'A caballo tras la amada
La Chusca, como la conocen aqu¨ª en Moj¨¢car (Almer¨ªa), estaba empe?ada en que la banda de m¨²sica deb¨ªa ir a recoger a las cinteras a sus casas. 'Tienen que ir hasta la misma puerta y llamar para que salga la muchacha ya arreglada y vestida de mojaquera', dec¨ªa. 'As¨ª se ha hecho toda la vida', argumentaba. Porque, para que se hagan una idea, la Chusca, que pronto va a celebrar sus bodas de oro, es una mojaquera de las de siempre y le molesta que las cosas no se hagan 'como deben ser'. Por eso, el otro d¨ªa, cuando, con motivo de las fiestas patronales de san Agust¨ªn, se celebraba la tradicional corrida de cintas, fue siguiendo a la banda casa por casa, calle por calle y cuesta por cuesta, porque si algo hay en este pueblo son pendientes y rampas. Est¨¢ construido en la ladera de una colina con espl¨¦ndidas vistas a un paisaje des¨¦rtico, casi lunar, y al mar.
La fuente era un punto de encuentro. Los hombres ven¨ªamos a ver lavar y coger agua a las mujeres para verles los tobillos y el escote. El 99% de los matrimonios de Moj¨¢car empez¨® all¨ª
Las solteras se visten de mojaqueras: faldas largas de tablas hechas con la lana pura alpujarre?a, corpi?os blancos bordados y pa?oleta amarilla con motivos de colores a los hombros
Y as¨ª, la banda que sali¨® a las cinco de la tarde de la plaza del Ayuntamiento fue recogiendo una por una a las 34 muchachas que pon¨ªan cinta este a?o. Son unas cintas de raso pintadas con el nombre de la muchacha ('antes las bord¨¢bamos', apuntaba la Chusca). Y son tambi¨¦n el inicio de un cortejo amoroso. Porque la llamada corrida de cintas no es m¨¢s que eso, una forma de acercar a las solteras mayores de 18 a?os a sus pretendientes. Ellas se visten de mojaqueras, con las faldas largas de tablas hechas con la lana pura alpujarre?a, los corpi?os blancos bordados y la pa?oleta amarilla con motivos de colores a los hombros. Ellos se convierten en elegantes jinetes con botas y espuelas.
El ritual del jinete
La comitiva formada por la banda de m¨²sica, las mojaqueras y los m¨²ltiples curiosos que se suman a su paso llega hasta la cuesta de la fuente, que previamente han convertido en un terragal echando arena sobre el asfalto. All¨ª, casi al final de la pendiente, hay un cable colgado de lado a lado de la calle del que penden, enrolladas sobre canutos de cart¨®n y sostenidas con alfileres, las cintas de colores de cada una de las muchachas. De cada cinta cuelga una anilla. Y, atenci¨®n, el ritual del cortejo consiste en que los jinetes al galope consigan introducir un lapicero por la anilla y llevarse la cinta de su pretendida.
De este modo, y entre un enorme gent¨ªo que forma pasillo en la calle, los jinetes cabalgan cuesta arriba lapicero en mano, mientras las mojaqueras r¨ªen y cuchichean sentadas en la tribuna deseosas de saber si ser¨¢ ¨¦l, el que ellas quieren, quien se llevar¨¢ su cinta. Felipe intent¨® obstinadamente llevarse la cinta azul de 'su Roc¨ªo', pero la suerte quiso que otro se la llevase antes que ¨¦l. Tendr¨ªan que haber visto la cara de Roc¨ªo, 'casi me pongo a llorar', dec¨ªa despu¨¦s de haberle entregado a otro el regalito, que cada muchacha lleva en la faltriquera para aquel que se lleve su cinta.
'La corrida de cintas no puede faltar, es un acto que despierta mucha ilusi¨®n entre los j¨®venes, y cohesionar a la gente aqu¨ª en torno a algo siempre ha sido dif¨ªcil', dec¨ªa Salvador Esparza, el alcalde, del grupo independiente Moj¨¢car 2000, que curiosamente dirige el municipio en coalici¨®n con el PP y el PSOE. 'Nuestro lema ha sido siempre construir sin destruir', a?ad¨ªa este arquitecto valenciano que lleg¨® al pueblo hace 20 a?os. Un poco despu¨¦s de que Jacinto Alarc¨®n, un alcalde anterior, regalase un mont¨®n de terrenos a todos aquellos que estuvieran dispuestos a construir con rapidez. Aquello llen¨® el pueblo de la gente peculiar que hoy lo habita: artistas bohemios, cient¨ªficos consagrados, embajadores... Adem¨¢s de los mojaqueros de siempre, que han visto con asombro c¨®mo de las ruinas de la posguerra, cuando el pueblo contaba con escasos 500 habitantes (lleg¨® a tener cerca de 10.000), naci¨® un pueblo lleno de vitalidad y cada d¨ªa m¨¢s visitado, que ahora cuenta con 5.000 habitantes en invierno y m¨¢s del doble en verano.
