El Fondo Monetario del se?or O'Neill
Hay dos escenas que si no fuera por su patetismo, o quiz¨¢ a causa de ¨¦l, qui¨¦n sabe, deber¨ªan ser interpretadas por el viejo Groucho. Las dos resumen la encrucijada del Fondo Monetario Internacional (FMI). El personaje de ambas no forma parte del elenco del FMI, pero manda mucho en ¨¦l. Su nombre es Paul O'Neill. No se llama igual que el secretario del Tesoro de Estados Unidos. Simplemente, es ¨¦l.
La c¨¢mara deber¨ªa hacer ahora lo que los cineastas llaman un travelling. Agosto de 2001. Argentina todav¨ªa no hab¨ªa sido expulsada del templo del FMI. Domingo Cavallo insist¨ªa en su plan de un d¨®lar, un peso.
O'Neill dijo ante la televisi¨®n: 'Estamos trabajando para crear una Argentina sostenible, no un pa¨ªs que, simplemente, se gasta el dinero de los fontaneros y carpinteros norteamericanos que ganan 50.000 d¨®lares anuales y se preguntan qu¨¦ hacemos con su dinero por el mundo'.
Los presidentes de Am¨¦rica Latina enviaron mensajes de protesta a Bush. Los mercados castigaron a Argentina subi¨¦ndole el coste de la deuda
R. Hausmann: 'Con la pol¨ªtica del FMI, el concepto de pa¨ªs emergente est¨¢ a punto de terminar. Los inversores van a hacer lo m¨¢s obvio: tomar el dinero y correr'
Los presidentes del patio trasero de Estados Unidos, es decir, de Am¨¦rica Latina, enviaron mensajes de protesta a George W. Bush. Los mercados castigaron a Argentina subi¨¦ndole el coste de la deuda. Pero Bush reaccion¨®. El segundo de O'Neill, el economista especializado en Europa John Taylor, hizo un viaje rel¨¢mpago a Buenos Aires. Treinta y seis horas m¨¢s tarde estaba de regreso. La semana siguiente, O'Neill dio al FMI la luz verde: pod¨ªan desembolsar en dos partidas 8.000 millones de d¨®lares en apoyo de Argentina. Algunas semanas despu¨¦s, el Gobierno argentino declaraba la suspensi¨®n de pagos de la deuda.
Un a?o m¨¢s tarde Paul O'Neill volv¨ªa a ocuparse de los bolsillos de sus ciudadanos. El pasado 21 de junio, a la luz de las encuestas que daban como posible vencedor a Luis In¨¢cio da Silva, Lula, en las elecciones presidenciales de Brasil el pr¨®ximo 5 de octubre, O'Neill explic¨®: 'Tirar el dinero de los contribuyentes norteamericanos en la incertidumbre pol¨ªtica de Brasil no me parece brillante'. Unas semanas despu¨¦s, como para desmentir que pudiera tratarse de una boutade, O'Neill, a punto de viajar a Am¨¦rica Latina, precis¨®: 'Tenemos que poner en pr¨¢ctica pol¨ªticas que aseguren que el dinero recibido sea bien aprovechado y no salga directamente hacia una cuenta suiza'. Los mercados fueron despiadados con la deuda brasile?a y con el real, la moneda de dicho pa¨ªs. El presidente Fernando Henrique Cardoso declar¨® que no recibir¨ªa, pues, a O'Neill. La Casa Blanca declar¨® que se trataba de un malentendido. Bush estaba dispuesto a bailar la bossa nova si hac¨ªa falta para calmar a los brasile?os.
Despu¨¦s de visitar durante 72 horas Uruguay, Brasil y Argentina, ya de regreso a Washington, el FMI hizo un anuncio espectacular: en septiembre apoyar¨ªa con un cr¨¦dito de 30.000 millones de d¨®lares a Brasil. La medida buscaba evitar que los inversores y acreedores de Brasil protagonizaran una fuga masiva y convirtieran la profec¨ªa de una suspensi¨®n de pagos de su deuda en realidad. Si la Argentina, con 140.000 millones de d¨®lares, ha sido hasta ahora la mayor suspensi¨®n de la historia, de repetirse el caso con Brasil, habr¨ªa un nuevo r¨¦cord.
