1,5 kilos de misterio para comprender la vida
La especie humana es consciente de ser consciente. Eso no es poco. Pero a¨²n hay m¨¢s. Somos conscientes de que la gente alrededor nuestro es consciente de ser consciente. Esta metaconciencia nos distingue del resto de los seres vivos y nos proporciona una cohesi¨®n que se ha sobredimensionado a lo largo de nuestra historia evolutiva, dando lugar a la aparici¨®n de culturas y civilizaciones.
El cerebro nos acerca el mundo exterior y nos trae la realidad envasada en cinco sentidos que se unen para materializar la vida tal como la conocemos. Y todo fluye a lo largo de las neuronas, c¨¦lulas que almacenan, procesan y reparten la informaci¨®n de lo que ocurre fuera y dentro de nuestro organismo. La mente es testigo, en cada uno de nosotros, de un modo absolutamente privado y singular, del curso de la existencia. Y es la mente la que genera respuestas emotivas, sensaciones de placer, alegr¨ªa, miedo u odio. ?O es el cerebro?
Cerebro y mente, la estructura y la funci¨®n, se confunden en la m¨¢s asombrosa y compleja creaci¨®n de la evoluci¨®n biol¨®gica
El cerebro es un ¨®rgano extraordinariamente complejo compuesto de un entramado de miles de millones de neuronas y otras c¨¦lulas auxiliares con billones de conexiones entre s¨ª. Esta organizaci¨®n le permite evaluar las sensaciones procedentes del medio, almacenarlas, integrarlas y elaborar una respuesta de car¨¢cter adecuado para que el individuo pueda hacer frente a las situaciones del d¨ªa a d¨ªa.
Desde la antig¨¹edad se hab¨ªa considerado el cerebro como una masa continua de composici¨®n indefinida que, mediante mecanismos hidr¨¢ulicos, como pensaba Descartes, mandaba informaci¨®n a trav¨¦s de los nervios, considerados como tubos huecos por donde un l¨ªquido transmit¨ªa la presi¨®n mandada por el cerebro. Gracias a Santiago Ram¨®n y Cajal, nuestro investigador universal, se puso de manifiesto, a finales del siglo XIX, que, en realidad, el cerebro est¨¢ constituido, al igual que el resto de los ¨®rganos animales, por multitud de c¨¦lulas, y que los nervios son conglomerados de axones, una de las tres partes principales en las que se dividen las neuronas. Ram¨®n y Cajal comparti¨® con Camilo Golgi el Premio Nobel de Medicina de 1906.
Las mariposas del alma
Las protagonistas indiscutibles del cerebro, y de todo el sistema nervioso, son las neuronas. Se trata de c¨¦lulas especializadas en la recepci¨®n, almacenamiento, integraci¨®n y distribuci¨®n de la informaci¨®n. Su belleza y complejidad anim¨® a Ram¨®n y Cajal a referirse a los aproximadamente 100.000 millones de neuronas que componen el cerebro humano como 'esas mariposas del alma'. Con formas y tama?os de gran variaci¨®n, las neuronas se relacionan entre s¨ª mediante conexiones f¨ªsicas entre sus estructuras de entrada y salida, las dendritas y los axones, mediante conexiones denominadas sinapsis.
Una neurona t¨ªpica del cerebro se conecta con otras 10.000 neuronas, por lo que el n¨²mero de conexiones dentro del cerebro es astron¨®mico. Cada neurona tiene tres partes: el cuerpo neuronal, donde se aloja el n¨²cleo de la c¨¦lula y los restantes org¨¢nulos; el ax¨®n, un filamento de longitud variable -de algunos micr¨®metros hasta metro y medio, como en el caso de los axones que inervan el pie desde la m¨¦dula espinal- que ofrece la v¨ªa de transmisi¨®n por la cual viaja la electricidad que transmite los est¨ªmulos a otras neuronas, y las dendritas, estructuras filamentosas de longitud menor, pero presentes en gran n¨²mero, que reciben est¨ªmulos de los axones de otras neuronas.
Las neuronas motoras estimulan el movimiento de alguna parte del cuerpo, como, por ejemplo, las que inervan los m¨²sculos que mueven los dedos de la mano. Las neuronas sensoriales, por su parte, reciben informaci¨®n a partir de los ¨®rganos de los sentidos (tacto, o¨ªdo, vista, olfato y gusto) y convierten el est¨ªmulo f¨ªsico que llega a las c¨¦lulas especializadas de cada ¨®rgano (c¨¦lulas receptoras) en el est¨ªmulo electroqu¨ªmico t¨ªpico de las neuronas que se transmite hacia las zonas especializadas del cerebro. En la piel, por ejemplo, las c¨¦lulas receptoras son las propias terminaciones nerviosas, mientras que en la vista son c¨¦lulas (conos y bastones) que env¨ªan la informaci¨®n de la impresi¨®n luminosa hacia las terminales de las neuronas sensoriales. Las interneuronas juegan un papel de intermediario entre las neuronas sensoriales y las motoras.
