'Inventar tecnolog¨ªa es una tradici¨®n que no existe en Espa?a'
La entrevista tiene lugar en los antiguos silos de la f¨¢brica cementera Sans¨®n, donde Bofill tiene hoy su casa y el taller de arquitectura, y en cuyos terrenos construy¨® Walden 7, su primer edificio.
Pregunta. ?Qu¨¦ es esto?
Respuesta. ?Estupendo! Hace muchos a?os que la gente se hace esta pregunta. Si la pregunta contin¨²a, la experiencia contin¨²a.
P. Y las respuestas, ?han variado?
R. El Walden fue una experiencia centrada en las ideas del 68. Se quer¨ªa construir una comunidad de una vida diferente, como en el Walden original. Se construy¨® a 5.000 pesetas el metro cuadrado. Fue mi primer edificio importante. No med¨ª bien la construcci¨®n respecto al dinero que ten¨ªa, porque la vivienda social era muy barata, sin entrada, sin nada... La gente que viv¨ªa dentro estaba muy contenta, pero pronto empezaron a producirse algunos problemas con la fachada y se degrad¨® un poco. Hubo cr¨ªticas de algunos arquitectos que dec¨ªan que el proyecto era una insensatez. Bueno, con el tiempo, todo se ha ido arreglando y creo que se ha vuelto a formar una comunidad. La zona se ha revalorizado y el precio del metro cuadrado est¨¢ ahora en 300.000 pesetas.
'Yo no creo en el estilo, si por estilo entendemos que cada artista haya de hacer siempre lo mismo. Eso lo dejo para la Escuela de Arquitectura de Barcelona'
'Variar ha sido una necesidad para m¨ª. Yo he hecho lo que los cr¨ªticos llaman regionalismo cr¨ªtico, posmodernismo, clasicismo moderno...'
'En Catalu?a no han reconocido mi trabajo de dise?o urbano. No s¨®lo no me llaman, es que cuando lo hago me dicen que est¨¢ mal. Es absurdo, ?no?'
'Pienso que no se puede hacer lo mismo en el desierto del S¨¢hara que en Estocolmo. Esto me da la posibilidad de expresarme con lenguajes diferentes'
'Contin¨²o defendiendo las ideas del 68 porque fue una ¨¦poca donde se produjeron transformaciones sociales muy importantes. Yo defiendo la libertad personal'
P. ?Usted se inspir¨® espec¨ªficamente en los dos Walden para construir su proyecto? ?O el nombre vino luego?
R. S¨ª, yo me inspir¨¦ en el conductismo de Burrhus Frederic Skinner y en su posibilidad de hacer de la vida lo que uno quiera, incluso una fiesta permanente. Yo quise hacer aqu¨ª un lugar donde todo fuera posible dentro de las leyes de la comunidad, una comunidad un poco diferente... Me imagin¨¦ otro tipo de vivienda social, radicalmente contradictoria con los bloques de pisos que hay a la entrada de Barcelona, en Bellvitge. Un lugar con mezcla de gente, de funciones, de categor¨ªas sociales...
P. Era muy joven entonces.
R. Yo ten¨ªa 25 a?os... El Walden era la culminaci¨®n de toda una teor¨ªa que se llamaba La Ciudad en el Espacio, que se ten¨ªa que hacer en Madrid y que prohibi¨® Carlos Arias Navarro. El Walden pudo hacerse gracias a la financiaci¨®n de Banca Catalana y a Jordi Pujol, que entonces la dirig¨ªa. Este edificio es de 1974 y corresponde a ese mundo. Walden se ha transformado y se ha adaptado a la realidad actual. La propiedad ahora es horizontal y, desde luego, la comunidad es mucho m¨¢s burguesa de lo que pens¨¢bamos, pero la gente est¨¢ content¨ªsima con ella.
P. Usted vive aqu¨ª, en la f¨¢brica.
R. Yo vivo aqu¨ª, aqu¨ª trabajo, en esta mesa, aqu¨ª tengo la parte m¨¢s importante del taller. Luego tengo una casa en el Ampurd¨¢n y un piso alquilado en Par¨ªs. Pero ¨¦ste es mi lugar de referencia, mi casa, donde he hecho todos los proyectos de mi vida, m¨¢s de setecientos. Todos han empezado aqu¨ª. La mitad de mi tiempo lo paso en Barcelona y el resto viajando.
