Ganadores y perdedores
Los atentados han provocado una conmoci¨®n geopol¨ªtica y han consolidado a Estados Unidos como potencia imperial
El 11-S conmocion¨® el mundo, pero, sobre todo, conmocion¨® a Estados Unidos, y lo cambi¨®, o al menos aceler¨® y decant¨® algunas tendencias y debates en curso en la ¨²nica hiperpotencia de la posguerra fr¨ªa. El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, dijo que el choque hab¨ªa 'abierto el mundo', y que los pa¨ªses han entrado en una 'revisi¨®n de las relaciones de unos con otros'. Es un movimiento tect¨®nico, con ganadores y perdedores.
El eje contra el terror
Tras el 11-S, Estados Unidos ha intentado hacer de la lucha contra el terrorismo global el eje del mundo nuevo. Pero es dudoso que el mundo pueda organizarse en torno a este eje, como se organiz¨® en dos campos en la guerra fr¨ªa.
La amenaza terrorista que se convirti¨® en terrible atentado el 11-S no es nueva para EE UU. Ya tuvo avisos previos, desde las bombas contra el World Trade Center de 1993 a los atentados contra el destructor Cole frente a las costas de Yemen, o contra las embajadas americanas en Kenia y Tanzania. En 1999, recuerda Joseph Nye, la Comisi¨®n Hart-Rudman sobre Seguridad Nacional en el Siglo XXI concluy¨® que 'es probable que americanos mueran en suelo americano, posiblemente en grandes n¨²meros'. Y la Comisi¨®n Nacional sobre Terrorismo, tras constatar el aumento de objetivos estadounidenses en atentados en el mundo, propuso en junio de 2000 que esta lucha cobrara una dimensi¨®n prioritaria. De hecho, la persecuci¨®n de Bin Laden fue una de las grandes obsesiones de, al menos, seis de los ocho a?os de mandato del presidente Clinton, aunque ¨¦ste lo hizo de una forma a menudo discreta (salvo en los ataques con misiles contra Sud¨¢n y Afganist¨¢n) y sin ¨¦xito.
El 11-S ha provocado un mayor aislamiento y persecuci¨®n de los movimientos terroristas
El poder¨ªo de Estados Unidos en el mundo ha ido avanzando a golpe de crisis
La lucha o guerra contra el terrorismo se ve entremezclada con la importancia que esta Administraci¨®n de Bush, a¨²n m¨¢s que las anteriores, otorga al control de los suministros y reservas de petr¨®leo. Busca una menor dependencia en el petr¨®leo ¨¢rabe, y para ello apuesta no s¨®lo por controlar eventualmente Irak, sino tambi¨¦n por Asia Central.
Imperio
Si, ensimismado, EE UU mismo dudaba sobre su car¨¢cter imperial, el 11-S despert¨® al gigante para convertirlo en imperio, potencia globalmente activa que quiere que el mundo se amolde a sus intereses, antes de convencer o alentar a los dem¨¢s, en expresi¨®n de Nye, a querer lo que EE UU quiere que se haga. Estados Unidos pretende colaboraci¨®n contra el terrorismo, pero con una total libertad de acci¨®n para s¨ª, ya se trate de ir contra Irak, o de rehuir las ataduras que supone el nuevo derecho internacional que se ha ido desarrollando estos a?os, desde la Corte Penal Internacional hasta el Protocolo de Kioto. Este unilateralismo y el trato de prisioneros y sospechosos ha llevado a que EE UU, haya ido perdiendo la simpat¨ªa global que despert¨® el 11-S. Adem¨¢s, en la lucha antiterrorista, EE UU ha tenido que buscar aliados poco fiables y nada democr¨¢ticos, como Musharraf en Pakist¨¢n. La defensa de los derechos humanos ha quedado relegada.
El poder¨ªo de EE UU en el mundo ha ido avanzando a golpes de crisis. Lo hizo con las dos guerras mundiales, y con la guerra fr¨ªa y su fin. El 11-S, pese a haber abierto un boquete en la seguridad y la tranquilidad de los estadounidenses, ha supuesto un nuevo incremento de su poder¨ªo militar y pol¨ªtico.
Ganadores
'Los que no est¨¦n con nosotros est¨¢n contra nosotros', afirm¨® George W. Bush. Y de hecho, es en la relaci¨®n con EE UU donde se miden los ganadores de los efectos del 11-S, los perdedores, y los que ampl¨ªan su margen de maniobra, es decir, posibilidades.