La deuda de Brasil
La deuda externa bruta total de Brasil asciende a 220.000 millones de d¨®lares, de los cuales 120.000 millones corresponden al sector privado. Si se restan de la deuda bruta los 42.000 millones de reservas internacionales, la deuda neta baja a 178.000 millones de d¨®lares.
Una ayuda de O'Neill, a la luz de lo ocurrido en Argentina, puede ser un p¨¢jaro de mal ag¨¹ero. 'Las frases de O'Neill son las m¨¢s caras del mundo. Dice que no va a poner un d¨®lar de los contribuyentes norteamericanos y enseguida corre a desembolsar decenas de miles de millones', explic¨® el economista Ricardo Hausmann desde Buenos Aires. Hausmann, ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es ahora profesor en Harvard. Su pron¨®stico: 'Con este tipo de pol¨ªtica [del FMI y de O'Neill], el concepto de pa¨ªs emergente est¨¢ a punto de terminar. Los inversores, m¨¢s pronto que tarde, van a hacer lo m¨¢s obvio: tomar el dinero y correr'.
No parece ser un pron¨®stico catastrofista. El anuncio del cr¨¦dito de 30.000 millones de d¨®lares para Brasil produjo una euforia que s¨®lo dur¨® 24 horas. Quiz¨¢ porque en realidad fue un apoyo virtual para calmar a los mercados. En otros t¨¦rminos: de los 30.000 millones prometidos, s¨®lo 8.000 ser¨¢n desembolsados en 2002. 'Es muy llamativo que los efectos positivos sobre el mercado remitieron en s¨®lo 24 horas', se?alan Stephen Jen y Karin Kimbrough, analistas de los mercados monetarios latinoamericanos de Morgan Stanley en Londres. 'El hecho de que el efecto haya sido tan breve puede reflejar el poco apetito de los mercados por el riesgo', a?aden.
El protagonismo de O'Neill deja en un segundo plano tanto al director ejecutivo del FMI, el alem¨¢n Horst Koehler, como a su as de espadas, la economista y n¨²mero dos, Anne Krueger. O quiz¨¢ se trate de una divisi¨®n del trabajo.
Seg¨²n Hausmann, tanto uno como otra siguen las orientaciones de la Administraci¨®n de Bush y le dan una cobertura intelectual. 'Es una teor¨ªa inspirada en el riesgo moral. Estiman que es da?ino para un pa¨ªs que los bancos e inversores le presten de manera irresponsable. Es una reacci¨®n a la crisis de M¨¦xico en 1995', razona.
El problema de fondo del Fondo ser¨ªa el siguiente: una instituci¨®n que, como ahora, se resiste a rescatar a los pa¨ªses que tienen necesidad de su ayuda pierde a la larga su raz¨®n de existir.
Y hay m¨¢s. No cabe duda de que la responsabilidad por las pol¨ªticas que cada pa¨ªs adopta corresponde a su Gobierno. Pero es innegable que el FMI juega un papel central en muchos casos. El de Argentina, por ejemplo.
El pasado 17 de julio, Anne Krueger explicaba, en una conferencia en Cambridge, su idea sobre la crisis argentina. 'Retrospectivamente, hubiera sido preferible una salida m¨¢s temprana [del plan de convertibilidad] hacia un r¨¦gimen de cambios m¨¢s flexible. El tipo real de cambio se apreci¨® significativamente durante los a?os noventa', explic¨®.
