Desacralizaci¨®n
Est¨¢ en lo cierto Ernest Gellner cuando afirma como caracter¨ªstica sustancial de la sociedad civil moderna la ruptura del c¨ªrculo entre la fe, el poder y la sociedad. Seg¨²n sus palabras, la sociedad civil es por encima de todo una sociedad sin un orden sacralizado. Si algo caracteriza el funcionamiento de la sociedad civil es la desacralizaci¨®n y, seg¨²n la acertada s¨ªntesis de Gellner, en las sociededes civiles 'la lealtad ya no significa credulidad'. En el marco de la sociedad civil la religi¨®n misma se ve forzada a renegociar su papel y su posici¨®n, sin que nada pueda evitar, en cualquier caso, el progresivo desplazamiento del hecho religioso hacia la periferia de esta sociedad, reducido a un ingrediente m¨¢s bien privado y discrecional. Nada parece m¨¢s alejado de la idea de sociedad civil que la umma de los creyentes: frente al ejercicio de la cr¨ªtica racional, el sometimiento a la tradici¨®n; frente a la elecci¨®n del modo de vida, el sometimiento al ritualismo; frente al pluralismo y su consiguiente diversidad, la homogeneizaci¨®n.
De ah¨ª el pasmo, la preocupaci¨®n y la pregunta: ?c¨®mo es posible que en Euskadi tanta gente contin¨²e ejerciendo una radical suspensi¨®n de la incredulidad en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica? ?C¨®mo es posible que tantas y tan diversas personas (j¨®venes y viejas, nativas e inmigrantes, vascoparlantes o no) sostengan, contra toda evidencia, una visi¨®n de la realidad en la que la violencia encuentra acomodo? Sustituyendo la raz¨®n por el sentimiento.
Analizando el auge del irracionalismo en la sociedad norteamericana, Wendy Kaminer descubre un principio b¨¢sico a todas las propuestas de (nueva) espiritualidad: 'La verdad reside en lo que sientes, no en los que sabes en tu cabeza y mucho menos en los que puedas probar'. La sinceridad, la intensidad de la vivencia es la prueba definitiva de la verdad. La autora analiza la relativa facilidad con la que esta perspectiva explica tr¨¢nsitos aparentemente inexplicables, como es el caso de personas que se pasan de la pac¨ªfica y florida new age al movimiento ultraconservador y violento de las milicias armadas. 'La propaganda de la extrema derecha (al igual que la de la extrema izquierda de hace treinta a?os) emplea las mismas t¨¦cnicas de argumentaci¨®n que los libros de espiritualidad popular: conf¨ªa en el testimonio personal y en la intensidad de la fe'. Se trata de ese salto cu¨¢ntico de la fe del que habla Michael Burleigh en su estudio sobre el Tercer Reich. Convenientemente acompa?ada de un abigarrado conjunto de rituales colectivos, a menudo organizados en derredor del sufrimiento y de la muerte, esta permanente educaci¨®n sentimental se convierte en el soporte social, en la estructura de plausibilidad, de una determinada visi¨®n del mundo. De ah¨ª la relevancia de analizar, en clave de recreaci¨®n mistag¨®gica, la dimensi¨®n lit¨²rgica y ritual (con sus tiempos fuertes, con sus espacios m¨¢gicos, con sus hierofan¨ªas, con su santoral y sus objetos de culto) que configura y cohesiona la comunidad nacionalista radical posibilitando su existencia parad¨®jica, una existencia literalmente u-t¨®pica y u-cr¨®nica, una existencia extempor¨¢nea, profundamente ajena a la realidad de la sociedad vasca actual.
En su reflexi¨®n sobre la funci¨®n del sacrificio en los sistemas religiosos antiguos Georges Bataille describe un proceso que, cuando llega al sacrificio de seres humanos, indica no el apogeo de un sistema religioso, sino 'el momento en que se condena: en el momento en que las formas antiguas han perdido parte de su virtud, no puede mantenerse m¨¢s que por excesos, por innovaciones demasiado onerosas'. Seg¨²n Bataille, 'numerosos signos indican que estas exigencias crueles eran mal soportadas'. Hace ya mucho tiempo que la sociedad vasca ha dicho no a los sangrientos sacrificios humanos. Hace mucho tiempo que ha escupido de su boca el nombre de una deidad cruel que empuja al padre a alzar su cuchillo contra el hijo sin detener su mano, permitiendo que el pasado ahogue al futuro en sangre. Aunque se est¨¦ escribiendo con renglones torcidos, quiero creer que nos hallamos en una situaci¨®n en la que se abre ante nosotros un futuro en el que la desacralizaci¨®n de la pol¨ªtica ha de tornarse imparable.
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