Rusia. EE UU ha rehecho su relaci¨®n bilateral con Mosc¨², con la cooperaci¨®n en la lucha contra el terrorismo y nuevos suministros de petr¨®leo en la federaci¨®n y, en general en Asia Central donde Estados Unidos est¨¢ dot¨¢ndose de un rosario de bases militares, pues tambi¨¦n las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas en la zona han ganado en importancia estrat¨¦gica, y Mosc¨² parece haber optado por aceptar esta situaci¨®n. A cambio Rusia ha obtenido un acuerdo de cooperaci¨®n que la convierte en miembro de hecho, aunque no de derecho, de la OTAN, y v¨ªa libre para la represi¨®n en Chechenia. Ya no se trata de una relaci¨®n entre superpotencias. Para Mosc¨², los nuevos intereses compartidos con Washington pueden ser mayores que con la UE, y suponen el regreso de Rusia al tablero internacional, del que en buena parte hab¨ªa desaparecido tras el fin de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el comunismo.
India. Se ha convertido en pieza central para la estabilidad de la regi¨®n. Siempre lo ha sido, pero ahora, a¨²n m¨¢s. Pero EE UU no se f¨ªa de Pakist¨¢n, un pa¨ªs inestable al que necesita a¨²n para culminar la guerra de Afganist¨¢n -que se alarga y se puede complicar- y seguir persiguiendo a Al Qaeda en las tierras vecinas. La capacidad nuclear india, m¨¢s que como un peligro, casi se ve como un contrapeso a la de Pakist¨¢n. En el medio est¨¢ la cuesti¨®n de Cachemira, en la que EE UU se ha implicado para evitar una guerra en estos momentos entre ambos pa¨ªses, aunque la superioridad militar india es patente.
Turqu¨ªa. Ha pasado a ser uno de los goznes esenciales de cara tanto a Oriente Pr¨®ximo como a Asia Central. Turqu¨ªa, con unos militares partidarios de la colaboraci¨®n con Israel, es una pieza clave en este tablero, y, desde luego, para una posible operaci¨®n contra Irak. Es tambi¨¦n el punto de llegada del oleoducto que de Azerbaiy¨¢n atraviesa Georgia para llegar al Mediterr¨¢neo. Las presiones para que la UE haga entrar en su seno a Turqu¨ªa han aumentado.
Israel. A corto plazo, el 11-S ha favorecido la estrategia de Sharon, aunque a medio plazo el conflicto con los palestinos habr¨¢ de encauzarse de nuevo. Sharon, sobre bases diferentes, ha ganado en margen de maniobra y apoyo de Washington, como pieza clave en el tablero de Oriente Pr¨®ximo. Los palestinos, y especialmente Arafat por no haber podido o querido controlar los atentados suicidas, han perdido apoyos.
Marruecos. Con su firme condena a los atentados, y present¨¢ndose como muro de contenci¨®n -de una efectividad que a¨²n est¨¢ por demostrar- del avance del integrismo isl¨¢mico, ha ganado peso a los ojos de Washington, que lo considera como un aliado b¨¢sico en el otro extremo del Mediterr¨¢neo. El Gobierno de EE UU ha ido apoyando abiertamente la tesis marroqu¨ª de una autonom¨ªa del Sahara Occidental dentro de Marruecos, y medi¨® en la crisis entre Madrid y Rabat por la isla de Perejil.
Oportunidades
La situaci¨®n creada por el 11-S y la reacci¨®n de EE UU ha demostrado ser una fuente de oportunidades geopol¨ªticas para varios pa¨ªses o grupos de pa¨ªses.
China. Era la obsesi¨®n de Bush antes del ataque. China reaccion¨® positivamente, apoy¨® a EE UU en el Consejo de Seguridad, y supo sacar provecho para combatir a sus propios separatismos, adem¨¢s de ver facilitada su entrada en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), y su evoluci¨®n econ¨®mica. Sin embargo, los desaf¨ªos que plantea el crecimiento de China al liderazgo de EE UU permanecen.
Egipto. Es un Estado esencial en Oriente Pr¨®ximo. Mubarak lo sabe, sigue buscando la ayuda econ¨®mica de EE UU, pero no por ello apoya la pol¨ªtica de Washington hacia Irak.
