'La poes¨ªa no tiene p¨²blico, tiene lectores'
He venido aqu¨ª a morir', dice Francisco Brines mientras recorre Elca, su enorme y solitaria casa, en el campo de Oliva, al sur de Valencia, adonde se retir¨® hace casi dos a?os. Lo dice sin patetismo. Al momento sonr¨ªe, ir¨®nico. Y a?ade: 'S¨®lo pedir¨ªa el tiempo suficiente para leer todo lo que tengo pendiente. No me morir¨ªa nunca, claro. Pero entre los libros y la vida, uno escoge la vida'.
En un despacho guarda los libros m¨¢s antiguos, entre ellos, muchas ediciones del siglo XVIII. 'Quise leer las obras de Gregorio May¨¢ns, mi paisano, y no hab¨ªa ediciones modernas. Su epistolario es el m¨¢s importante de su siglo. Se lee como un diario personal'. En la biblioteca del desv¨¢n hay sobre todo ensayo y poes¨ªa. Brines conserva una curiosidad rara en escritores que, como ¨¦l, hace tiempo que entraron en la historia de la literatura. 'Como no puedo seguir todo lo nuevo, me oriento por antolog¨ªas. A muchos no les gustan, pero en una antolog¨ªa descubr¨ª yo a Cernuda'.
'En un buen poema vemos lo que hay de humanidad salvable. ?sa es la moral de la poes¨ªa'
PREGUNTA. Su primer deslumbramiento como lector fue Juan Ram¨®n Jim¨¦nez.
RESPUESTA. El primero del que me supe de memoria algunos poemas fue B¨¦cquer. Despu¨¦s, Rub¨¦n Dar¨ªo, que no supuso para m¨ª la revelaci¨®n que pod¨ªa haber supuesto porque empec¨¦ a leer su obra completa de principio a fin. As¨ª es que hasta llegar a Azul me tragu¨¦ a todos los mediocres poetas espa?oles del siglo XIX que estaban hablando por boca de Dar¨ªo en sus primeros poemas.
P. ?C¨®mo cay¨® en sus manos la obra de Juan Ram¨®n?
R. En el bachillerato un profesor me dio a leer la Segunda Antoloj¨ªa. Me fascin¨® sobre todo la primera parte, la m¨¢s impresionista. Me dio una lecci¨®n moral porque me ense?¨® a amar el mundo desde esa mirada. Juan Ram¨®n consigui¨® algo muy dif¨ªcil: la voz adolescente. Se ha dado muy pocas veces porque exige un mundo y un tono muy propios de la adolescencia y, al tiempo, una fuerte personalidad expresiva. Esa uni¨®n es rar¨ªsima. Otro autor fundamental para m¨ª fue Azor¨ªn.
P. Un prosista.
R. Es un poeta, aunque ya sabemos que no ha escrito un verso. Cuando Vargas Llosa entr¨® en la Academia dijo de ¨¦l algo que s¨®lo se dice de un poeta: que lo llevaba con ¨¦l en todos los viajes, y que cada noche le¨ªa un fragmento suyo. A?adi¨® que su pensamiento no era original, pero es que la originalidad en el pensamiento del poeta no importa. A veces emocionar desde el t¨®pico es un gran logro. Azor¨ªn tiene una importancia capital. El gran tema de la poes¨ªa y de la filosof¨ªa del siglo XX ha sido el tiempo. Y si hay un escritor que ha hablado con hondura sobre el tiempo ha sido ¨¦l. Y con palabras de poeta.
P. Otro nombre capital en su formaci¨®n es Luis Cernuda.
R. Lo descubr¨ª en la antolog¨ªa de poes¨ªa espa?ola de Alfonso Moreno. M¨¢s tarde, en la librer¨ªa Abril de Madrid, que ten¨ªa libros prohibidos, encontr¨¦ un ejemplar de Como quien espera el alba. Yo no vi la primera edici¨®n de La realidad y el deseo, la de 1936, y la que a?ad¨ªa Las nubes nunca lleg¨® aqu¨ª. La siguiente edici¨®n fue un acontecimiento que vino precedido de un heraldo maravilloso: Historial de un libro, que es un ensayo autocr¨ªtico mod¨¦lico y que todos le¨ªmos porque se public¨® en Papeles de Son Armadans, la revista de Cela.