P. Trabaja aqu¨ª y trabaja fuera. ?C¨®mo se las arregla para sobrevivir en establishments culturales tan distintos?
R. Mire, el proyecto madrile?o de la Ciudad del Espacio lo hice con recursos propios y jug¨¢ndomela yo enteramente. No s¨®lo me prohibieron hacer esa obra, sino tambi¨¦n trabajar en Espa?a. La prohibici¨®n no tuvo que ver con el car¨¢cter digamos que l¨²dico e insurgente de la propuesta, sino con algo mucho m¨¢s tangible y peligroso: yo hac¨ªa vivienda social m¨¢s barata, y los constructores que dominaban el cotarro se alarmaron y presionaron con eficacia. La lecci¨®n que saqu¨¦ de todo aquello fue muy clara: nunca jam¨¢s pondr¨¢s en una obra todo lo que pienses. Lo que har¨¢s ser¨¢ diversificar riesgos, como hacen los banqueros: experiencias tecnol¨®gicas en un pa¨ªs tecnol¨®gico, experiencias sociales en Francia, que hay sensibilidad para esos asuntos; torres en Estados Unidos; el riesgo de hacer ciudad lo correr¨¢s en China o en Argelia. Creo que ha sido un buen m¨¦todo para sobrevivir.
P. ?Y qu¨¦ riesgos corre en Espa?a?
R. Se puede hacer dise?o...
P. Bueno, eso no est¨¢ prohibido en ning¨²n lugar.
R. No tenemos el nivel tecnol¨®gico del centro de Europa. Por ejemplo, en Par¨ªs he hecho la sede social de la primera compa?¨ªa de seguros del mundo, un edificio de ocho pisos con una doble fachada de vidrio que separa una doble piel, completamente transparente, y que se aguanta desde arriba por unos puntos... Esta fachada no la podr¨ªa hacer en Espa?a.
P. ?Por qu¨¦?
R. Pues porque ¨¦ste es un pa¨ªs que no sabe inventar modelos. Aqu¨ª no se inventa nada. ?Y sabe por qu¨¦, entre otras cosas? Porque no tenemos los mecanismos pertinentes de la investigaci¨®n aplicada. Por ejemplo, los seguros. Si haces una pared de vidrio y se te cae un trozo, porque no tienes experiencia, porque es la primera vez que lo haces, tienes que pagarlo de tu bolsillo. Aqu¨ª no vale la pena experimentar. Aunque, en fin, es verdad que las cosas un poco s¨ª que han han mejorado.
P. ?El problema es la seguridad econ¨®mica?
R. No, y la capacidad de organizaci¨®n t¨¦cnica. La tradici¨®n de la revoluci¨®n industrial, el inventar tecnolog¨ªa es una tradici¨®n que no existe en Espa?a, no tenemos las f¨®rmulas. Ahora estamos llegando a la Uni¨®n Europea, pero falta todo el proceso de fabricaci¨®n.
P. Quer¨ªa volver a eso que ha dicho de no poner en una obra todo lo que uno piensa. Supongo que hay una correspondencia entre esto y el eclecticismo de su estilo.
R. Yo no creo en el estilo, si por estilo entendemos que cada artista haya de hacer siempre lo mismo. Eso lo dejo para la Escuela de Arquitectura de Barcelona, que ha ido dictando en cada momento lo que se ten¨ªa que hacer.
P. Sin mucho ¨¦xito en su caso.
R. Yo he hecho de todo. He intentado variar constantemente. Variar ha sido una necesidad para m¨ª. Yo he hecho lo que los cr¨ªticos llaman regionalismo cr¨ªtico, posmodernismo, en la ¨¦poca en que trabaj¨¦ con Philip Johnson en Estados Unidos; clasicismo moderno en el Teatro Nacional de Catalu?a... Hay otros arquitectos, como Richard Maier, buen¨ªsimo amigo m¨ªo, o Norman Foster, que siempre hacen lo mismo. Bueno, ellos sabr¨¢n. Yo pienso que no se puede hacer lo mismo en el desierto del S¨¢hara que en Estocolmo, en Par¨ªs que en Tokio. Esto me da la posibilidad de expresarme con lenguajes diferentes. A veces me he expresado de una forma muy minimalista y muy pura, y a veces me he expresado de una manera muy cl¨¢sica pero reescrita y modernizada, y otras veces he hecho una arquitectura pobre, como donde vivo, que es la que a m¨ª m¨¢s me gusta, una arquitectura con muy pocos elementos.