Las c¨¦lulas de la gl¨ªa acompa?an a las neuronas para nutrirlas y aislarlas, junto a otras actividades. Cuando alguien habla coloquialmente de materia gris, se est¨¢ refiriendo a aquellas ¨¢reas del cerebro, principalmente las m¨¢s superficiales, que muestran una gran densidad de cuerpos neuronales y carecen de c¨¦lulas de la gl¨ªa auxiliares, mientras que la materia blanca del cerebro aparece como consecuencia del color blanco de la mielina, la sustancia aislante de los axones.
Corrientes y recuerdos
El cerebro es como un gran circuito electr¨®nico donde los axones y las dendritas hacen las veces del cableado por donde viaja la corriente electroqu¨ªmica. Hay dos motivos clave en el funcionamiento neuronal: la generaci¨®n de corriente mediante potenciales de acci¨®n y la comunicaci¨®n qu¨ªmica entre axones y dendritas mediante la liberaci¨®n de mensajeros qu¨ªmicos denominados neurotransmisores.
La acci¨®n de los neurotransmisores, denominada neuromodulaci¨®n, contribuye a excitar o inhibir a las neuronas con las que hacen contacto. Cada neurona recibe numerosos est¨ªmulos de excitaci¨®n o inhibici¨®n que se suman para determinar si finalmente la corriente pasar¨¢ o no. El bloqueo y el incremento en la acci¨®n de los neurotransmisores provocan estados de conciencia alterados, lo cual es aprovechado por la industria farmac¨¦utica para crear sustancias que interfieran con estos procesos naturales. Los opi¨¢ceos, por ejemplo, poseen estructuras moleculares similares a los neurotransmisores, compitiendo por sus lugares de recepci¨®n.
El cerebro posee un sistema de memoria por el cual la informaci¨®n registrada por los ¨®rganos de los sentidos se almacena y recupera convenientemente. Las neuronas no s¨®lo son los circuitos por los que pasa la corriente. La configuraci¨®n de las conexiones entre dendritas y axones, que cambian con el tiempo a medida que el cerebro recibe est¨ªmulos, es la responsable de almacenar la memoria.
El cerebro, con una masa celular de entre 1,3 y 1,5 kilos de peso medio para las mujeres y los hombres adultos, respectivamente, requiere grandes cantidades de energ¨ªa. A pesar de constituir el 2% del peso del organismo, consume hasta un 20% del ox¨ªgeno y de la glucosa presentes en la sangre, que le llega a trav¨¦s de las arterias cerebrales.
De las m¨²ltiples estructuras del cerebro, la corteza y la neocorteza, una masa plegada con dos hemisferios, el izquierdo y el derecho, presenta un gran desarrollo en el ser humano (ver gr¨¢fico). Es aqu¨ª donde residen los centros de control de la mayor¨ªa de las funciones cognitivas, centros que est¨¢n relacionados por millones de conexiones entre sus neuronas integrantes. Las partes internas del cerebro llevan a cabo funciones m¨¢s b¨¢sicas, relacionadas con la supervivencia del organismo, entre las que se cuenta la memoria.
Adem¨¢s, el cerebro y el sistema hormonal est¨¢n relacionados muy estrechamente. Un ejemplo importante de esta relaci¨®n se manifiesta en la existencia de una gl¨¢ndula hormonal alojada dentro del propio cerebro, denominada pituitaria. Est¨¢ directamente relacionada con el hipot¨¢lamo y constituye el eje hipot¨¢lamo-hipofisiario. Este eje controla todos los procesos vitales del organismo: respiraci¨®n, latidos del coraz¨®n, regulaci¨®n sangu¨ªnea, temperatura corporal. La relaci¨®n entre el hipot¨¢lamo y la gl¨¢ndula pituitaria regula tambi¨¦n muchos de los comportamientos b¨¢sicos, tales como la apetencia sexual, la reacci¨®n frente al fr¨ªo, el miedo, la huida, la sed, el hambre.
No es necesario el cerebro para controlar, por ejemplo, los movimientos de s¨ªstole y di¨¢stole (contracci¨®n y expansi¨®n) del coraz¨®n, ni el movimiento del diafragma para efectuar la respiraci¨®n en los pulmones. Estos movimientos est¨¢n controlados por el sistema nervioso aut¨®nomo, que se comienza a formar durante las primeras fases del desarrollo embrionario y, obviamente, cualquier fallo en ¨¦l provoca efectos catastr¨®ficos.
Como todo ¨®rgano del cuerpo, el cerebro posee una serie de genes espec¨ªficos que est¨¢n relacionados con su forma y funci¨®n. Muchos de estos genes act¨²an tambi¨¦n en otras partes del organismo, mientras que otros son espec¨ªficos para la diferenciaci¨®n de las neuronas y las c¨¦lulas gliales. La b¨²squeda de genes que est¨¦n detr¨¢s de funciones cognitivas superiores, tales como el lenguaje, ha dado como fruto el hallazgo del gen FOXP2, que se ha encontrado en distintos animales con s¨®lo dos bases de diferencia respecto a la forma humana. Este gen est¨¢ mutado en algunos pacientes humanos que muestran grandes dificultadas para usar el lenguaje.
