La cumbre de la Tierra consolida el papel de las empresas en los proyectos de desarrollo
Muchos pa¨ªses pobres y ONG recelan de que se privaticen servicios sociales b¨¢sicos
La ayuda oficial de los pa¨ªses ricos al mundo en desarrollo a trav¨¦s, casi exclusivamente, de programas y acuerdos de los gobiernos en el marco de la ONU ha quedado ya fuera de lugar. La Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, clausurada el pasado mi¨¦rcoles en Johanesburgo, ha supuesto el lanzamiento definitivo de la implicaci¨®n directa del sector privado -empresas y ONG- tanto en acuerdos bilaterales y multilaterales con los gobiernos como en la puesta en pr¨¢ctica de los programas elaborados por los Estados.
El desembarco de empresas y organizaciones de la sociedad civil en las actuaciones relacionadas con la ayuda al desarrollo y la protecci¨®n del medio ambiente, que ya funcionaba en ¨¢reas espec¨ªficas, se ha consolidado y extendido en los llamados acuerdos de tipo II de la conferencia. 'La cumbre representa un gran paso en el desarrollo de la colaboraci¨®n, con la uni¨®n de la ONU, gobiernos, mundo de los negocios y sociedad civil para aumentar el fondo de recursos para atacar los problemas a escala global', resumi¨® Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas.
La cumbre ha sido la mayor celebrada, con 191 pa¨ªses representados. Seg¨²n datos de la ONU, junto al compromiso de los gobiernos para proporcionar en 2015 acceso al agua potable a un 50% de la poblaci¨®n que hoy carece de ¨¦l (uno de los logros de la conferencia), se han acordado 21 nuevas iniciativas sobre agua que suponen al menos 20 millones de d¨®lares de recursos extra sobre iniciativas ya anunciadas previamente. EE UU explic¨® que invertir¨¢ 970 millones de d¨®lares en los pr¨®ximos tres a?os en proyectos de agua y saneamiento. La UE detall¨® su programa Agua para la vida para poner en marcha, junto con otros socios, proyectos relacionados con este problema prioritariamente en ?frica y Asia.
En el campo de la energ¨ªa se han comunicado a la ONU 32 proyectos de cooperaci¨®n, que suman al menos 26 millones de d¨®lares; en salud han sido 16 los acuerdos tipo II alcanzados, y 17 en agricultura. En total se han establecido m¨¢s de 220 pactos bilaterales y multilaterales, por 235 millones de d¨®lares, destinados a paliar deficiencias en los campos prioritarios.
Actores diversos
En muchos de esos proyectos destaca la implicaci¨®n de las organizaciones sociales. En algunos casos no hay gobiernos en las iniciativas, como la firmada por Greenpeace con decenas de empresas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En otros casos son los gobiernos los que ponen las condiciones para favorecer el protagonismo de las empresas, como ocurre con el fondo de garant¨ªa anunciado por Francia y el Reino Unido.
Esta estrategia no est¨¢ a salvo de riesgos, y en ese sentido muchos pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo y numerosas ONG manifiestan el mayor recelo hacia la posible privatizaci¨®n de servicios b¨¢sicos, que alertan del peligro de que puedan anteponerse los intereses privados a las necesidades de la poblaci¨®n. Adem¨¢s, se ha se?alado en la cumbre, est¨¢ el problema de fiscalizar estos proyectos conjuntos, para comprobar que efectivamente se cumplen los objetivos previstos.
Las empresas han tenido durante la cumbre debates, actos y conferencias en el Foro de los Negocios, en torno a su implicaci¨®n en el desarrollo sostenible. Sectores industriales como el de la energ¨ªa son fundamentales en el desarrollo sostenible, y muy espec¨ªficamente en las estrategias de lucha contra el cambio clim¨¢tico, en cuyas negociaciones esas empresas desembarcaron con fuerza hace a?os y hacen sentir su peso en las decisiones pol¨ªticas. Tambi¨¦n la posici¨®n de las empresas de potabilizaci¨®n de agua, as¨ª como la de las qu¨ªmicas o de las agr¨ªcolas, ha repercutido en las negociaciones de la cumbre y en los acuerdos adoptados.