Europa. Tras un impulso de solidaridad sin precedentes que llev¨® a activar el art¨ªculo 5 de defensa mutua de la OTAN -gesto hist¨®rico sin consecuencias pr¨¢cticas-, las diferencias entre EE UU y Europa se han ido agigantando con el creciente unilateralismo norteamericano. Los europeos no tienen una posici¨®n ¨²nica, y EE UU cuenta con la fidelidad inquebrantablemente fiel del Reino Unido. Pero las diferencias con EE UU, el desprecio estrat¨¦gico que Washington muestra hacia Europa, y la merma de importancia y centralidad de la OTAN en las actuales circunstancias crean un espacio mayor de maniobra para los europeos si saben usarlo para avanzar en una pol¨ªtica exterior, de seguridad y defensa com¨²n, aunque s¨®lo sea para moderar al grande. Aunque cabe que ocurra lo contrario: que retrocedan, y aumente su dependencia estrat¨¦gico en la hiperpotencia.
El islam. Puede parecer extra?o incluir al islam, entre los que han ganado en oportunidades. La globalizaci¨®n tambi¨¦n hab¨ªa globalizado el islamismo, y confirmado su car¨¢cter magm¨¢tico, pero Bin Laden ha fracasado, al menos de momento, en intentar unir al mundo isl¨¢mico contra EE UU. Por el contrario, lo que se ha provocado es que se empiece a abrir un debate en el mundo musulm¨¢n, en particular en el ¨¢rabe, sobre su modernizaci¨®n, que no debe confundirse con occidentalizaci¨®n. No ha habido choque de civilizaciones, aunque s¨ª hay m¨¢s tensi¨®n cultural con Occidente.
Perdedores
La lista de los perdedores podr¨ªa ser larga, entre los que no est¨¢n con EE UU, y aquellos a los que Estados Unidos ignora. Y esta ignorancia por parte de la hiperpotencia puede generar inestabilidad en diversas partes del mundo, desde el ya citado Oriente Pr¨®ximo hasta otras partes de Am¨¦rica Latina o Asia.
Irak. El r¨¦gimen de Sadam Husein se ha convertido en el blanco preferido de la Administraci¨®n de Bush, incluso por delante del escurridizo Bin Laden. Este Gobierno quiere lograr un control sobre Irak que le dar¨ªa una palanca de primera magnitud en toda la zona, el mundo del petr¨®leo y el vecino Ir¨¢n, adem¨¢s de frenar posibles peligros de armas de destrucci¨®n masiva.
Ir¨¢n. Sorprendentemente, Bush incluy¨® a Ir¨¢n, junto a Irak y Corea del Norte, en su eje del mal, con el riesgo de desestabilizar a los reformistas, apoyados mayoritariamente en la poblaci¨®n, frente al clericalismo conservador que a¨²n controla las principales palancas del poder. Esta Administraci¨®n, adem¨¢s, ha abandonado el concepto de mantener un equilibrio de poder entre Ir¨¢n e Irak, para ir contra ambos a la vez.
Arabia Saud¨ª. Es una pieza esencial para EE UU, por su ubicaci¨®n, y por su producci¨®n y reservas de petr¨®leo. Pero a la vez es un origen central de fuentes de financiaci¨®n, directa o indirecta, de movimientos islamistas violentos y no violentos. Osama Bin Laden era saud¨ª. Aunque a¨²n necesita a Arabia Saud¨ª, el 11-S ha venido a marcar un distanciamiento de Washington. Los dirigentes saud¨ªes lo han entendido e intentan un acercamiento, v¨ªa propuesta para la paz entre israel¨ªes y palestinos y otras iniciativas. Pero Washington quiere distanciarse de los saud¨ªes, tras a?os de contribuir a armarlos.
?frica. Con el fin de la guerra fr¨ªa, ?frica se sumi¨® en el olvido geopol¨ªtico. Lo ocurrido no viene a rescatarla, aunque una de las prioridades de EE UU es evitar que grupos armados, como ocurriera con Bin Laden y el Afganist¨¢n de los talibanes, se hagan con territorios abandonados o Estados fallidos. Por esta raz¨®n, EE UU presta m¨¢s atenci¨®n a Somalia, e intenta recuperar otros pa¨ªses, como Yemen o Sud¨¢n.
Am¨¦rica Latina. El 11-S supuso su marginaci¨®n temporal, como si a EE UU no le importara ya lo que pudiera pasar en este continente, salvo en M¨¦xico, vecino y socio comercial. El inter¨¦s de Washington se ha centrado en apoyar al Gobierno de Colombia en su lucha contra la guerrilla de las FARC y en intentar socavar a Ch¨¢vez en Venezuela justamente por su apoyo a la insurecci¨®n en Colombia. Se dej¨® que Argentina zozobrara sola, aunque ¨²ltimamente, ante el riesgo de seria contaminaci¨®n a Brasil -donde est¨¢n en juego las elecciones- Washington s¨ª moviliz¨® al FMI y ayud¨® tambi¨¦n a los bancos en Uruguay a hacer frente a sus obligaciones. En medio, Am¨¦rica Central no parece existir.
