'He querido explorar el lado oscuro, oculto y silenciado de la posguerra'
'Hace ya algunos a?os viv¨ª en la calle M¨¢rquez de Zafra. Cerca de all¨ª hab¨ªa un solar protegido por una tapia. Alguien me cont¨® que en aquel lugar hab¨ªa existido una c¨¢rcel de mujeres'. Ah¨ª, frente a ese lugar, empieza la historia de La voz dormida (Alfaguara), que Dulce Chac¨®n (Zafra, Badajoz, 1954) acaba de publicar, y donde cuenta algunos de los horrores que padecieron los que perdieron la guerra civil espa?ola.
Una tapia: no es una mala met¨¢fora para comprender lo que con el tiempo pas¨® con los que pelearon al lado de la Rep¨²blica. 'Los que perdieron la guerra no s¨®lo perdieron la guerra, perdieron mucho m¨¢s', cuenta Dulce Chac¨®n. 'El horror dur¨® mucho tiempo despu¨¦s, la represi¨®n fue atroz. As¨ª que el libro surgi¨® de una profunda necesidad interior: la de saber qu¨¦ hab¨ªa pasado. Y quise contarlo a trav¨¦s de lo que les hab¨ªa ocurrido a las presas de la c¨¢rcel de Ventas, ¨¦sa que hab¨ªa existido en ese solar escondido por una tapia'.
'Este libro es un homenaje a los que han tenido que callar durante tanto tiempo'
La voz dormida es una novela sobre la posguerra. Cuenta las historias de Pepita, de Hortensia, de Reme, de Tomasa. Las de Felipe y Paulino. Y las de otro mont¨®n de personajes a trav¨¦s de los que Dulce Chac¨®n ha reconstruido la atm¨®sfera de una sociedad que sale de una pesadilla, la de la guerra civil, que los triunfadores han decidido prolongar hasta acabar con los que pelearon en el otro bando.
'Nos han contado muy mal la historia, nos han ocultado una parte muy importante. Los libros, las instituciones, incluso los propios relatos de los que vivieron aquello, fuera en el bando que fuera, han callado sobre lo que pas¨® de verdad. El miedo sigue existiendo, est¨¢ vivo, incluso ahora, tantos a?os despu¨¦s. Y yo lo que he querido ha sido explorar ese lado oscuro, oculto y silenciado de la posguerra'.
Lo ha contado en La voz dormida, donde ha devuelto la voz a las mujeres que se vieron obligadas a guardar silencio. Presas o guerrilleras, y tantas otras que, sin ideas pol¨ªticas ni banderas concretas que defender, fueron empujadas al sufrimiento por los avatares de la vida. Y de una pol¨ªtica, la de Franco y los ganadores, que se empe?¨® despu¨¦s de la guerra en destruir al enemigo. El 19 de julio de 1936, despu¨¦s del alzamiento de los militares rebeldes contra la Rep¨²blica, ya lo hab¨ªa formulado de manera rotunda uno de sus l¨ªderes, el general Mola: 'Es necesario propagar una atm¨®sfera de terror'. El programa se cumpli¨® durante la guerra, y se prolong¨® despu¨¦s.
De eso da cuenta Dulce Chac¨®n. 'Este libro es un homenaje a los que han tenido que callar durante tanto tiempo. Los ganadores secuestraron una parte de nosotros mismos. Pero todav¨ªa hay tiempo. No es a¨²n demasiado tarde. Muchos hombres y mujeres que padecieron la atroz represi¨®n de la posguerra viven. Aunque hayan tenido que callar durante muchos a?os, sus historias est¨¢n ah¨ª. Y es necesario rescatarlas'.
