'Ahora la responsabilidad del fin del mundo se ha democratizado: es inmediata'
Sirve la filosof¨ªa para pensar un acontecimiento como el 11-S? Para Andr¨¦ Glucksmann el problema de la filosof¨ªa es 'que tiene muchas dificultades con la realidad. Su desgracia es que tiende a refugiarse en los salones, en los banquetes o en la clase. No ver la realidad es un defecto que la acompa?a desde sus or¨ªgenes'.
PREGUNTA. Usted ha escrito que 'el 11-S es un momento de verdad, de aletheia cruel', ?qu¨¦ es lo que no ha sabido ver la filosof¨ªa?
RESPUESTA. Lo que ha visto la gente normal: que se trataba de un cambio decisivo en la historia. Los ciudadanos de Nueva York, de un modo espont¨¢neo, empezaron a llamar a la zona del ataque de las Torres Gemelas como 'ground zero'. Es una referencia muy precisa a la bomba at¨®mica. 'Ground zero' es el nombre que se daba al per¨ªmetro de pruebas del proyecto Manhattan que produjo las bombas que despu¨¦s se tirar¨ªan sobre Hiroshima. La ciudadan¨ªa, de un modo probablemente inconsciente, ha querido relacionar el 11-S con otro acontecimiento que parti¨® la historia. Las ¨¦lites europeas se sienten obligadas a minimizar el incidente, el sentimiento popular es que ocurri¨® algo decisivo. E interrogar este sentimiento es, en definitiva, el papel del fil¨®sofo.
'Se ha conseguido que Estados Unidos no cuente para nada con Europa. La luz verde para atacar Irak no la dar¨¢ Europa, la dar¨¢ Putin'
P. Dice usted que 'cuando un tab¨² se cae, se cae para siempre'.
R. Y los americanos son los que m¨¢s se han dado cuenta de ello. En el famoso discurso sobre el Estado de la Uni¨®n de Bush en que utiliz¨® la expresi¨®n 'el eje del mal' hubo otra frase, a mi parecer mucho m¨¢s importante, que pas¨® casi inadvertida: 'El tiempo no est¨¢ de nuestra parte'. Es una afirmaci¨®n extraordinariamente relevante porque expresa un cambio profundo en la idea que tienen de s¨ª mismos en Estados Unidos. El tiempo siempre hab¨ªa estado del lado americano, la propia Constituci¨®n lo dice al poner a Dios del lado de la patria. De pronto descubren que no est¨¢n en manos de la providencia. El tiempo no est¨¢ con ellos. El ser filos¨®fico de Estados Unidos muta. Los americanos sienten que viven un cambio en su propia historia. Y si los europeos no entienden esto, dif¨ªcilmente comprender¨¢n la realidad del 11-S o la estrategia americana.
P. A partir de este cambio, los americanos quieren refundar el mundo entero.
R. Estamos ante un Hiroshima bis. Entonces, el presidente Truman dijo: 'Nuestro futuro est¨¢ en nuestras manos'.
P. Era la toma de conciencia de la muerte de Dios.
R. Era el mismo momento en que Sartre dec¨ªa: 'Henos aqu¨ª de vuelta al a?o mil. Cada ma?ana estamos en v¨ªsperas del fin de los tiempos'. Durante cincuenta a?os, la suerte del mundo ha estado en las manos de siete potencias nucleares, en las decisiones de una docena de l¨ªderes pol¨ªticos. Y los dem¨¢s viv¨ªamos con cierta sensaci¨®n de delegaci¨®n de responsabilidades. Ahora la responsabilidad del fin del mundo se ha democratizado: es inmediata, nuestro vecino puede estar trabajando en una bomba capaz de empezar a destruir el mundo a rodajas. Es la perplejidad de los estudiantes de Hamburgo cuando descubrieron que gente como ellos estaban entre los suicidas del 11-S. El sentimiento de responsabilidad se convierte en un sentimiento angustiantemente concreto. Hiroshima bis es el paso del arma absoluta en manos de unos pocos dirigentes pol¨ªticos al arma absoluta en manos de cualquiera.