Organizaciones. Cuando en teor¨ªa m¨¢s cooperaci¨®n internacional es necesaria para la gobernabilidad global y lo que puede ser una larga lucha contra los terrorismos, las organizaciones internacionales han ido perdiendo peso de la mano del caso que les hac¨ªa EE UU. La ONU y su Consejo de Seguridad -cuya utilidad para EE UU var¨ªa seg¨²n las circunstancias-, han ido perdiendo peso con la negativa del pa¨ªs m¨¢s poderoso a nuevos avances en materia de derecho internacional, de control de armamentos, y en otros campos. Tambi¨¦n la OTAN y otras organizaciones han perdido, en la medida en que EE UU cree que necesita menos aliados y prefiere, si acaso, coaliciones ad hoc.
Movimientos terroristas. El 11-S ha puesto de manifiesto, si necesidad hab¨ªa, que la geopol¨ªtica ya no puede centrarse ¨²nicamente en los Estados, sino tambi¨¦n en este mundo en red en las redes de terroristas, de las que Al Qaeda es quiz¨¢s uno de los movimientos que mejor partido ha sabido sacar de la globalizaci¨®n de las comunicaciones. Pero el 11-S ha provocado un mayor aislamiento y persecuci¨®n de los movimientos terroristas, del GIA argelino a ETA.
El terremoto, que ha venido a superponerse al del fin de la guerra fr¨ªa y del imperio sovi¨¦tico, sobre el que Bush padre quiso construir un 'nuevo orden mundial', no ha llegado a su fin. El mapa geopol¨ªtico del mundo ha cambiado, pero no se ha estabilizado a¨²n, pues de momento Bush hijo no ha logrado detener el desorden mundial.
Una superioridad militar aplastante
Tras la inyecci¨®n de gasto militar de la Administraci¨®n de Bush tras el 11-S, con 366.000 millones de d¨®lares presupuestados, EE UU ya gasta m¨¢s en defensa que los siguientes 10 pa¨ªses. Ello pese a que no fuera una inferioridad militar la que hizo posible el atentado terrorista, pues utiliz¨® tecnolog¨ªa civil: baja tecnolog¨ªa, alto concepto (low technology high concept).
EE UU est¨¢ lanzado en una carrera de armamentos contra s¨ª mismo para asegurarse la supremac¨ªa militar en todos los ¨¢mbitos durante varios lustros. Si antes el proyecto de defensa nacional contra misiles bal¨ªsticos (NMD) despertaba dudas, el 11-S las disip¨®.
Tal ventaja militar no s¨®lo alimenta la idea de que puede actuar solo, sino que las alianzas militares empiezan a resultarle engorrosas, pues los aliados est¨¢n tecnol¨®gicamente atrasados, y ponen trabas.
La guerra, para EE UU est¨¢ cambiando de naturaleza. En primer lugar contra una red terrorista global, como Al Qaeda, hay que librar una guerra-red, concepto desarrollado por la Rand Corporation.
En segundo lugar, la guerra de Afganist¨¢n ha llevado a muchos expertos en EE UU a afirmar que la superioridad a¨¦rea y tecnol¨®gica, acompa?ada de comandos de ¨¦lite, puede hacer ganar. De hecho, es el debate que lanz¨® la Fuerza A¨¦rea tras la guerra del Golfo, y que reforz¨® la campa?a de la guerra de Kosovo.
En relaci¨®n con Irak y otros pa¨ªses, Bush ha derivado del 11-S una doctrina contraria a la imperante en la guerra fr¨ªa. Para esta Administraci¨®n que se siente, como el conjunto del pa¨ªs, en guerra, no se trata de disuadir a un adversario, sino de ir a buscarle y atacarle antes de que pueda llegar a atacar a EE UU. Es el concepto de 'autodefensa preventiva unilateralmente determinada', lo que se conoce como la Doctrina Bush. Y ya no se trata de contener al adversario, sino de acabar con ¨¦l, de hacerle retroceder: el roll back.
La respuesta de EE UU al 11-S ha sido una militarizaci¨®n no s¨®lo externa, sino tambi¨¦n interna. Por vez primera desde la guerra civil americana, las Fuerzas Armadas tienen jurisdicci¨®n en asuntos de seguridad interna.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.