Epitalamio de ordenador
La boda de hoy -?Felicidades! Que dure muchos a?os, y esto no es una maldici¨®n- sobrepasa los acontecimientos equivalentes que mis excelentes compa?eros de las revistas especializadas describen muy bien. Tiene car¨¢cter pol¨ªtico y hasta de filosof¨ªa de la historia que sobrepasa al himno epital¨¢mico de ordenador: es la tendencia de los jefes de Gobierno a asumir la condici¨®n de jefes de Estado en las decisiones y en el comportamiento. Aznar es muy caracter¨ªstico aun contando que muchos padres tiran la casa por la ventana para casar a su hija. El Estado va desapareciendo; unas veces en los pa¨ªses presidencialistas -EE UU-, donde el jefe de Estado es el de Gobierno y tiene al mismo tiempo que la autocracia la debilidad de la elecci¨®n y el l¨ªmite, y otras veces, como aqu¨ª, por la conversi¨®n del jefe de Estado en personaje decorativo y con la obligaci¨®n de sonre¨ªr, mientras el jefe de Gobierno dirige todo.
Mi preferencia es la de la desaparici¨®n del Estado: un buen armaz¨®n administrativo de escuela y oposiciones, y un Gobierno lo menos fuerte posible y lo m¨¢s elegible que se pueda. Los cambios que se van produciendo tienen ese aspecto democr¨¢tico; pero, al mismo tiempo, los elegidos tienden a asumir el fasto no democr¨¢tico de jefes de Estado din¨¢sticos. En Aznar me parece ver muchos signos de esa asunci¨®n. Las maneras de gobernar por decreto, su misterioso 'cuaderno azul', su capacidad -constitucional- de poner y deponer ministros, su manera m¨¢s rotunda que pol¨ªtica de hablar, tienen esas virtudes. Como cada uno tiene su doctor Freud dentro pienso que hasta su manera de dimitir desde el momento en que empez¨® ten¨ªa algo de ces¨¢reo, de pasar a la historia desde la soberan¨ªa por su voluntad, sin pasar por las urnas, que, por dominadas que est¨¦n, de pronto dan sorpresas.
La boda es por s¨ª dulce, pero se convierte en un acto protocolario, simulacro de acto de Estado. Supongo que ellos lo habr¨¢n preferido. Despu¨¦s de todo, a m¨ª me cas¨® la primera vez el capell¨¢n de Franco en la hist¨®rica iglesia del Buen Suceso, y la segunda el c¨®nsul general de Espa?a en N¨¢poles, vestido de riguroso uniforme. Y eso, siendo rojo. Son sucesos que no pasan m¨¢s de dos o tres veces en la vida.
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