El caso de los sapos deformes
Desde 1995, los Sherlock Holmes de la ciencia intentan comprender la misteriosa aparici¨®n, en Norteam¨¦rica, de sapos con deformidades en sus extremidades posteriores que, en ocasiones, pueden poseer hasta cuatro ancas. Estas deformidades alarmaron a bi¨®logos y ecologistas, para quienes indicaban un claro deterioro del entorno en el que viven estos animales, que no es sino parte del planeta Tierra donde vivimos todos. La hip¨®tesis m¨¢s aceptada para explicar estos extra?os animales apuntaba a un pesticida. Esto era probable por dos razones. La primera, no hay duda, el ser humano libera a la biosfera sustancias perniciosas. La segunda, algunas de estas sustancias pueden afectar a genes que controlan el desarrollo de animales y plantas. Estos, en el caso de los sapos, ser¨ªan los genes encargados del control de la morfolog¨ªa y n¨²mero de extremidades posteriores. Un anormal funcionamiento de estos genes causar¨ªa errores durante el desarrollo. Por ejemplo, algunas c¨¦lulas, destinadas a morir por los genes que expresan, podr¨ªan no hacerlo y convertirse en una extremidad extra del animal.
Sin embargo, exist¨ªa otra hip¨®tesis, la del par¨¢sito. Sapos infectados con un par¨¢sito acuoso sufr¨ªan las mismas deformidades. Durante su ciclo vital, el par¨¢sito infectaba y se enquistaba en el renacuajo e interfer¨ªa as¨ª en el desarrollo de sus extremidades. Esta hip¨®tesis se apoyaba, adem¨¢s, en que s¨®lo los sapos parec¨ªan sufrir deformidades, por lo que su causa probable deb¨ªa afectar exclusivamente a los sapos, no a otros anfibios. Esto parec¨ªa excluir el efecto de un pesticida que, muy probablemente, afectar¨ªa tambi¨¦n a otros animales.
Los cient¨ªficos se pusieron a trabajar para intentar verificar cu¨¢l de estas dos hip¨®tesis era cierta. Y, para verificar hip¨®tesis, nada mejor que realizar experimentos bien dise?ados. Esto es lo que se propuso Joseph Kiesecker, quien publica sus resultados en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU. Este investigador realiz¨® experimentos en la maturaleza aprovechando muy bien la coyuntura medioambiental. Kiesecker identific¨® seis estanques infectados por el par¨¢sito, donde crec¨ªan los sapos. Estableci¨® en ellos criaderos protegiendo o no a los renacuajos del par¨¢sito mediante filtros.. As¨ª, los renacuajos en unos casos crec¨ªan expuestos al par¨¢sito y en otros no. De esta manera, Kiesecker comprob¨® que s¨®lo los renacuajos que pod¨ªan ser infectados por el par¨¢sito, al no estar protegidos por un filtro suficientemente fino, desarrollaban deformidades. Este resultado confirmaba, pues, que el par¨¢sito era el causante de las mismas. Pero Kiesecker observ¨® tambi¨¦n que en tres de los seis estanques las deformidades eran cuatro veces m¨¢s numerosas. ?A qu¨¦ pod¨ªa deberse esto? Perspicazmente observ¨® que esos tres estanques recib¨ªan aguas residuales, contaminadas con pesticidas. Quiz¨¢ los pesticidas ten¨ªan algo que ver, despu¨¦s de todo.
En su laboratorio, Kiesecker se propuso elucidar el misterio criando sapos en presencia o no del par¨¢sito. A unos les fue a?adiendo diversas concentraciones de los pesticidas m¨¢s com¨²nmente utilizados en agricultura, mientras que dej¨® otros criaderos sin pesticida. As¨ª, cri¨® sapos en cuatro condiciones diferentes: sin par¨¢sito y sin pesticida; sin par¨¢sito y con pesticida; con par¨¢sito y sin pesticida; con par¨¢sito y con pesticida.Los resultados de estos experimentos fueron claros. El pesticida por s¨ª solo no produce malformaciones. S¨®lo el par¨¢sito puede producirlas, pero ¨¦stas son mucho m¨¢s numerosas en presencia de pesticida. ?Por qu¨¦?Lo m¨¢s probable es que el pesticida disminuya la capacidad de defensa del sapo frente al par¨¢sito, y as¨ª ¨¦ste infecta a m¨¢s renacuajos, produci¨¦ndoles malformaciones.
Los resultados de Kiesecker abren perspectivas inquietantes para la degradaci¨®n del medio ambiente, de la que se est¨¢ hablando en la Cumbre de la Tierra. No contamos s¨®lo con el efecto directo de los contaminantes, sino tambi¨¦n con su efecto sobre ecosistemas y sobre la interacci¨®n entre las especies. Adem¨¢s, diversos contaminantes pueden interactuar entre s¨ª. Por ejemplo, una sustancia puede no ser carcin¨®gena, pero contribuir al efecto carcinog¨¦nico de otras al disminuir nuestras defensas naturales. Esto deber¨ªa darnos qu¨¦ pensar sobre nuestra contribuci¨®n cotidiana a la contaminaci¨®n ambiental, casi obligatoria.
Jorge Laborda es profesor en la Universidad de Castilla La Mancha.
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