El poeta de la democracia
La biograf¨ªa de un poeta puede romper cierta monoton¨ªa en nuestras lecturas. La del mayor poeta norteamericano desaf¨ªa todos los t¨®picos, respecto de ¨¦l mismo y de su pa¨ªs, contradictorios ambos hasta lo incre¨ªble. Aqu¨ª se libera a Whitman de simplificaciones o falsificaciones, aunque no siempre sea para bien. Loving ha querido superar las 15 biograf¨ªas existentes (la ¨²ltima es de hace ya cuarenta a?os), escribiendo una definitiva, que tenga en cuenta los manuscritos aparecidos y los nuevos estudios.
Whitman quiso siempre vivir de manera 'literal, no literaria'. La biograf¨ªa de Loving es digna de ese proyecto po¨¦tico sin plegarse por ello a las directrices del poeta. Extensa y detallada, capta las paradojas del biografiado en su largo viaje desde el primitivismo hasta la literaturizaci¨®n. La canonizaci¨®n laica de Whitman, en efecto, empieza por ¨¦l mismo: poes¨ªa, notas, diarios, art¨ªculos, (auto)rese?as y hasta una especie de autobiograf¨ªa. Loving documenta todas sus peripecias: maestro, constructor en Brooklyn, impresor, periodista, enfermero, administrativo, conferenciante... Fue despedido de un peri¨®dico por ser 'poeta sucio', privado de otras colaboraciones en prensa por los cl¨¦rigos ortodoxos e incluso expulsado de la administraci¨®n por los dem¨®cratas. Lo vituperaron los cr¨ªticos m¨¢s miopes del peri¨®dico m¨¢s poderoso, que atacaban la 'obscenidad' del que hab¨ªa osado cantar 'los oficios y la sexualidad'. El mismo The New York Times, que ha calificado esta biograf¨ªa de 'tesoro', asever¨® en la necrol¨®gica de Whitman que no pod¨ªa llam¨¢rsele 'gran poeta, a menos que neguemos a la poes¨ªa la categor¨ªa de arte'.
WALT WHITMAN. EL CANTO A S? MISMO
Jerome Loving Traducci¨®n de Carles Roche Paid¨®s. Barcelona, 2002 506 p¨¢ginas. 35 euros
La minuciosidad de Loving nos
permite conocer la gran flexibilidad con que el poeta (in)cumpl¨ªa sus horarios laborales. Alguno de los poemas de Hojas de hierba se escribi¨® -man¨ªa de impresor exigente- s¨®lo para equilibrar una p¨¢gina, cuyo facs¨ªmil se adjunta aqu¨ª. Tambi¨¦n est¨¢n las fotograf¨ªas de su familia: padres y hermanos, porque este hombre admirable -tan lejos de los modelos presentes- ni se cas¨® ni tuvo hijos. Dado que los padres de nuestros poetas -como escribi¨® otro- nos interesan a¨²n menos que los padres de nuestros amantes, el mayor atractivo est¨¢ en compararlo gr¨¢ficamente con sus hermanos, en una suerte de vidas tan paralelas como divergentes. Se trata de un aspecto importante, porque Whitman cuid¨® mucho sus retratos fotogr¨¢ficos, pict¨®ricos y escult¨®ricos, y era un firme creyente en ciencias hoy olvidadas como la fisionom¨ªa y la frenolog¨ªa.
Loving afina hasta sutilezas casi escol¨¢sticas. ?Qu¨¦ quiere decir Whitman cuando afirma que durmi¨® con determinado amigo? ?Implicaba o no intimidad sexual? Sus hip¨®tesis y los art¨ªculos citados en las notas muestran hasta d¨®nde pueden llegar los estudiosos. A nosotros de nada nos sirve que se invoquen los usos generales del lenguaje o del cuerpo en aquellos a?os, cuando se trata de alguien que por definici¨®n ejercit¨® ambos -lenguaje y cuerpo- de modo absolutamente particular. ?No es eso un poeta?
El hecho de que el biografiado y el bi¨®grafo sean norteamericanos tiende algunas grandes l¨ªneas que sugieren su integraci¨®n en la perspectiva larga de la historia. As¨ª, Loving anota que Whitman es ajeno al concepto de homosexual (la palabra surge en 1892 en ingl¨¦s), a la homofobia como actitud organizada (para la sociedad americana constituye un fen¨®meno t¨ªpico del XX), y, por supuesto, a las recientes lecturas gays de su obra. Claro que todo ello es algo m¨¢s que un azar cronol¨®gico: en su obra y en su vida, Whitman, que cre¨ªa en una humanidad sin fragmentaciones, neg¨® cualquier diferencia con los otros varones de su comunidad pol¨ªtica.
Whitman queda definido en su ¨¦poca, pero se le ve desde la nuestra, como es l¨®gico. Al describir la dieta de Whitman alude Loving a su alto contenido en colesterol, con una curiosa preocupaci¨®n post mortem. M¨¢s relevantes parecen los datos sobre estatura, peso y salud del poeta, porque complementan algunos autorretratos po¨¦ticos igualmente cuantitativos. Lo mismo vale para su oposici¨®n al alcohol, su total abstenci¨®n del tabaco y su defensa del agua como bebida. Ah¨ª refleja Loving el activismo social y pol¨ªtico del poeta, que se uni¨® a quienes quer¨ªan liberar a la clase obrera de las servidumbres del alcoholismo. Tiene eso adem¨¢s una doble dimensi¨®n literaria, aunque Loving apenas la roce: su diferencia con los poetas europeos, mayoritariamente defensores -de entonces para ac¨¢- del consumo de todo tipo de drogas. Claro que ah¨ª se fragua otra oposici¨®n entre Whitman como poeta cl¨¢sico (digamos antiguo, con P¨ªndaro a lo lejos) y una poes¨ªa europea a la que le cuesta mucho salir del posromanticismo. Por otra parte, un cl¨¢sico es alguien irrepetible: por eso lo m¨¢s parecido a Whitman que dar¨¢ Estados Unidos -generaci¨®n beat, poetas de protesta en los sesenta- ser¨¢n al mismo tiempo distintos a ¨¦l.