P. ?Cu¨¢l es el Cernuda que m¨¢s le interesa?
R. El de despu¨¦s de la guerra, aunque hay en todo ¨¦l una visi¨®n unitaria, pero en cada libro hay un cambio que lo nutre: la poes¨ªa pura en Perfil del aire, la neocl¨¢sica en ?gloga, eleg¨ªa, oda, el surrealista en Un r¨ªo, un amor y Los placeres prohibidos, el becqueriano y amoroso en Donde habite el olvido, el holderliniano y de las odas en Invocaciones. A partir de ah¨ª es como ascender a un monte y encontrarse con una planicie maravillosa sin cambios importantes hasta Desolaci¨®n de la quimera, que es m¨¢s amargo, como si le molestara el ¨¦xito que empezaba a tener.
P. ?Por qu¨¦ ha influido tanto?
R. Por su autenticidad. Nuestra generaci¨®n necesitaba una estructura moral que fuera m¨¢s all¨¢ de la poes¨ªa social. Es la primera poes¨ªa c¨ªvica en la que la estructura colectiva surge de una posici¨®n absolutamente personal. Al ser tan individual te permit¨ªa ser t¨² mismo. Por otro lado, est¨¢ la variedad de los temas, y la atenci¨®n a la expresi¨®n que busca ser precisa y rica sin ser ornamental. Adem¨¢s, para ¨¦l la poes¨ªa pod¨ªa justificar a la persona porque lo justificaba en lo que era, con lo bueno y lo malo. Esa mezcla da nuestra personalidad.
P. Y lleva a lo colectivo.
R. Cernuda siempre tuvo una personalidad fort¨ªsima. Durante la guerra todos hacen romances menos ¨¦l, que tiene un tono m¨¢s elegiaco. ?Qui¨¦n en la posguerra se habr¨ªa atrevido a escribir un poema a Felipe II?
P. S¨ª, no suena reivindicativo.
R. Los poetas sociales ten¨ªan que ser pol¨ªticamente correctos. ?l no. Su esteticismo es sobre todo una defensa del esp¨ªritu como conductor de la vida. Cuando habla de El Escorial no es para que vuelva el imperio, sino porque se hizo desde la fe. ?l tambi¨¦n se hizo desde la fe en s¨ª mismo: en el exilio, en Glasgow, sin amigos, sin idioma... Pero no hay que sacar el incienso. Como persona, fue muy injusto. Lo fue con Salinas, con Aleixandre y con la propia Concha M¨¦ndez, en cuya casa de M¨¦xico vivi¨® hasta el final.
P. Usted fue amigo de Vicente Aleixandre, ?no ha perdido presencia su obra tras su muerte?
R. Relativamente. En general se piensa que la actualidad de un poeta est¨¢ dada por las cr¨ªticas, y ¨¦stas se refieren a los libros nuevos. Nunca, como es natural hablan de las reediciones de las Rimas de B¨¦cquer, que son un best seller. El indicativo real es la lectura, que se reediten. A veces, claro, hay alejamientos est¨¦ticos.
P. A eso me refer¨ªa.
R. La obra de Aleixandre volver¨¢ a tener fuerza porque es muy buena y muy variada: es el gran surrealista, es el poeta c¨ªvico... Incluso el ¨²ltimo Aleixandre es magistral. Pocos libros como Poemas de la consumaci¨®n han hablado de la vejez como en ¨¦l.
P. Tambi¨¦n trat¨® a Juan Gil-Albert. ?C¨®mo se rompi¨® su aislamiento tras el exilio?
R. El silencio en torno a ¨¦l era gigantesco en Espa?a, y en Valencia, atronador. Era el 'se?orito rojo'. En tiempos le quitaron el premio nacional de literatura por no afiliarse al partido comunista. Con el boom que supuso Fuentes de la constancia empezaron a pedirle cosas para publicar, y ¨¦l ten¨ªa un caj¨®n lleno. Parad¨®jicamente, dej¨® de escribir. Adem¨¢s, nunca quiso retocar los libros que ten¨ªa in¨¦ditos. Durante a?os fue reticente a publicar Heracl¨¦s, por su tem¨¢tica homosexual. Y lo mismo con Drama patrio, sobre Franco. Eran los temas m¨¢s espinosos y cuando salieron no cambi¨® una coma. ?se era Juan Gil-Albert. En los aforismos de Cantos rodados aparece el hombre que sabe sentir pensando. Por cierto, una persona de la que he aprendido mucho desde la amistad y en su faceta te¨®rica es Carlos Bou?oso.
P. Poeta y profesor.
R. Yo asist¨ª a sus clases en Madrid, y son las mejores a las que he asistido en ning¨²n lugar. Como poeta, adem¨¢s, marca una evoluci¨®n muy personal del irracionalismo espa?ol. Otro escritor por el que tengo gran admiraci¨®n es Jos¨¦ Hierro.