A la tarde siguiente, en la puerta de las Flores, que lleva su nombre por el apellido de las hermanas Isabel y Mar¨ªa, recordaba aquellos tiempos Gin¨¦s: 'No hace tanto de aquello, yo lo he visto con mis ojos', dec¨ªa se?al¨¢ndolos. Estaban all¨ª tomando la fresca y esperando a que se celebrase la subida del agua, otro de los actos festivos. Quiz¨¢ sea uno de los m¨¢s representativos porque evoca una de las im¨¢genes m¨¢s caracter¨ªsticas de Moj¨¢car: la de las mujeres con los c¨¢ntaros llenos de agua sobre sus cabezas.
-Eso lo hemos hecho nosotras durante muchos a?os, dec¨ªa Isabelita. Porque entonces no hab¨ªa agua corriente y hab¨ªa que bajar a la fuente a cogerla.
-La fuente era un punto de encuentro, interrump¨ªa Gin¨¦s. Los hombres ven¨ªamos a ver lavar y coger agua a las mujeres para verles los tobillos y el escote. No exagero si digo que el 99% de los matrimonios de Moj¨¢car empezaron en la fuente, a?ade con voz p¨ªcara.
As¨ª que la subida del agua se remonta a los or¨ªgenes m¨¢s profundos del pueblo. Este nacimiento de agua misterioso, que nadie sabe de d¨®nde viene, es un s¨ªmbolo mojaquero, 'mucho m¨¢s que el Indalo', aseguraba Gin¨¦s.
Hacia las ocho y media empezaron a llegar las muchachas vestidas de mojaqueras. Unas con c¨¢ntaros y otras con flores. Porque la subida del agua es una ofrenda al patr¨®n san Agust¨ªn.
El 28 de agosto todo el pueblo se viste de gala. Hacia la una del mediod¨ªa sacan al santo de la iglesia en medio de una traca de cohetes y seguido de medio pueblo. Suben y bajan cuestas tan empinadas que, a veces, parece que el santo trota. Y de vuelta a la iglesia al grito de ?viva san Agust¨ªn!, quien, como explicaba Gin¨¦s, 'es un santo que primero fue un golfo y luego se hizo bueno (a los 33 a?os se hizo cristiano)'.
Y en la feria de Almer¨ªa... ?Bisbal!
'?QU? PASA, GENTE. C¨®mo est¨¢is? ?Os quiero!', as¨ª entr¨® a la conferencia de prensa previa a su concierto en Almer¨ªa el supertriunfante cantante de Operaci¨®n Triunfo: ?David Bisbal! '?Bisbal, torero, te quiere el mundo entero!', gritaban sus fans hist¨¦ricas desde la caseta municipal. Derrochando simpat¨ªa y 'coraz¨®n latino', con camisa roja abierta y pantal¨®n vaquero, atendi¨® a los medios de comunicaci¨®n sin dejar de repetir la frase que tambi¨¦n ¨¦l, al m¨¢s puro estilo Jesul¨ªn, ha hecho c¨¦lebre: 'Esto es in-cre¨ªble'. El cantante almeriense pudo cumplir su sue?o y ver la caseta popular desde el escenario de la caseta municipal, y no al rev¨¦s, como hab¨ªa ocurrido hasta entonces. Eso s¨ª, escoltado permanentemente por dos gorilas, tama?o gorila, que no lo dejaban ni a sol ni a sombra. Hasta su padre se difuminaba entre la masa de las m¨¢s de 10.000 personas que, por segundo d¨ªa consecutivo, abarrotaban la caseta municipal para ver a un Bisbal con la voz ya cascada de tanta gala y escuchar en vivo y en directo el Ave Mar¨ªa, cu¨¢ndo ser¨¢s m¨ªa, que ha machacado los altavoces de todas las discotecas este verano. Pero si Bisbal ha demostrado algo es que uno puede ser profeta tambi¨¦n en su tierra. Que se lo digan a Pedro M. de la Cruz, el director de La Voz de Almer¨ªa: 'No es que venda peri¨®dicos, es que los agota cada vez que aparece en primera p¨¢gina'.
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