P. ?Y qu¨¦ nuevo orden internacional se puede construir sobre esta realidad?
R. Los americanos van por delante de los europeos, en la medida en que ellos ya se han planteado el problema. La estupidez, el primitivismo que desde Europa se les atribuye no es m¨¢s que la proyecci¨®n de nuestra propia voluntad de no afrontar la realidad. Al hablar de 'eje del mal', Bush se?al¨® tres pa¨ªses: Corea del Norte, Irak e Ir¨¢n. Con ello estaba dinamitando tres t¨®picos del momento. Primero: que el terrorismo es puramente islamista. Desde el momento en que incluye a Corea del Norte en la lista, est¨¢ diciendo que la estrategia nihilista desborda en mucho el marco isl¨¢mico y nuestras Orianas Fallacis y compa?¨ªa quedan en fuera de juego. Segundo: que el terrorismo es un hecho al margen de los Estados. Bush cita a tres Estados y no es dif¨ªcil sospechar que detr¨¢s de ellos piensa tambi¨¦n en el protector de Corea del Norte, en el principal interlocutor de Irak y en el que suministra centrales nucleares a Ir¨¢n, es decir, en la Rusia de Putin. Bush se da cuenta de que en Rusia est¨¢ una parte del problema, una amenaza potencial, y Europa no se entera. La gran novedad de estos tiempos es que las relaciones de fuerza se han convertido en relaciones de destrucci¨®n, en capacidad de hacer da?o. Siempre el poder ha tenido esta dimensi¨®n, pero en la ¨¦poca de los bloques la capacidad de da?ar iba acompa?ada de la voluntad de construir un futuro. Hoy hay una potencia, que es Rusia, que ni siquiera est¨¢ en condiciones de construir. 'En quince a?os estaremos al nivel de Portugal', ha dicho Putin. Si a pesar de ello se la acepta en el G-8 es porque se homologa un nuevo tipo de relaciones de fuerza en que la potencia viene de la capacidad de da?ar y destruir: con el arma nuclear, con la corrupci¨®n, con la subversi¨®n, con las relaciones secretas con el terrorismo.
P. Lo que est¨¢ usted planteando es la desaparici¨®n de la idea de futuro.
R. O la inmediatez del fin del mundo. Occidente nace de la afirmaci¨®n de que el fin del mundo es posible. La ca¨ªda de Troya es el s¨ªmbolo de la capacidad de la humanidad para suicidarse. Y esta posibilidad hoy es m¨¢s 'caliente' que nunca. Un ministro de la India sac¨® la siguiente moraleja de la guerra del Golfo: 'Para afirmarse como potencia es necesario disponer de armas de destrucci¨®n masiva'. Lo que Putin hizo en Chechenia no es menos grave que lo que Milosevic hizo en Kosovo. La diferencia entre Milosevic y Putin es que ¨¦ste dispone de armas de destrucci¨®n masiva. Esto le permite a Putin hacer todos los chantajes que quiera a Estados Unidos para apoyarlos en la acci¨®n antiterrorista. Todos los dictadores y predadores del mundo ya saben qu¨¦ tienen que hacer: procurarse armas absolutas.
P. Quedaba por explicar el tercer t¨®pico desmitificado por Bush con el eje del mal.
R. La idea de que el 11-S y el terrorismo convertido en arma absoluta s¨®lo concierne a Estados Unidos. Y que los americanos reciben un castigo con la misma moneda que pagan. Esta idea se ha extendido por todo el planeta, pero tiene expresiones distintas en cada regi¨®n. En Oriente Pr¨®ximo, el 11-S es visto como el castigo por el apoyo americano a Israel. En Am¨¦rica Latina se piensa en el apoyo de Estados Unidos a las dictaduras de los setenta. En Jap¨®n todav¨ªa resuena Hiroshima. Los chinos a¨²n se acuerdan de la intervenci¨®n americana a mediados del siglo XIX. En Rusia, al antiamericanismo de tipo sovi¨¦tico ha sucedido un antiamericanismo possovi¨¦tico, por el apoyo de los americanos a la oligarqu¨ªa que ha conducido a la actual cat¨¢strofe econ¨®mica, social y pol¨ªtica. En cualquier asunto, siempre es culpa de Estados Unidos. Y es este mito de la superpotencia el que nos hace creer que el 11-S s¨®lo les puede ocurrir a ellos. Cuando, para empezar, el 11-S deber¨ªa hacernos comprender la vulnerabilidad de este hiperpoder.
P. Joseph Nye habla de la arrogancia americana, de la incapacidad para compartir los intereses de los dem¨¢s.
R. Sin embargo, yo creo que el antiamericanismo tiene que ver m¨¢s con las debilidades de los otros que con la conducta de los americanos. El antiamericanismo es la respuesta de p¨¢nico de los que no se quieren dar cuenta de que las relaciones internacionales hoy son relaciones fundadas en la capacidad de da?ar y destruir. Si Nueva York puede ser alcanzada, cualquier capital puede serlo tambi¨¦n. ?sta es una verdad angustiante. La rabia frente a nuestra propia debilidad se proyecta en el antiamericanismo. Creer que hay una potencia que lo controla todo, que todos los males dependen de ella, en el fondo es tranquilizante. Es una posici¨®n teol¨®gica: el demiurgo que controla el mundo, el fantasma gn¨®stico.