P. Llegamos a su generaci¨®n: Claudio Rodr¨ªguez.
R. Suyo es el mejor libro escrito por un joven en la historia de la poes¨ªa espa?ola: Don de la ebriedad. Fue un milagro. Con 17 a?os ten¨ªa una voz expresiva enteramente personal y que no se parec¨ªa a nadie.
P. ?Es el coet¨¢neo que siente m¨¢s cercano?
R. Lo admiro mucho, pero como escritor me siento m¨¢s cerca de Jaime Gil de Biedma y Jos¨¦ ?ngel Valente. Gil de Biedma hizo su propia antolog¨ªa: escribi¨® poco y muy bien. De ¨¦l me interesa sobre todo el tono, la manera de hablar y de situarse en el poema. Lo tocas.
P. ?De Valente le interesa m¨¢s la primera o la segunda etapa?
R. La segunda tiene m¨¢s personalidad y una extraordinaria tensi¨®n. Busca el peso de cada palabra, busca un mundo que puede llegar desvelado al lector o no. De ah¨ª su posible dificultad. Me gust¨® mucho Fragmentos de un libro futuro. Consigui¨® como nunca el desvelamiento de lo ignoto. Llevando el lenguaje al l¨ªmite lo llev¨® tambi¨¦n al enigma de la vida.
P. Usted fue lector en Oxford, ?le influy¨® la poes¨ªa inglesa?
R. La lectura de poes¨ªa extranjera importa en cuanto descubrimiento de m¨¦todos y visiones nuevas, pero la formaci¨®n te la dan los poetas de tu misma lengua. En ellos percibes m¨¢s sutilezas. Yo gusto m¨¢s de las diferencias ling¨¹¨ªsticas entre fray Luis y san Juan que entre los cl¨¢sicos ingleses. Digamos que soy mejor lector suyo. Por eso, en m¨ª est¨¢ m¨¢s presente Cernuda que Cavafis, que me deslumbra.
P. ?Cu¨¢ndo lo descubri¨®?
R. En 1963, en las pruebas de la versi¨®n de Valente. Me las dej¨®, y cuando se las devolv¨ª, me pregunt¨®: ?qu¨¦ te ha parecido? Le dije: tu mejor libro. ?l se ri¨®. Es una buena traducci¨®n. El Cavafis de Carles Riba es m¨¢s mediterr¨¢neo pero m¨¢s pacato. Riba no incluy¨® en su edici¨®n poemas homosexuales, y quitarle eso a Cavafis es quitarle algo esencial. Su educaci¨®n se form¨® en los griegos alejandrinos. Desde su peque?a verdad individual, rompe con la poes¨ªa occidental, tan marcada por la religi¨®n, y hace una poes¨ªa pagana que habla con naturalidad, con una naturalidad que no ten¨ªa en su vida.
P. ?Hay alg¨²n poeta anglosaj¨®n que lea con especial inter¨¦s?
R. T. S. Eliot, sobre todo los Cuatro cuartetos, aunque La tierra bald¨ªa toca algo profundo: la mirada del hombre que ha vivido una ¨¦poca catastr¨®fica, a la intemperie. Como vivimos nosotros, sin la protecci¨®n que dan la religi¨®n y las viejas seguridades. Es el gran s¨ªmbolo del siglo XX.
P. ?Qu¨¦ destacar¨ªa de la poes¨ªa latinoamericana?
R. Como lector uno tiene un mundo m¨¢s variado. Me gusta Borges, y C¨¦sar Vallejo, que es un poeta de versos deslumbrantes. A veces, con un solo verso justifica un poema. Es la diferencia entre el genio y el mediocre. El primero eleva el poema con un verso. El segundo, lo hunde.
P. ?Qu¨¦ libro suyo prefiere?
R. Espa?a, aparta de m¨ª este c¨¢liz.
P. ?El m¨¢s reivindicativo?
R. S¨ª. No importa el tema, sino c¨®mo se trata. La proeza de Vallejo es que siendo vanguardista es el poeta del mestizaje. A?adi¨® al castellano una manera de sentir y de dolerse de una humanidad que no hab¨ªa tenido voz. As¨ª enriqueci¨® el idioma.
P. A usted le interesa mucho el XVIII, ?por qu¨¦ fue un siglo sin poetas destacados?
R. Me interesa como siglo moderno, de un pensar laicamente. ?Por qu¨¦ la poes¨ªa no tuvo altura? Porque primaba el ensayo, el razonamiento. Todo era muy normativo. Entonces importaba la fidelidad a un modelo, y hoy se valora lo que de personal hay en lo antiguo. Sin individualidad no hay poes¨ªa. La poes¨ªa del XVIII tiene poca entra?a, poca verdad.
