'CUANTO M?S TIEMPO ESTOY ABAJO, CON LOS POBRES, MEJOR ME SIENTO'
Pregunta ?C¨®mo empez¨® en esto?
Respuesta. Ten¨ªa 23 a?os, hab¨ªa sacado la carrera de economista con buena nota y pertenec¨ªa a una familia relativamente conocida de Arrecifes. Supongo que por todo esto vinieron a buscarme los rotarios.
P. ?Ya era rico?
R. La familia hab¨ªa trabajado muy duro desde que lleg¨®. Ten¨ªamos una posici¨®n c¨®moda.
P. ?Qu¨¦ le dijeron los rotarios?
R. Fue sencillo: que me uniera al grupo.
P. ?Bajo qu¨¦ cla¨²sulas?
R. ?Cla¨²sulas? La cuota y...
P. No, m¨¢s bien morales.
R. Bueno, la filosof¨ªa rotaria es muy simple. Se trata de aplicar el sentido com¨²n y los principios usuales de convivencia. Es decir, el valor a la palabra dada, el mantenimiento de una actitud solidaria y la exhibici¨®n de una conducta moral.
'Mi despacho nunca cobra los estudios sobre proyectos filantr¨®picos, sean de la variante que sean'
'El rotario, a diferencia del fil¨¢ntropo, no da el dinero para un hospital, sino que lo construye y lo pone en funcionamiento'
P. ?Qu¨¦ es una conducta moral?
R. Lo usual: no robar, no maltratar, no delinquir.
P. ?No especular?
R. ?Qu¨¦ quiere decir?
P. Si se le permite la especulaci¨®n financiera a un rotario.
R. S¨ª, siempre que est¨¦ dentro de unos m¨¢rgenes y que ese juego del capital se compense adecuadamente con otras actividades.
P. ?Usted la practica?
R. Ehh... Yo tengo diversos negocios y, bueno, el movimiento del dinero forma parte inevitable de los negocios.
P. ?Qu¨¦ hace usted por los dem¨¢s?
R. Bueno, es que ¨¦se es mi trabajo.
P. Concretamente, quiero decir. En tiempo y en dinero.
R. El cincuenta por ciento de mi tiempo es rotario. Soy el contribuyente principal de un hogar infantil en mi pa¨ªs. Y mi despacho nunca cobra los estudios sobre proyectos filantr¨®picos, de la variante que sean.
P. ?La solidaridad es un lob-by?
R. Imagino lo que quiere decir. Siempre hay que tener cuidado con la gente que se acerca, aparentemente, a ayudar y que en realidad busca que le ayuden. En el Rotary y en la vida. Pero cuando esto sucede, naturalmente, actuamos.
P. ?Ha habido expulsiones por ese asunto?
R. Expulsiones... Se van solos. Cuando alguien ve que los dem¨¢s, los que te rodean, en las mesas de debate, en la actividad, no hablan tu mismo lenguaje se produce una situaci¨®n inaguantable. Es as¨ª que optan por dejarlo.
P. ?Hay rotarios en cualquier lugar?
R. Hay rotarios en 204 pa¨ªses o regiones geogr¨¢ficas.
P. ?D¨®nde no los hay?
R. En Vietnam. En Cuba. ?Quiere que le cuente una an¨¦cdota con Fidel Castro?
P. Bueno, son casi un g¨¦nero.
R. Ja, ja. Es verdad que hay mucha gente que cuenta an¨¦cdotas con Castro. Le dir¨¦. Los rotarios fueron muy importantes en la Cuba de antes de la revoluci¨®n. Cuba fue el primer pa¨ªs de Am¨¦rica donde hubo un club organizado. Y era importante: una de las avenidas centrales de La Habana se llama avenida Rotaria. Bueno, yo le explicaba a Fidel Castro todo esto. ?l me miraba hasta que habl¨®: 'Bueno, se?or, Rotary puede funcionar en Cuba sin ning¨²n problema. Al fin y al cabo, fueron ustedes los que se marcharon'.
P. ?Le han hecho caso?
R. No. No tenemos garant¨ªas de que pudiera darse un funcionamiento adecuado.
P. ?El Estado no le quit¨® al fil¨¢ntropo todo su trabajo?
R. No. Es cierto que entre los fundamentos del Estado moderno est¨¢ la organizaci¨®n de la filantrop¨ªa. Pero s¨®lo hay que echar un vistazo a la situaci¨®n que atraviesan muchos de esos Estados. Sin ir m¨¢s lejos, el de mi pa¨ªs, el Estado argentino. Cuando uno advierte la extensi¨®n y la hondura de la corrupci¨®n se siente muy reafirmado en su empe?o. O sea que si los pol¨ªticos utilizan el dinero p¨²blico para fines privados es perfectamente l¨®gico, y necesario, que nosotros utilicemos el dinero privado para fines p¨²blicos.
