Una escuela de hosteler¨ªa
Hace dos a?os decidimos en El Bulli entrar en el mundo de los hoteles, ya que creemos que en este campo se pueden hacer cosas creativas y diferentes. Como nuestro lema es primero conocer y despu¨¦s inventar, nos propusimos visitar el m¨¢ximo posible de hoteles en un m¨ªnimo tiempo. En el marco de esta idea, aprovechamos unas vacaciones para ir a Tailandia, un pa¨ªs del que mucha gente me hab¨ªa comentado que ten¨ªa una de las mejores hosteler¨ªas del mundo y donde se pod¨ªa saborear el verdadero lujo asi¨¢tico.
En Bangkok estuvimos en el hotel Sukhothai, en el m¨ªtico Oriental, en el Shangri-la, en el Pen¨ªnsula y en el Dusit Thani. En Chiang-Mai nos alojamos en el hotel Regent, de la cadena Four Seasons, y en Pukhet, en el Banyan Tree y en el m¨ªtico Amanpuri, considerado por algunos expertos como uno de los mejores hoteles del mundo. Nuestra primera escala fue en Bangkok, donde estuvimos ocho d¨ªas visitando hoteles y recorriendo la ciudad. En los distintos hoteles hubo muchos detalles que nos impresionaron, pero el que m¨¢s fue el servicio. En Europa, la mayor¨ªa de las veces servir es algo que no gusta y que se asocia al servilismo, mientras que en Tailandia forma parte de su filosof¨ªa de vida y se entiende como algo tan feliz para el que sirve como para el servido.
Com¨ª por 200 pesetas un plato con 30 clases de verduras 'al dente'.
Aprendimos mucho de esos grandes hoteles, pero la verdadera sorpresa fue la gastronom¨ªa. Hab¨ªamos degustado pocas veces la comida thai en Occidente y la conoc¨ªamos sobre todo por los libros, pero despu¨¦s de este viaje puedo decir que Tailandia es uno de los pa¨ªses donde mejor he comido en mi vida. All¨ª se come bien tanto en los sitios sencillos como en los lujosos. Recuerdo, por ejemplo, un plato servido en un peque?o restaurante de Chiang-Mai que consist¨ªa en unas treinta clases de verduras al dente salteadas, cuyo precio era de unas doscientas pesetas; ¨¦ste es uno de los platos que m¨¢s me han hecho reflexionar en mi vida profesional. Tambi¨¦n recuerdo buenas comidas en grandes restaurantes, donde suelen dar men¨²s largos, equivalentes al men¨² degustaci¨®n de algunos restaurantes europeos.
Durante los pr¨®ximos d¨ªas intentar¨¦ explicar por qu¨¦ me hechiz¨® la comida tailandesa. Para empezar, nuestro primer contacto ya fue incre¨ªble. Est¨¢bamos en el hotel Sukhothai y pedimos en recepci¨®n que nos recomendaran un buen restaurante de pescado. Nos sugirieron el Seafood Market, que nos impresion¨® de entrada: hab¨ªa una gran sala con 700 sillas y una cocina vista que daba a la calle y al interior del local en la que trabajaban unos 40 cocineros; al fondo estaba el mercado de pescado, con unos 70 metros lineales de especies aut¨®ctonas. Cogimos un carrito y fuimos a comprar acompa?ados de una gu¨ªa que nos ayud¨® a elegir y nos acompa?¨® a la caja, donde pagamos los productos escogidos. A continuaci¨®n, un camarero nos acompa?¨® a una mesa, donde nos dio una carta con una lista de bebidas y formas de cocci¨®n: vapor, plancha, asados, salteados, fritos, hervidos. En cuanto hubimos elegido la bebida y la cocci¨®n, el camarero se llev¨® el carro con los productos para que los preparara el cocinero. Al cabo de un rato llegaban unos langostinos de 500 gramos salteados al curry, un cangrejo frito con cacahuetes y guindilla, unas almejas al curry thai, un pescado parecido a la dorada frito con hierbas arom¨¢ticas por encima y una sopa de langosta perfumada con especias.
Cuando terminamos, nos cobraron la bebida y la cocci¨®n. Por cierto, el eslogan del restaurante es 'Si nada, nosotros lo tenemos'. Y no mienten.
(Con la colaboraci¨®n de Xavier Moret).
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