P. ?C¨®mo ve la poes¨ªa de hoy?
R. Los poetas que rozan los 40 a?os llegan ahora a su plenitud: Luis Garc¨ªa Montero, Felipe Ben¨ªtez Reyes, Vicente Gallego o Carlos Marzal. Un libro como el ¨²ltimo de Marzal implica una dificultad de lectura que puede confundir. Son poemas de mucho pensamiento, conceptistas, sin dejar de ser claros. Es un gran libro.
P. ?Da gran valor a la claridad?
R. Me interesa el poeta con personalidad, y ¨¦se escribe siempre desde ¨¦l y desde la realidad, ya sea ¨¦sta cultural, religiosa o perversa. Incluso cuando se inventa, se inventa desde la realidad. ?Qu¨¦ es un animal mitol¨®gico? La mezcla de partes de varios animales reales.
P. ?Su tradici¨®n, as¨ª pues, ser¨ªa antes la de Jorge Manrique que la del marqu¨¦s de Santillana?
R. S¨ª. Y Garcilaso. Y m¨¢s fray Luis que Herrera. Y san Juan de la Cruz, y Quevedo. Paso el XVIII, aunque Mel¨¦ndez no est¨¢ mal. Y paso el XIX, que tiene un poeta frustrado, Espronceda, y uno bueno, B¨¦cquer.
P. ?Qu¨¦ une a esos autores?
R. El equilibrio entre pensamiento y sentimiento, que es cuando hay m¨¢s verdad en un poeta, cuando los dos elementos est¨¢n juntos pero son perceptibles en s¨ª mismos. Yo me eduqu¨¦ intelectualmente con los existencialistas, y cuando leo a Quevedo en los sonetos trascendentales toco a un contempor¨¢neo.
P. ?Claridad es verdad?
R. La verdad que no es clara no es tan verdad. Falla algo.
P. ?Aunque no tenga una intenci¨®n moral, la poes¨ªa siempre tiene un efecto moral?
R. La poes¨ªa te permite asentir al que t¨² no eres, y ¨¦sa es su moral, la moral de la tolerancia. Cualquiera que se crea s¨®lo una porci¨®n de humanidad sabe que uno podr¨ªa haber sido otro cualquiera. Cuando leemos poes¨ªa, si est¨¢ bien hecha, asentimos al hecho est¨¦tico, algo que est¨¢ por encima de la moral de los contenidos. ?sa es la ¨¦tica de la poes¨ªa. Aunque no nos identifiquemos con ¨¦l, toleramos al otro porque nos ha emocionado su verdad. Por eso nos emociona la poes¨ªa m¨ªstica sin necesidad de ser religiosos o un poema de contenido homosexual sin necesidad de serlo. En los buenos poemas vemos lo que hay de humanidad salvable.
P. Finalmente, la eterna pregunta: ?la poes¨ªa est¨¢ en crisis?
R. La poes¨ªa no tiene p¨²blico, tiene lectores. Siempre los ha tenido, y hoy m¨¢s que nunca porque hay m¨¢s educaci¨®n, m¨¢s universidades... La poes¨ªa nunca ha tenido otra finalidad que hacer que el hombre tenga mejor vida. Gozar¨¢ en lo que no tiene, y en lo que tiene, gozar¨¢ m¨¢s. ?Para qu¨¦ le sirvieron los libros a Lezama Lima? Entre otras cosas, para viajar a lugares que nunca conoci¨®.
P. La pol¨¦mica utilidad de la poes¨ªa.
R. Claro que la poes¨ªa es ¨²til. Hace la vida mejor, afina la sensibilidad y el esp¨ªritu cr¨ªtico, ense?a a mirar. En eso es como la pintura: vas por Italia y ves paisajes que ya hab¨ªas aprendido a mirar en el Prado. ?Para qu¨¦ sirve la educaci¨®n? ?Y el dinero? Deber¨ªan servir para vivir mejor. El hombre quiere ser m¨¢s pleno, m¨¢s feliz, m¨¢s consciente, m¨¢s intenso, entender mejor el dolor. Para eso sirve la poes¨ªa.
BIBLIOGRAF?A
Segunda Antoloj¨ªa. Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Espasa.
Obras escogidas. Azor¨ªn.
Espasa.
La realidad y el deseo. Luis Cernuda. Alianza. Fondo de Cultura Econ¨®mica. Siruela (dentro de Obra completa).