La opci¨®n era, pues, abandonar el tipo de cambio fijo, como ya hab¨ªa hecho Brasil. Krueger se pregunta: '?Con qu¨¦ fuerza deb¨ªa el Fondo argumentar a favor de un cambio? A fin de cuentas, la posici¨®n formal es clara: corresponde al pa¨ªs miembro -no a nosotros- elegir su propio r¨¦gimen de tipo de cambio y poner en marcha las pol¨ªticas necesarias para mantenerlo'. Y subraya: 'Nuestros estatutos requieren el apoyo a la pol¨ªtica estrat¨¦gica que adoptan nuestros miembros siempre que tengan unas razonables posibilidades de ¨¦xito. Por supuesto, definir algo razonable es como preguntar por el largo de un trozo de cuerda'. Seg¨²n Krueger, si el Fondo no hubiera apoyado los planes en aquel momento -como lo hizo-, los argentinos hubieran suspendido pagos entonces -finales de 2000-, y hubiera culpado al FMI. Por eso apoyaron, dice.
Anne Krueger fue nombrada m¨¢s tarde, el 1 de septiembre de 2001, como n¨²mero 2 del FMI. Domingo Cavallo pidi¨® m¨¢s apoyo en marzo de 2001. S¨®lo se le dio para respirar. Ya nadie cre¨ªa que el desenlace fuera otro que la crisis total.
Cuando lleg¨®, en enero de 2001 comenz¨® el castigo moral.
La depuraci¨®n del equipo ejecutivo o nadie es profeta en su tierra
ANNE KRUEGER tiene un aire a Marguerite Duras, quiz¨¢ por sus grandes gafas de carey y la machacada tez de sus carrillos. Tiene un expediente acad¨¦mico que va desde las universidades de Minessota y Duke hasta profesora de Humanidades y Ciencias en la Universidad de Stanford, antes de pasar a ser, entre 1982 y 1986, vicepresidenta para econom¨ªa e investigaci¨®n del Banco Mundial. La cofrad¨ªa latinoamericana del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es nutrida, ha elaborado una teor¨ªa de la conspiraci¨®n en las ¨²ltimas semanas. Esa teor¨ªa reza lo siguiente: Anne Krueger se quiere cargar a la mayor parte de los economistas latinoamericanos que ocupan posiciones relevantes. Haberlos, haylos. 'Claudio Loser ha dado excelentes servicios al FMI durante su distinguida carrera en el Fondo', declar¨® el director ejecutivo del FMI, Horst Koehler, el pasado 10 de junio al nombrar al economista indio Anoop Singh director del Departamento de Hemisferio Occidental en sustituci¨®n del argentino Claudio Loser, que se retira de la entidad. Pero, en verdad, Singh, procedente del ¨¢rea de Asia y el Pac¨ªfico, ya hab¨ªa asumido un gran protagonismo en las negociaciones con el Gobierno de Eduardo Duhalde despu¨¦s de la suspensi¨®n de pagos. A su vez, uno de los hombres que llevan directamente el tema de Argentina, el chileno Thomas Reichman, fue sustituido por el brit¨¢nico John Thornton. Otros rumores apuntan a que el tercer hombre del FMI, el chileno Eduardo Aninat, ex ministro de Hacienda durante el Gobierno de Eduardo Frei, tambi¨¦n ha sufrido un desplazamiento dentro de la entidad. El nombre de Aninat fue objeto de comentarios la pasada semana en Uruguay al difundirse una grabaci¨®n entre dos diputados del Congreso sobre la actitud de Aninat en el plan de salvamento de 1.500 millones de d¨®lares que solicitaban las autoridades uruguayas. Seg¨²n declararon los diputados, Aninat se quejaba con gran dureza del Gobierno uruguayo, atribuy¨¦ndole una frase que refleja la tensi¨®n de las conversaciones: 'Se dedican a salvar bancos y no ponen la plata [dinero] donde les decimos; por tanto, que se mueran', habr¨ªa dicho Aninat. Teor¨ªas conspirativas aparte, KK (Koehler y Krueger) est¨¢n formando su propio equipo en el FMI. Y es posible que, a la vista de la movida que se aproxima en Am¨¦rica Latina, prefieran aplicar aquel adagio seg¨²n el cual nadie es profeta en su tierra.
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