci¨®n de que se ilegalizaban ideas recordando que existen partidos independentistas pac¨ªficos que nadie ha pensado prohibir, y tambi¨¦n que quienes hoy se ven empujados a la clandestinidad son los dem¨®cratas no nacionalistas, perseguidos por defender sus ideas en p¨²blico. Estuvo muy desafortunado Txabarri al acusar de utilizar un 'tono lastimero' a quienes le recordaron esas evidencias.
Felipe Alcaraz defendi¨® la coherencia de que Izquierda Unida se abstuviera ayer pese a haber votado contra la Ley de Partidos en junio. Su argumento fue que quer¨ªan aparecer como abogados de la libertad y el pluralismo, y no como defensores de Batasuna. El resultado final de la votaci¨®n refleja un menor respaldo (del 95% al 90%, aproximadamente) a la iniciativa que el que tuvo hace dos meses la ley. Pero tambi¨¦n se reduce, merced a las abstenciones de IU y del BNG, el rechazo directo, lo cual es bastante significativo del efecto del ¨²ltimo atentado de ETA. Ayer se votaba ¨²nicamente si se convocaba o no un pleno extraordinario, pero los portavoces no esquivaron las cuestiones de fondo que deber¨¢n ser el eje del debate del lunes pr¨®ximo: en resumen, si Batasuna es un partido como los dem¨¢s, al que ampara el principio pluralista, o parte del entramado terrorista.
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