An¨¦cdotas del incre¨ªble y misterioso Egipto
Le sugiero un t¨ªtulo nerudiano para cuando escriba sus memorias: 'Confieso que he viajado'.
Es verdad que he trotado much¨ªsimo. Mi marido era muy turista y yo sol¨ªa ir con ¨¦l como reportera. Siempre movida por la curiosidad, por conocer los intr¨ªngulis del lugar. Sus or¨ªgenes, forma de vida, las reacciones de la gente... m¨¢s que los monumentos o los paisajes.
Le pondr¨¦ en el compromiso de seleccionar su periplo m¨¢s interesante.
Egipto, desde luego. All¨¢ fui en los a?os sesenta y lo vi todo. Luxor, Karnak, el Valle de los Reyes, el templo de Abu Simbel, tan fascinante, y ese museo de El Cairo lleno de piezas incre¨ªbles puestas de cualquier manera, sin seleccionar. Supongo que en la actualidad ya no estar¨¢ tan dejado...
Apelo a la escritora: ?Qu¨¦ adjetivos le asaltan cuando piensa en Egipto?
Maravilloso, incre¨ªble, misterioso. Hubo un momento m¨¢gico cuando asistimos una noche a un recital de m¨²sica y relato bajo la Esfinge. Aquello fue fascinante, como tambi¨¦n el conocimiento de la historia de Tutankamon. Al parecer tuvo una visi¨®n mientras miraba fijamente al sol: la existencia de un solo dios, algo que fue considerado una blasfemia entre los suyos.
Aventuro que alguna de sus experiencias all¨¢ ha dejado poso en sus libros.
S¨ª. En El Cairo fui a ver la Ciudad de los Muertos. Una especie de cementerio con casitas adonde los familiares acuden a comer para estar cerca de sus fallecidos. La excursi¨®n dio pie a un relato en el que un hombre solo en la vida acude cada a?o a celebrar la Navidad al cementerio.
Es imposible hablar de Egipto sin referirse a la muerte y sus rituales.
Es cierto. Desde el ceremonial de momificaci¨®n de los difuntos hasta esos enterramientos donde junto al cad¨¢ver se colocaba todo lo que consideraban que ¨¦ste precisar¨ªa en su otra vida: perfumes, comida y hasta unos mu?ecos que representaban a los sirvientes.
?Sali¨® a la superficie para conocer el pa¨ªs de los vivos?
Naturalmente, y me sucedieron cosas. Perd¨ª a mi hijo de diez a?os en un zoco. Fueron s¨®lo diez minutos, pero me parecieron diez horas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.