P. ?Por qu¨¦ cree usted que la bondad es sospechosa?
R. ?C¨®mo dice?
P. Nadie se acaba de fiar de uno que sea muy bueno.
R. Es la primera vez que alguien me dice algo as¨ª.
P. Bueno, lo siento.
R. Ehhh. Aunque s¨ª, s¨ª, d¨¦jeme recordar. S¨ª, un funcionario del departamento de emigraci¨®n norteamericano. Me pregunt¨® a qu¨¦ y por qu¨¦ hab¨ªa venido al pa¨ªs. Yo le expliqu¨¦ los proyectos que llevaba entre manos. Sigui¨® pregunt¨¢ndome. Qui¨¦n me pagaba. Qu¨¦ esperaba encontrar a cambio. Hurgaba en los motivos. A medida que yo se los explicaba, se mostraba m¨¢s interesado y m¨¢s receloso. Aquello dur¨® un buen rato. Al final volvi¨® a mirarme, m¨¢s largamente, y me dijo: 'No le creo una sola palabra de lo que me ha dicho. Nadie hace nada si no recibe nada'. Y cuando acab¨®, sell¨® mi visa y mi pasaporte con gesto en¨¦rgico y me los devolvi¨® sin bajar la mirada. O sea que quiz¨¢ no ande usted equivocado.
P. Dar no deja de ser cambiar. Lo que tal vez no conceb¨ªa el funcionario es que usted recibiera a cambio una mercancia... espiritual.
R. Es verdad que en el entregar algo se busca algo. No es verdad, por el contrario, que siempre se encuentre. Pero ah¨ª tambi¨¦n se vislumbra una de las diferencias entre el fil¨¢ntropo individual y el rotario. Al fin y al cabo el que da es el club. Y, qui¨¦ralo o no, en ese paso la presunta vanidad del dar queda notoriamente amortiguada. Es una despersonalizaci¨®n que a m¨ª me parece muy conveniente.
P. Insinuaba que hab¨ªa m¨¢s diferencias entre fil¨¢ntropos y rotarios.
R. S¨ª, la filantrop¨ªa es un camino en una sola direcci¨®n, como si dij¨¦ramos. Uno da y ya est¨¢. Algo similar sucede con el voluntariado: uno se compromete para una misi¨®n que empieza y acaba. Pero el rotario se compromete en un proyecto. No da el dinero o su trabajo y se desentiende, sino que dise?a un proyecto y participa en ¨¦l hasta que est¨¢ alzado. Es decir, no da dinero para un hospital, sino que lo construye y lo pone en funcionamiento.
P. Usted lleva la vida de un hombre de negocios.
R. Yo llevo una vida de mucho sacrificio.
P. Quiero decir que buen parte de su vida pasa en condiciones de confortabilidad que poco tiene que ver con las de aquellos que socorre.
R. S¨ª, eso es verdad.
P. ?C¨®mo lleva el contraste?
R. Yo atiendo mis negocios, claro. Pero en la otra mitad de la vida bajo a la arena y trabajo entre los m¨¢s pobres. Lo que puedo decirle respecto a eso es que cuanto m¨¢s tiempo estoy abajo, mejor me siento.
POLIOMIELITIS
El Rotary Club, que celebr¨® hace pocas semanas su reuni¨®n anual en Barcelona, est¨¢ a punto de ultimar con ¨¦xito el proyecto de erradicaci¨®n de la poliomielitis en el mundo. En 1985, cuando empez¨® esta particular campa?a contra la enfermedad, se contaban 350.000 casos en 127 pa¨ªses. 17 a?os despu¨¦s los casos se han reducido a 103 y los pa¨ªses a seis. Este es un ejemplo espectacular -y compartido con muchos otros- de la actividad filantr¨®pica del que entre 1996 y 1997 fue presidente del club (los rotarios no mandan m¨¢s de un a?o) y que ahora lleva los asuntos de la Fundaci¨®n Rotaria, el se?or Luis Vicente Giay, argentino de 1938, hombre de negocios con la mitad de su tiempo dedicado a la solidaridad, rotario convencido de que la filantrop¨ªa organizada no es solamente un ant¨ªdoto contra la deshumanizaci¨®n de la pol¨ªtica, sino la correcci¨®n -pol¨ªtica, beligerante- del desvar¨ªo de los gestores del Estado cuando aplican el esfuerzo com¨²n a la corrupci¨®n privada. La actividad de Giay se desarrolla en ocasiones en medios dif¨ªciles. En lugares, por ejemplo, donde la posibilidad de inmunizar a un ni?o contra una enfermedad determinada est¨¢ prohibida por la ley y la costumbre. Este tipo de sucesos han fortalecido su convicci¨®n de que cualquier relativismo (m¨¢s o menos cultural) debe detener su l¨®gica ante el absoluto del hombre.
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