El contraste con Europa es una
de las constantes en esta biograf¨ªa. Al encontrarse con un joven Oscar Wilde, el anciano Whitman encarna ya la tradici¨®n m¨¢s sobria: tambi¨¦n ayudan a esa literatura comparada las fotograf¨ªas. Sin embargo, la contraposici¨®n de Whitman con la poes¨ªa europea, o m¨¢s exactamente con la poes¨ªa literaria tradicional, se hace visible -otra paradoja- en su compleja relaci¨®n con los otros grandes poetas norteamericanos del momento, especialmente Emerson, Thoreau y Poe. Loving mantiene en este caso la ponderaci¨®n general de la biograf¨ªa, y desvela la ant¨ªtesis entre el bardo radical y el arist¨®crata de Nueva Inglaterra. Por cierto, que falta en el libro al menos una menci¨®n a la Oda que Lorca dedicara a Whitman.
Por supuesto, se describe d¨®nde y cu¨¢ndo naci¨® el poeta, y d¨®nde y cu¨¢ndo muri¨®, con im¨¢genes de todo ello. A m¨ª me ha interesado m¨¢s saber que en su ¨²ltimo libro, muy breve ya, a las puertas de la muerte, 'no predomina el temor, sino el sentido de lo maravilloso'.
'Oh capit¨¢n, mi capit¨¢n'
WHITMAN MERECE sin ninguna duda el sobrenombre con el que se le conoce en su patria: Poeta de la Democracia. La conjunci¨®n de ambas palabras griegas crea un concepto que se cuenta entre las aportaciones mejores de nuestro pasado hel¨¦nico. No deja de ser una paradoja que en la modernidad ese ideal lo haya cumplido un poeta norteamericano, salvaje 'como un b¨²falo', seg¨²n el calificativo de Emerson. Rompiendo con la agotada tradici¨®n europea, Whitman fue capaz de conectar con lo mejor de la herencia antigua, por genealog¨ªa o por analog¨ªa. En estas p¨¢ginas se ve que luch¨® denodadamente por ser el poeta de la Rep¨²blica americana, fundada en gran medida sobre modelos grecorromanos. Cuando los estudiantes del Dartmouth College lo invitaron para la clausura del curso en 1872, buscaban en ¨¦l simult¨¢neamente 'el canto a la naturaleza y los bosques de Am¨¦rica', 'el poder de Homero y Horacio' y 'la celebraci¨®n de la progenie igual de la madre democracia'. Whitman vivi¨® intensamente los conflictos de su sociedad: esclavismo, emigraci¨®n, pena de muerte, liberaci¨®n de la mujer... Contradictorio -mejor que ambiguo-, quiz¨¢ consigui¨® ser poeta de todos porque capt¨® las tensiones de un pa¨ªs que se debat¨ªa entre el optimismo democr¨¢tico y las convenciones puritanas. Apoy¨® siempre a los dem¨®cratas y admir¨® apasionadamente a Lincoln, hasta el punto de elaborar una leyenda en torno a su trato con el presidente, y de sugerir que lo acompa?aba en el momento del magnicidio. Oh capit¨¢n, mi capit¨¢n fue, mientras Whitman vivi¨®, su poema m¨¢s famoso. Al mismo tiempo, tuvo brotes de conservadurismo no siempre explicados. Podando deliberadamente algunos de sus textos se le ha acusado de racista y de mis¨®gino. Loving los cita ¨ªntegramente y aclara que siempre fue, si no un antiesclavista, s¨ª un free-soiler, es decir, un partidario de que los negros lograsen su libertad plena en una nueva naci¨®n, porque nunca podr¨ªan integrarse en la sociedad americana. Contrario a las monarqu¨ªas y aristocracias del viejo continente, eso no le imped¨ªa defender la anexi¨®n de M¨¦xico a Estados Unidos, por temor a que se contagiara de los aires revolucionarios de Francia. El poeta de la Rep¨²blica estaba ya en la transici¨®n al imperio, como le pas¨® a los de la ¨¦poca aug¨²stea. Tampoco tuvo reparos para felicitar a la reina Victoria -nacida el mismo a?o que ¨¦l- por su septuag¨¦simo cumplea?os, con un poema que sabiamente no incluy¨® en Hojas de hierba. Y que nadie se enga?e: esos lujos s¨®lo pod¨ªa permit¨ªrselos un dem¨®crata radical. La naturaleza, los animales, la sexualidad libre, la camarader¨ªa con los obreros musculosos y rudos, el periodismo, la libertad en los temas y en la m¨¦trica de su poes¨ªa: todo eso lo convirti¨® en traducciones sucesivas de una misma igualdad elemental, de una homogeneidad c¨®smica que forzosamente ha de contener contrarios. El sin¨®nimo pol¨ªtico de todo eso -a la vez sin¨®nimo po¨¦tico- fue para ¨¦l la democracia.
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