Perdidos y hallados
Todo es aleatorio. Caprichos del destino. Por ejemplo, el hecho de que Eddie Joe Lloyd sea afroamericano y haya pasado 17 a?os encerrado en una c¨¢rcel de Detroit, cumpliendo condena por un crimen que no cometi¨®. Lloyd ha conseguido demostrar por fin su inocencia, obteniendo la libertad, gracias a que le hicieron la prueba del ADN. Est¨¢ muy contento, el hombre, de que un avance cient¨ªfico le haya puesto en la calle. L¨¢stima que lleg¨¢ramos tarde para impedir la ejecuci¨®n de los anarquistas Sacco y Vanzetti (el aniversario de su asesinato legal tambi¨¦n se produce cada agosto).
La investigaci¨®n gen¨¦tica habr¨¢ contribuido tambi¨¦n a identificar, supongo, a esas v¨ªctimas del 11-S, contabilizadas en su momento como desaparecidas y que, en realidad, se perdieron en la confusi¨®n de los hospitales, impelidos por el viento del juego del azar a refugiarse en los oscuros callejones de la amnesia. Reconforta pensar que, se pierda lo que se pierda, alg¨²n d¨ªa lo podr¨¢s recuperar, siempre que tengas a mano un laboratorio convenientemente equipado.
Donde la cronista confiesa que le entr¨® un p¨¢nico espantoso a perder al Rey de Espa?a cuando le vio visitando al rey Fahd de Arabia Saud¨ª, en uno de los inmensos salones de bodas y bautizos del palacio marbell¨ª.
Todo ello me tranquiliza, porque debo confesar que me entr¨® un p¨¢nico espantoso a perder al Rey de Espa?a cuando le vi en la foto, visitando al rey Fahd de Arabia Saud¨ª en uno de los inmensos salones de bodas y bautizos del palacio marbell¨ª. All¨ª estaba nuestro Monarca, impecablemente vestido de civil, bronceado y saludable, y yo me dije, ay, Maruja, que se nos hunde el soberano en los brocados damascenos y van a tener que sacarlo haci¨¦ndoles el boca a boca a los cojines.
En aquel instante de p¨¢nico (?Aznar cantando el himno de Riego!), se me acumularon las ret¨®ricas. ?Por qu¨¦ nuestro Monarca de casa accedi¨® a acudir a la mansi¨®n del monarca visitante, siendo que le correspond¨ªa al otro doblar la real cerviz, bien en Marivent, bien en Zarzuela? ?Fue una cortes¨ªa? ?O un reconocimiento por el derroche saud¨ª en tierras nuestras? ?Un gesto por un gasto? En un sentido estrictamente protocolario, ?debe el soberano anfitri¨®n cortejar al soberano anfitriante? Una lectura m¨¢s internacional del incidente ser¨ªa que hay que visitar a domicilio a la gente a la que se le dispara el crudo cada dos por tres. Yo tuve un novio a quien el crudo se le pon¨ªa no saben c¨®mo de alto los viernes, y ya me ven a m¨ª, todo el fin de semana bombeando como un obrero de la Elf para baj¨¢rselo. Pero ¨¦sta es otra historia.
Resumiendo, me tembl¨® la dignidad patri¨®tica (me tembl¨® Ehpa?a) ante el intercambio de papeles, pero pronto, impelida por la decoraci¨®n del mausoleo viviente, pas¨¦ al Plan B, es decir, al miedo a que don Juan Carlos, con su proverbial campechan¨ªa y sencillez, fuera abducido por un capiton¨¦ y convertido en arabesco, con el consiguiente traj¨ªn posterior para hallarlo y autentificarlo. No insin¨²o que nuestro Rey carezca de habilidad para moverse entre fastuosos ornamentos, bien al contrario, como ha demostrado de sobras. Lo que pasa es que creo que Fahd tiene un enojoso, y quiz¨¢ contagioso, problema de mal fario, pues su pa¨ªs se ve acosado ¨²ltimamente hasta por Emma Bonino, y en su defensa s¨®lo sale el GIL, inconmensurable desdicha que no s¨¦ si el rey saud¨ª aprecia como debe.
No se produjo la contingencia, y eso que todo es aleatorio, como dec¨ªa, incluidas la vida, el trabajo de periodista y las propias cr¨®nicas que una va emprendiendo a lo largo de este mes repugnante. F¨ªjense que empec¨¦ a escribir refiri¨¦ndome de Detroit, y que ahora mismo vuelo rauda a Cincinnati, do un tribunal federal ha acusado al Departamento de Justicia de EE UU de subvertir los valores democr¨¢ticos al realizar deportaciones secretas de ciudadanos extranjeros a ra¨ªz del mencionado 11-S, en cifra de alrededor de 2.000, aunque no est¨¢n seguros porque no hay informaci¨®n, casualmente, al respecto. 'Cuando hay puertas cerradas, las democracias mueren', afirma contundentemente el tribunal.
Cualquier d¨ªa alguien avisar¨¢ de que un par de estatuas amn¨¦sicas, una con la venda en los ojos y la otra con una antorcha en la mano, yacen abandonadas en la habitaci¨®n de un hospital. Casual, aletoriamente.
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