Naciones Unidas ha destacado a lo largo de las sesiones de la cumbre la importancia de los acuerdos de tipo II, paralelamente a los de tipo I, es decir, los asumidos por todos los gobiernos.
EE UU y la UE
Para Estados Unidos, cuya estrategia anunciada cara a Johanesburgo era no asumir ning¨²n compromiso que estableciera objetivos y fechas concretas, los acuerdos de tipo II se han revelado como la salida id¨®nea. En cambio, para la Uni¨®n Europea, defensora de plasmar objetivos concretos, resultaba esencial conseguir acuerdos fuertes entre gobiernos, tal como explic¨® el primer ministro dan¨¦s, Anders Fogh Rasmussen, en nombre de la UE al abogar por establecer un marco s¨®lido para los programas bilaterales y multilaterales.
Ese marco, en los resultados de la cumbre, ha sido finalmente el Plan de Acci¨®n de Johanesburgo, un largo y detallado documento que establece l¨ªneas de actuaci¨®n, en algunos casos con concreci¨®n de fechas y compromisos y, en otros aspectos, con declaraci¨®n de intenciones. Junto al plan, el plenario de la conferencia adopt¨® en su sesi¨®n final la Declaraci¨®n Pol¨ªtica, un documento que finalmente ha quedado muy reducido respecto al primer borrador, pero que formula una serie de principios sobre el camino a seguir hacia el desarrollo sostenible.
'La Declaraci¨®n Pol¨ªtica y el Plan de Acci¨®n son complementarios. Deben leerse ambos para comprobar los resultados de la conferencia', afirm¨® en la clausura Thabo Mbeki, presidente de Sur¨¢frica y presidente de la cumbre, al explicar por qu¨¦ no aparecen en la declaraci¨®n cuestiones como los derechos humanos, que, sin embargo, s¨ª se proclaman en el plan.
Alianzas y contradicciones
Para alcanzar estos acuerdos han hecho falta muchos meses de preparaci¨®n, cuatro conferencias espec¨ªficas y 10 d¨ªas de conferencia. Han quedado de manifiesto desacuerdos de calibre en dos de los tres grandes grupos de pa¨ªses que protagonizan las negociaciones de Naciones Unidas. As¨ª, la Uni¨®n Europea se ha mostrado capaz de conjugar intereses de 15 Estados, y act¨²a con mucha m¨¢s solidez y coherencia que el grupo de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, el G-77, y el liderado por Estados Unidos. La fractura registrada en el G-77 sobre energ¨ªas renovables dej¨® sola a la Uni¨®n Europea en la defensa fuerte de esa opci¨®n tecnol¨®gica. Entre los m¨¢s de cien pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo hay diferencias radicales, y los Estados productores de petr¨®leo bloquean toda alternativa a los combustibles f¨®siles. ?Puede un solo grupo defender a la vez los intereses de los pa¨ªses productores de petr¨®leo y los de decenas de naciones hundidas en el subdesarrollo y necesitadas de ayuda?, se plantean muchos en el entorno de la ONU. Los acuerdos de tipo II pueden ser una salida a este dilema. Otra fractura importante se ha revelado en Johanesburgo, en el grupo liderado por EE UU. En esta alianza, Jap¨®n, Canad¨¢, Noruega y Nueva Zelanda, adem¨¢s de Rusia, se han separado ya de Washington en la ratificaci¨®n del Protocolo de Kioto. En la cumbre, varios de estos pa¨ªses han tomado opciones independientes de la postura de Estados Unidos, que va qued¨¢ndose aislado al menos en la proclamaci¨®n de intenciones de sus socios de grupo.
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