P. Eso de la Escuela de Arquitectura barcelonesa...
R. Catalu?a es un pa¨ªs peque?o, agradable, simp¨¢tico, interesante, que me gusta mucho, por eso vivo y trabajo en ¨¦l, pero que no deja de ser un peque?o pa¨ªs. Y entonces, en un pa¨ªs peque?o, la Escuela de Arquitectura, y a veces tambi¨¦n la ciudad, deciden que toca hacer equis y todo el mundo ha de hacer equis y se establece una especie de tribunal que decide lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal, desde el punto de vista del lenguaje arquitect¨®nico, de la construcci¨®n, de la composici¨®n... Yo tom¨¦ la tendencia de desmarcarme de todas partes.
P. No le ha ido mal.
R. Bueno, tambi¨¦n tengo alguna frustraci¨®n, como es l¨®gico. La verdad es que en Catalu?a, en Espa?a menos, no han reconocido mi trabajo de dise?o urbano. Aqu¨ª no s¨®lo no me llaman para esto, sino que cuando lo hago me dicen que est¨¢ mal. Es absurdo, ?no? Por ejemplo, cuando hago un trozo de ciudad en Diagonal Mar, van y lo cambian. Hay una cierta incomodidad con este aspecto de mi trabajo.
P. Es cierto que usted no ha participado en la trama del desarrollo barcelon¨¦s de los ¨²ltimos a?os.
R. Claro, ?y sabe por qu¨¦? Mire, en el a?o 1983 yo era un independiente cercano a los planteamientos del 68 y cercano al PSUC, a los comunistas catalanes, a una tradici¨®n laica, antifranquista, atea. Pero siempre desde la independencia. Pues bien: en las elecciones municipales de 1983, el se?or Trias Fargas, que era el candidato de Converg¨¨ncia, me vino a ver y me pidi¨® que lo asesorase. Lo hice, le escrib¨ª un programa en donde se dec¨ªa que la ciudad deb¨ªa abrirse al mar, recuperar el centro hist¨®rico de Barcelona, especialmente el Ensanche; que se ten¨ªan que arreglar los r¨ªos, el Llobregat y el Bes¨°s; recuperar el Tibidabo como centro de toda el ¨¢rea metropolitana... en fin, una serie de cosas que est¨¢n escritas. Bien: eso bast¨® para que el socialismo vigente me empezara a considerar un traidor.
P. ?No trabaja por traidor?
R. Hay otra raz¨®n a?adida. Es econ¨®mica. Normalmente, en esta sociedad, un arquitecto como yo, que est¨¢ considerado un catal¨¢n universal..., reconocido por todo el mundo...
P. Es verdad que es usted un hombre muy importante.
R. S¨ª, pero no me interesa, se me ha pasado el ego. Eso de dejar obra para pasar a la historia, ese desaf¨ªo a la muerte..., cuando hay tantas cosas publicadas, cuando ya est¨¢s en los diccionarios... Mire, todo eso deja de tener sentido. Lo que iba a decirle: yo conozco el capitalismo mundial, he trabajado para grandes potencias industriales. Soy un tipo seguro. Se me puede encargar una ciudad, que la har¨¦. Si llamo a un japon¨¦s, invertir¨¢ en lo que hago; si llamo a un suizo o a un franc¨¦s, tambi¨¦n, y resulta que todo esto que se construye vale miles de millones de pesetas. No es un librito editado en una sociedad peque?a, ?me comprende?
P. S¨ª, creo que s¨ª.
R. Enti¨¦ndame, ya s¨¦ que es un poco desagradable hablar as¨ª. Pero no por desagradable es menos verdad. Barcelona es una ciudad demasiado peque?a para hacer demasiadas cosas. Si haces demasiadas cosas en un lugar donde hay un trabajo limitado, est¨¢s creando problemas a los otros.
P. Ciertamente, es usted demasiado poderoso para el pa¨ªs.
R. No lo s¨¦. Pero arquitect¨®nicamente s¨ª.
P. En Espa?a...
R. En Espa?a no he tenido problemas. Hago proyectos en Madrid inmensos, la continuaci¨®n de la Castellana, que se har¨¢; el parque del Manzanares, que se har¨¢... Y en Valencia un trozo del Turia, y en A Coru?a otra cosa...