Obra completa. Vicente Aleixandre. Visor.
Fuentes de la constancia. Juan Gil-Albert. C¨¢tedra.
Poemas. Constantin Cavafis (traducci¨®n de Ram¨®n Irigoyen). Seix Barral. La traducci¨®n de Jos¨¦ ?. Valente se recoge en Cuaderno de versiones. Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de
Lectores.
La tierra bald¨ªa y Cuatro cuartetos. T. S. Eliot.
Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores (traducciones de Juan Malpartida y Jordi Doce).
Obra po¨¦tica completa. C¨¦sar Vallejo. Alianza.
Metales pesados. Carlos Marzal. Tusquets.
De Oliva al Mar
MIENTRAS CONDUCE hacia la playa, Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) bromea con el hecho de que la avenida que recorremos lleve ahora su nombre. Antes quisieron pon¨¦rselo a otra calle y ¨¦l se neg¨®. No estaba dispuesto a que quitasen el nombre de alguien 'de verdad importante' para poner el suyo. '?sta se llamaba avenida de Oliva al Mar, y la gente, que es lista, la sigue llamando as¨ª'. En un ¨¢mbito tan espinoso como el de la poes¨ªa, en el que la vanidad sustituye al euro como moneda de cambio, el nombre de Brines, que ha obtenido el Premio de la Cr¨ªtica, el Nacional de Literatura y el de las Letras Espa?olas, es tal vez el ¨²nico que pone de acuerdo a todo el mundo. Amigo de autores que son entre s¨ª enemigos ac¨¦rrimos, el autor de Ensayo de una despedida -su poes¨ªa completa editada por Tusquets- tiene una rara costumbre: hablar con generosidad de sus contempor¨¢neos.
Alguna vez ha dicho Brines que el protagonista de su primer libro, Las brasas, con el que gan¨® el Premio Adonais en 1959, podr¨ªa ser, por su contextura, ¨¦l mismo ya anciano. Aquel hombre meditativo repasaba el paisaje de Elca, presente en muchos otros poemas. La casa de la infancia es hoy la de su retiro. Desde la puerta se ven el Montg¨® y el Mediterr¨¢neo. Y un mar de naranjos.
Entre los proyectos a los que da vueltas est¨¢ un libro sobre toros para el que tiene un t¨ªtulo provisional: Quites y capotazos. De hecho, en los a?os ochenta, Brines escribi¨® para este diario un pu?ado de art¨ªculos antol¨®gicos sobre toros y f¨²tbol. Sus textos sobre literatura quedaron recogidos en Escritos sobre poes¨ªa espa?ola (Pre-Textos), que contiene una impagable introducci¨®n a la obra de Luis Cernuda, al que Brines envi¨® su primer libro: 'De la gente a la que no conoc¨ªa s¨®lo se lo habr¨ªa mandado a ¨¦l y a Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, pero ¨¦ste ya hab¨ªa muerto'. Cernuda contest¨® y le envi¨®, m¨¢s tarde, un ejempar de Desolaci¨®n de la quimera. El poeta sevillano, precisamente, ser¨¢ el objeto -'antes de fin de a?o'- de su discurso de ingreso en la Real Academia Espa?ola, 'aunque es tan dif¨ªcil decir algo nuevo; ¨¦l habl¨® tan bien y tan claro de s¨ª mismo...'. Entre tanto ha escrito una nota preliminar para La realidad y el deseo (FCE), un pr¨®logo para Ocnos (Huerga & Fierro) y ha preparado una breve antolog¨ªa, de la que se han editado 100.000 ejemplares, para celebrar el centenario del autor de Las nubes. Brines toma un ejemplar y advierte de que el pr¨®logo le ha quedado apretado: 'Se dicen m¨¢s cosas de las que caben'. Luego lee el p¨¢rrafo final de su texto, en el que ha resumido todas las contradicciones que han hecho de Cernuda el poeta que es: cl¨¢sico y rom¨¢ntico, l¨ªrico y cr¨ªtico, abierto a la tradici¨®n espa?ola y a otras tradiciones, metaf¨ªsico y cotidiano, esteta y moralista. 'Y todo eso lo es con coherente unidad'. En la ¨²ltima p¨¢gina quiso colocar M¨²sica cautiva, y ¨¦l mismo lee sus cuatro versos: 'Tus ojos son los ojos de un hombre enamorado; / Tus labios son los labios de un hombre que no cree / En el amor. Entonces, dime el remedio, amigo, / Si est¨¢n en desacuerdo realidad y deseo'. Brines cierra el libro y a?ade: '?so es Cernuda'.
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