Hortensia es una de las presas. Est¨¢ condenada a muerte, pero no la ejecutar¨¢n hasta que nazca la hija que lleva en sus entra?as. Reme bordaba una bandera republicana, y la encarcelaron por celebrar en un pueblo falangista la toma de Teruel. Tomasa es otra v¨ªctima: los ganadores tiraron por un puente a su marido y a sus hijos... Como tel¨®n de fondo, las ¨²ltimas batallas de los guerrilleros que no han dado por perdida la guerra. Y, en primer t¨¦rmino, aunque dentro de una trama coral, la historia de Pepita y de Paulino. Una historia de amor en un p¨¢ramo de amargura y dolor. 'Pepita se convierte en enlace de la guerrilla s¨®lo por amor, y por amor aguanta los 17 a?os que pasa en la c¨¢rcel su novio', explica Dulce Chac¨®n. 'Una historia donde la paciencia es protagonista. Tanta paciencia para seguir queri¨¦ndose, y luego s¨®lo tener un rato para poder saborear la pasi¨®n a toda prisa'.
El primer libro de Dulce Chac¨®n fue Querr¨¢n ponerle nombre, una reuni¨®n de poemas. Luego vinieron otros tres. En la novela se embarc¨® m¨¢s tarde, con Alg¨²n amor que no mate (1997), a la que siguieron Blanca vuela ma?ana (1997), H¨¢blame, musa, de aquel var¨®n (1998) y Cielos de barro (con la que gan¨® el Premio Azor¨ªn en 2000). Tambi¨¦n ha escrito una obra de teatro, Segunda mano, y ha adaptado, recientemente, su primera novela para que la monten sobre un escenario. Se estrenar¨¢ en diciembre en Las Palmas.
'Siempre que termino un libro, lo que me interesa sobre todo es que me guste a m¨ª. Pero esta vez ha sido distinto. Tambi¨¦n he querido que les gustara a ellos', comenta la autora de La voz dormida. Y cuando se refiere a 'ellos' quiere decir todos aquellos que la ayudaron, con sus testimonios, a explorar los tiempos dif¨ªciles de la posguerra. Al final del libro hay una larga relaci¨®n de nombres. Nombres que son historias. 'Tengo una gran deuda con todos ellos por la generosidad que han tenido al regalarme sus recuerdos. Lo que m¨¢s me impresion¨® de todos fue su ternura, su pasi¨®n, su dignidad. Esa inmensa dignidad de sobrevivir con la cabeza alta en medio del horror'.
Tard¨® dos a?os y medio esn escribirla y cuatro en documentarse. 'Comenc¨¦ por ir a unas reuniones que se celebran en el Valle del Jerte y en Santa Cruz de Moya, y donde los supervivientes que pelearon al lado de la Rep¨²blica intentan recuperar la memoria de aquellos tiempos. Trat¨¦ con guerrilleros y con presos. Unos me llevaron a otros, y poco a poco me encontr¨¦ con un mont¨®n de testimonios. Acaso el m¨¢s importante fue el que inspira la historia protagonista, la de Pepita, que debo a una cordobesa'.
?Y c¨®mo fue recibiendo usted noticias de la guerra? 'Parte de mi familia ha sido siempre conservadora, mon¨¢rquica, aristocr¨¢tica. Y en la guerra sufrieron las atrocidades que cometieron los rojos. Parte de esos recuerdos los recuper¨¦ en mi anterior novela. All¨ª cont¨¦ c¨®mo a mi abuelo y a tres de sus hijos los metieron en una iglesia y luego le prendieron fuego. Al cuarto de sus hijos lo perdonaron porque era ciego. Todo eso me impresion¨® mucho, pero sab¨ªa que no era toda la verdad. Y la otra verdad es la que he explorado en esta nueva novela'.
?C¨®mo se las arregl¨® con una materia tan delicada (tanto dolor, tanto odio, tanta barbarie)? 'No he querido caer ni en el morbo, ni en el tremendismo, ni en el sentimentalismo. Tampoco he querido ser revanchista y me ha ayudado mucho el respeto que me merec¨ªan las historias que me han contado. Muchas quedaron fuera. ?sta es una novela y la ficci¨®n te ayuda a elegir lo que debe contarse. Hay historias que son excesivas para un libro. Puedes creerlas si te dicen que han pasado de verdad, pero si alguien las cuenta todo el mundo pensar¨ªa que se ha pasado'.
Babelia
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