P. ?Le gustan las ciudades espa?olas?
R. A m¨ª me hab¨ªan gustado los pueblos espa?oles y algunos pueblos catalanes antiguos. Pero Espa?a es un pa¨ªs de arquitectura popular, no es un pa¨ªs con grandes arquitectos, no es Italia. En su momento, yo dije que la arquitectura espa?ola no me parec¨ªa suficientemente buena. Pero ahora ha mejorado mucho, en t¨¦rminos generales, sobre todo por lo que respecta a la ¨¦lite arquitect¨®nica; y no s¨®lo la arquitectura, sino tambi¨¦n los pueblos, las ciudades. Se ha logrado una especie de competitividad entre las ciudades que ha permitido que aumente el nivel arquitect¨®nico. ?C¨®mo? Pues gracias, en general, a los alcaldes. La competici¨®n entre ciudades es totalmente saludable y ha dado mejores resultados que en Francia, Alemania o Italia. Desde los noventa han pasado cosas. Que estas cosas sean insuficientes, que se den todav¨ªa los problemas tecnol¨®gicos de que habl¨¢bamos antes, que se haya alcanzado el nivel de excelencia al que se quer¨ªa llegar. ?ste es otro tema, pero el nivel ha aumentado. Nuestro problema, en fin, es no haber nacido en Washington o en Pek¨ªn.
P. ?Qu¨¦ habr¨ªa hecho usted si encima hubiera nacido geogr¨¢ficamente poderoso?
R. Pues no lo s¨¦. Pero le dir¨¦ que un t¨ªo que nace en Washington no tiene que dar la vuelta al mundo para construir. Por el contrario, un t¨ªo que nace en Barcelona tiene que hacer unos esfuerzos para trabajar en China como no se puede imaginar. Cuando un franc¨¦s trabaja en Pek¨ªn en un proyecto importante, Chirac llama por tel¨¦fono al presidente de China, el establishment franc¨¦s les regala arquitectura y a cambio les vende armamento, tegev¨¦s, centrales nucleares... Aqu¨ª vas solo por el mundo.
P. ?Son conscientes los pol¨ªticos espa?oles de esta necesidad de looby?
R. No. Todo eso lo podr¨ªa estar haciendo Aznar, podr¨ªa haberlo hecho Felipe Gonz¨¢lez. No lo han hecho. Nadie ha pensado que esto hay que hacerlo. La arquitectura es una punta de lanza para la industria. Ni siquiera han sido concientes de esto. Yo he estado de presidente del jurado de la ampliaci¨®n del Banco Europeo de Inversiones, que es el que paga el 50% de las infraestructuras en Espa?a, y he visto las influencias desencadenadas por los pa¨ªses que intentan que gane un proyecto determinado. Yo he sido jurado en representaci¨®n de la Uni¨®n Europea para la construcci¨®n de la nueva ¨®pera de la Plaza de Tiannanmen en Pek¨ªn, y he visto c¨®mo Chirac llamaba por tel¨¦fono para que ganara el franc¨¦s.
P. ?No ha intentado hablar de eso con los pol¨ªticos?
R. Alguna vez. Pero enseguida te env¨ªan al organismo correspondiente de la proyecci¨®n espa?ola en el exterior. No, no saben lo que deben hacer ni c¨®mo hacerlo. No saben encontrar su lugar. Espa?a no tiene una cultura industrial. Eso se nota tambi¨¦n en los pol¨ªticos. Cuando hablas con un franc¨¦s, notas su orgullo por haber hecho la Renault, la Citro?n, por haberse inventado las centrales nucleares, por haber hecho el Arco del Triunfo, por haber inventado el Concorde, el Airbus... ¨¦ste es el aut¨¦ntico orgullo franc¨¦s. Recuerdo los d¨ªas de la transici¨®n cuando hab¨ªa problemas con Francia, cuando los agricultores nos destru¨ªan los camiones de naranjas. Los pol¨ªticos se quejaban. Yo les dec¨ªa: 'No, el problema no son las naranjas. El problema es que no les compr¨¢is el tegev¨¦, y quer¨¦is comprar la alta velocidad al Jap¨®n. Esto no est¨¢ en las reglas del juego. No lo hag¨¢is, porque el orgullo franc¨¦s pasa por el tegev¨¦'. Ese orgullo es desconocido en Espa?a. Se da en Francia y tambi¨¦n en Estados Unidos y en los pa¨ªses que tienen esa cultura industrial, aqu¨ª inexistente.