Ya desde los trabajos del ling¨¹ista Noam Chomsky, en los a?os cincuenta, se especulaba con la posibilidad de que el cerebro humano posee una capacidad innata para la gram¨¢tica y el uso del lenguaje. Ahora, la gen¨¦tica comienza a respaldar esta idea con datos concretos. Si bien falta mucho para descifrar la red gen¨¦tica completa que se encuentra detr¨¢s de la emergencia del lenguaje, as¨ª como los procesos de integraci¨®n entre las distintas partes del cerebro que permiten a los humanos manejar el lenguaje simb¨®lico y, a trav¨¦s suyo, erigirse en due?os de su destino.
Cerebro y mente, estructura y funci¨®n, se confunden en la m¨¢s asombrosa y compleja creaci¨®n de la evoluci¨®n biol¨®gica. La mente, que especula acerca de s¨ª misma y acerca de la mente de los dem¨¢s, sigue siendo un misterio para la ciencia que, tarde o temprano, terminar¨¢ por desvelarse. Sin embargo, aunque sepamos qu¨¦ significa la conciencia y qu¨¦ fundamentos biol¨®gicos poseen las emociones, seguiremos elev¨¢ndonos por encima de las leyes de la naturaleza para conmovernos con nuestra singular manera de ver el mundo a trav¨¦s del sentido -tan ¨²nicamente huma-no- de la belleza.
Gen¨¦tica y educaci¨®n, los dos pilares de la inteligencia
EL DEBATE acerca de cu¨¢nto hay de innato y cu¨¢nto de adquirido en la inteligencia es muy extenso. Un problema fundamental para cualquier teor¨ªa de la inteligencia es distinguir entre lo que se entiende por diferencias individuales y aquello que aparece como resultado de las influencias sociales. En otras palabras, un mismo test de inteligencia puede dar resultados muy diferentes en contextos sociales distintos. Adem¨¢s, dependiendo del contexto en el que vive un individuo, la inteligencia puede desarrollarse en distintos sentidos. Una de estas teor¨ªas contextuales propone la existencia de distintos tipos de inteligencia: ling¨¹¨ªstica, l¨®gico-matem¨¢tica, espacial, musical, cin¨¦tica corporal, interpersonal e intrapersonal. Cuando hablamos de inteligencia, no estamos hablando de un concepto ¨²nico. La pr¨¢ctica de cuantificar la inteligencia de un individuo fue ideada por el psic¨®logo franc¨¦s Alfred Binet, quien invent¨® el coeficiente intelectual (CI) como m¨¦todo para estimar la edad intelectual de un ni?o respecto a su edad biol¨®gica. Binet se cuid¨® bien de precisar que este tipo de test ser¨ªa ¨²til para distinguir ni?os con problemas de ni?os normales, pero nunca como baremo entre ni?os normales ni como medida de la inteligencia. A pesar de estas advertencias de Binet, el CI se ha utilizado de manera indiscriminada en multitud de situaciones que ha acabado estigmatizando colectivos de manera absurda. Un ejemplo de dicho abuso est¨¢ representado por aquellos que creen ver en el mayor CI en las clases econ¨®micamente m¨¢s favorecidas un reflejo de su superioridad intelectual frente a las dem¨¢s clases, confundiendo la causa con el efecto. El aprendizaje es, ante todo, una actividad que se despliega en toda su plenitud durante las primeras etapas del desarrollo animal. En el hombre, los primeros a?os determinan la adquisici¨®n de las facultades que m¨¢s adelante actuar¨¢n como partes impl¨ªcitas en la maquinaria mental, tales como la atenci¨®n, la percepci¨®n o el lenguaje. Al pasar por las distintas fases de crecimiento, cada individuo se enfrenta al conocimiento del mundo de un modo personal y ¨²nico. No existen dos experiencias vitales exactamente iguales, lo mismo que no existen dos personas gen¨¦ticamente iguales, con excepci¨®n de los hermanos gemelos. La inteligencia se adquiere paulatinamente y, ante todo, est¨¢ en manos de la educaci¨®n familiar y del entorno social inmediato, que determinar¨¢ el desarrollo de las capacidades cognitivas, las cuales cimentar¨¢n las posibilidades para acceder al aprendizaje. No hay genios que hayan aprendido de la ignorancia. Sin embargo, no se puede negar que ciertas caracter¨ªsticas personales determinadas en nuestra herencia gen¨¦tica predispongan a una mejor capacidad para adquirir y desarrollar las capacidades cognitivas. As¨ª, la existencia de ni?os precoces en determinadas disciplinas como la m¨²sica, las matem¨¢ticas o el ajedrez, dejan constancia de que tambi¨¦n la gen¨¦tica desempe?a un importante papel en el desarrollo de la inteligencia humana.
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