De vacaciones
No voy a contarles lo c¨®modo que est¨¢ Madrid en agosto, aunque tambi¨¦n es verdad que al cabo de los d¨ªas se echa de menos a la gente. Quiz¨¢ sea por la falta de costumbre o porque esta ciudad no se explica sin barullo, pero cuesta darle la raz¨®n al marqu¨¦s de la Valdavia. Dice el marqu¨¦s que 'Madrid, en verano, sin familia y con dinero, Baden-Baden'. Yo, que cumplo esos requisitos, no lo tengo tan claro y me hubiera gustado coment¨¢rselo una de tantas tardes como le he visto rebozado en su capa delante del Casino.
Pero el marqu¨¦s ha debido olvidarse de su frase y marcharse directamente a Baden-Baden, porque habr¨¦ desfilado varias veces por la fachada del Casino y hab¨ªa dos o tres dinosaurios en sus sillones de paja, pero no estaba ¨¦l. As¨ª que hoy he pasado de largo por el edificio y he bajado por la calle de Alcal¨¢ hasta la esquina con Gran V¨ªa, donde he cambiado de acera para meterme por Marqu¨¦s de Casa Riera y Los Madrazo como si me apeteciera curiosear el programa doble del cine Gong y, de carambola, tropezarme con Azor¨ªn junto a las fotos de la cartelera y verlo alejarse luego hacia su calle de Zorrilla con la mirada perdida y el atuendo brit¨¢nico, a pesar de la que cae.
Pero es m¨¢s l¨®gico que Azor¨ªn est¨¦ descansando en Mon¨®var que brujuleando por el ¨¢rea del Congreso, as¨ª que por inercia he avanzado hasta el Palace y en recepci¨®n no he preguntado por don Julio Camba para no armar un l¨ªo a los empleados, sino que me he acercado a la rotonda por si lo hallaba en un rinconcito, de tertulia con dos o tres eminencias. Y s¨®lo entonces he reparado en que nada se le ha perdido a don Julio Camba en Madrid mientras se celebra la Semana Grande en San Sebasti¨¢n, y all¨¢ lo sit¨²o, en una terraza del Bulevar frente a la Concha, quiz¨¢ con don Antonio D¨ªaz Ca?abate y con todos los castizos que han huido de esta solanera manchega para ponerse la rebeca por la tarde y dormir con mantita.
Con raz¨®n se dice del madrile?o que no le busques en la capital en agosto porque se halla en San Sebasti¨¢n. Total, que por la calle del Hotel Ritz y de la Academia he subido hacia la de Ruiz de Alarc¨®n, sin ninguna esperanza de ver a Baroja porque debe de estar en Vera por lo menos desde mayo. Pero hubiera dado cualquier cosa por o¨ªrle recitar el final de Juventud egolatr¨ªa, cuando ordena al grumete eso de que largue la vela y ponga 'en el m¨¢stil de nuestro peque?o falucho la bandera roja revolucionaria y vamos a lanzarnos al mar'...
Si este vac¨ªo de Madrid lo llenaran las aguas, la Castellana ser¨ªa navegable, circular¨ªan canoas en vez de autobuses, el mar comenzar¨ªa en la glorieta de Atocha, y mis amigos no ir¨ªan a buscarlo a otras latitudes. Con lo que, si todo fuera como me figuro, en los alrededores de la Biblioteca Nacional encontrar¨ªa a Ricardo Cid y nos ir¨ªamos a tomar un caf¨¦ al Ly¨®n, y all¨ª saludar¨ªamos a Ra¨²l Ruiz y a alg¨²n otro que no recuerdo. Por un rato me ilusiono con que Ricardo y Ra¨²l hayan anticipado su regreso de estas vacaciones tan largas, pero como no oigo sus voces s¨¦ que no debo enga?arme. Y, por lo mismo, al pasar por el Ateneo no encargo a los conserjes que transmitan mis saludos a don Jos¨¦ Garc¨ªa Mercadal, y reprimo la tentaci¨®n de averiguar si C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano est¨¢ en Teide, porque se habr¨¢ largado a Biarritz, seguro.
Madrid en agosto te guarda la ausencia de los amigos. Mas como para todo hay una excepci¨®n y, con ella, una esperanza, me planto en la acera del Banco de Espa?a y tomo Alcal¨¢ convencido de que voy a encontrarme a la vivaracha dama de la boina ladeada y de la sonrisa permanente. Ya estoy escuchando su tonillo fiscal y sol¨ªcito en este Madrid silencioso, y, ahora que rebaso el C¨ªrculo de Bellas Artes y a¨²n no me he cruzado con ella, pienso que no puede faltar en este trozo de la ciudad donde es tan fija como la Cibeles. Concedo que pase los fines de semana en El Boalo para respirar un poco, pero en d¨ªa laborable me resisto a creer que no est¨¦ en Madrid y en la zona por donde voy ahora.
Pero si ella tambi¨¦n se ha ido y a mi alrededor no hay sino caf¨¦s cerrados y tertulias disueltas, realmente Madrid no es en agosto el Baden-Baden del marqu¨¦s de la Valdavia, sino la ciudad del mill¨®n de cad¨¢veres de D¨¢maso Alonso. Y pienso si no me traer¨¢ m¨¢s cuenta reunirme con los ausentes, porque esta ciudad empieza a ser una tabarra cuando s¨®lo te transmite la nostalgia de los que se fueron de vacaciones.
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