P. Como dice, usted fue un joven del 68. ?Y ahora que ya no es joven?
R. Yo no tengo la misma visi¨®n que ten¨ªa de las cosas, es natural. Mi formaci¨®n, mi familia y mi trabajo provocan que vea el mundo actual de una manera muy caleidosc¨®pica. Yo lo veo de una manera desde Jap¨®n, de otra manera desde Nueva York, Barcelona o ?frica. Pero contin¨²o defendiendo las ideas del 68, porque se trata de una ¨¦poca donde se produjeron transformaciones sociales muy importantes y se abrieron algunas cosas que para m¨ª son sagradas, como son las libertades personales y todo lo que se deriva de ellas. Yo defiendo la libertad personal desde la primera a la ¨²ltima. No soy, ni lo ser¨¦ nunca, un socialdem¨®crata normal. No me interesa. La socialdemocracia se ha acabado: ha sido muy interesante porque ha promovido los derechos sociales, la vivienda de alquiler...
P. Si es por esto ¨²ltimo, ¨¦ste debe ser un pa¨ªs muy poco socialdem¨®crata.
R. Hombre, algo que se hace bien y tanto que lo critican...
P. Sin alquiler es dif¨ªcil que los j¨®venes hagan el favor de marcharse de casa.
R. ?se es otro tema. Pero a m¨ª me parece que es mejor invertir en vivienda que tirar el dinero en la Bolsa... Habl¨¢bamos de la socialdemocracia.
P. Eso es.
R. Lo pol¨ªticamente correcto del pensamiento socialdem¨®crata ya no es lo motivante. No puedes defender la lucha de clases para que el peque?o burgu¨¦s tenga una nevera m¨¢s o se compre otro coche.
P. ?Usted qu¨¦ defiende?
R. El desaf¨ªo personal con uno mismo. Complicado pero interesante. Cuando ya has hecho muchas cosas, el desaf¨ªo ya es puramente personal, es tu capacidad de estar vivo y de seguir inventando. Hay valores personales, que para m¨ª son la belleza y la inteligencia, y hay valores sociales, que son de otro orden, como la capacidad de ayudar a que las cosas se hagan de una manera determinada. En este momento me interesa m¨¢s hacer una ciudad en China o viviendas sociales en Brasil que hacer un gran museo en cualquier ciudad desarrollada. A mi edad o haces una pieza arquitect¨®nica que sea en s¨ª misma una obra de arte, aunque no olvido que toda obra perfecta es siempre una obra muerta, o se hace una obra social. En fin, construir una ciudad tiene m¨¢s sentido que ser socialdem¨®crata.
P. ?Sentido?
R. Sentido para m¨ª. Aunque eso no significa que no haya una serie de valores socialdem¨®cratas que los d¨¦ por descontados. Por ejemplo, que toda la poblaci¨®n espa?ola, con papeles o sin papeles, no disponga de un m¨ªnimo econ¨®mico que le permita subsistir es una verg¨¹enza para los socialdem¨®cratas y para todo el mundo.
El s¨¦ptimo modelo
PRONTO HAR? TREINTA A?OS que Ricardo Bofill levant¨® en Sant Just Desvern, al lado de Barcelona, los edificios de Walden 7. El nombre lo ide¨® el poeta Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, que entonces formaba parte, junto a otras gentes de inquietudes parecidas y profesiones diversas, del taller de arquitectura que lideraba Bofill. Walden (bosque, en alem¨¢n) es el t¨ªtulo del libro que Henry David Thoreau public¨® en 1854, donde narraba sus dos a?os de reclusi¨®n meditativa en una caba?a del bosque americano. Un siglo m¨¢s tarde, en 1948, B. F. Skinner, el fundador del conductismo, teorizaba sobre una utop¨ªa de vida comunitaria a trav¨¦s de seis modelos posibles. El s¨¦ptimo modelo nacer¨ªa treinta a?os despu¨¦s, un poco m¨¢s all¨¢ de la Diagonal.
La historia del edificio -una construcci¨®n fundamental de la arquitectura moderna espa?ola- se presta a met¨¢foras un punto sencillas. Walden 7 empez¨® a caerse al poco de ser inaugurado -como suele suceder cuando se inauguran utop¨ªas-, y entre las posibilidades reales que le acecharon estuvo el puro y simple derribo. La intervenci¨®n de la Administraci¨®n y la tenacidad de una comunidad de vecinos que quiso siempre honrar la casa y su nombre la salvaron. Walden 7 no es hoy una rep¨²blica de libertad independiente, pero s¨®lo porque hay libertad, y hasta libertinaje, en sus afueras. Sus met¨¢foras aluden tambi¨¦n, claro est¨¢, a la personalidad de su propio constructor, que ha sobrevivido -y de una manera muy potente- a todos los sue?os, incluidos los propios.
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