P. Usted rechaza las explicaciones de corte sociol¨®gico, econ¨®mico o geopol¨ªtico.
R. Yo s¨®lo pido que los soci¨®logos reflexionen sobre el fen¨®meno nihilista. Hace dos siglos que dura. Se ha manifestado a trav¨¦s de las m¨¢s crueles experiencias ideol¨®gicas en el siglo XX. El furor de la muerte que culmina en las bombas humanas ha recorrido todo el mundo. Desde el populismo ruso hasta el fascismo -recuerden el 'viva la muerte' de cierto general franquista- y el comunismo -Mao dec¨ªa que si la bomba mataba dos tercios de chinos todav¨ªa quedaba un tercio-. Ahora aparecen nuevas formas de nihilismo. Es lo que hay que estudiar. El problema de la sociolog¨ªa, la geopol¨ªtica y otras disciplinas es que parecen creer que una guerra que ha durado 75 a?os puede acabar sin tener consecuencias. Entre 1914 y 1989 ha habido una guerra que ha puesto patas arriba al mundo, con dos guerras mundiales, con las revoluciones, con la guerra fr¨ªa que ha sido especialmente cruel para ?frica y Asia. ?C¨®mo se puede pensar que estos 75 a?os se pueden cerrar como un par¨¦ntesis sin que haya cambiado nada? Se han producido modificaciones fundamentales en las relaciones hombre-hombre, hombre-entorno y hombre-destino. Y en cambio, Fukuyama pasa p¨¢gina y anuncia el fin de la historia y Huttington nos anuncia una regresi¨®n religiosa. La realidad es que las religiones no han sido capaces de domesticar el monstruo nihilista. Y por eso Europa, que alumbr¨® el nihilismo, es el continente menos creyente. Y el problema del islam es que no es capaz de resistir a los furores terroristas.
P. ?Por qu¨¦ Europa no consigue hacer sentir su voz?
R. Europa lleva un retraso intelectual enorme: no se ha percatado del giro del mundo en la ¨¦poca de los poderes destructivos. Ha dejado masacrar a los chechenos, mirando a otra parte. No quiere ver que Putin est¨¢ construyendo un Estado que destruye un pueblo y niega la libertad de expresi¨®n. Ha dejado que el nihilismo fundamentalista se desplegara en Argelia sin hacer nada. Europa prefiere dormir. En vez de hacer pol¨ªtica en el Magreb, tiene que pedir ayuda a Powell para resolver una rid¨ªcula disputa por un islote entre Espa?a y Marruecos, en la definitiva demostraci¨®n de la impotencia europea. Europa no ha salido de la guarder¨ªa de la guerra fr¨ªa. En el fondo sue?a con reestablecer aquella situaci¨®n, con Bush a un lado y Putin al otro y Europa durmiendo en medio. Se ha conseguido que Estados Unidos no cuente para nada con Europa. La luz verde para atacar a Irak no la dar¨¢ Europa, la dar¨¢ Putin. Y cuando Putin la d¨¦, a Europa no le quedar¨¢ m¨¢s remedio que ponerse en fila. El antiamericanismo verbal es la coartada para no hacer nada.
P. La contaminaci¨®n del nihilismo es tal que hasta ha alcanzado a los jud¨ªos, v¨ªctimas ayer, en la persona de Sharon.
R. En este punto yo ser¨ªa algo m¨¢s prudente. En el 11-S los hombres bomba, que exist¨ªan ya antes, se han consagrado como un arma c¨®smica, como una arma absoluta. Los palestinos lo han percibido perfectamente. E Israel se ha encontrado en una situaci¨®n de extrema vulnerabilidad. El pa¨ªs se ha visto situado ante un problema insuperable que cualquier gobernante tendr¨ªa que intentar controlar. Otra cosa es que despu¨¦s, en la persecuci¨®n de los hombres-bomba se hayan cometido cr¨ªmenes de guerra. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si los talibanes en vez de refugiarse en las monta?as se instalaran en los barrios perif¨¦ricos de las grandes capitales? Habr¨ªa que dar una respuesta. Es un problema estrat¨¦gico del siglo XXI, que las potencias civilizadas tendr¨¢n que afrontar. Lo pat¨¦tico en Sharon es su incapacidad de ofrecer perspectivas pol¨ªticas.
P. En realidad, el panorama que usted est¨¢ dibujando es la desaparici¨®n de la pol¨ªtica, y la liquidaci¨®n de la democracia y de los ideales de la Ilustraci¨®n.
R. No. La resistencia al nihilismo, a los hombres-bomba, forma parte de las exigencias de los ideales ilustrados. Es lamentable que Europa no utilice su experiencia, por ejemplo, para ofrecer un plan de paz a Israel. En Europa, durante tres siglos alemanes y franceses se han estado peleando. Y ha sido posible la paz. Hay que reflexionar sobre las condiciones de la paz en Europa y sacar conclusiones ¨²tiles para los dem¨¢s. Que despu¨¦s las partes implicadas las aprovechen o no es otro problema. Pero Europa no puede renunciar a pensar.
P. ?Qu¨¦ plan de paz puede proponer Europa para el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª?
R. Hay algunas conclusiones de nuestra experiencia hist¨®rica que deber¨ªan ser ¨²tiles para ellos. A m¨ª se me ocurren las siguientes. Primera: la paz es posible cuando hay Estados. Es entre Estados que se hace la paz. Por tanto, es necesario un Estado israel¨ª y un Estado palestino capaces de controlar a sus violentos, de ejercer el monopolio de la violencia leg¨ªtima. Segunda: no hay fronteras naturales ni religiosas. Todas las fronteras son arbitrarias. Por tanto, ni los palestinos pueden pretender que aquel territorio les pertenece, ni los jud¨ªos pueden utilizar la Biblia como una especie de catastro para establecer los derechos territoriales de cada cual. Hay que volver a las posiciones de 1967. Tercera: en materia de refugiados no hay marcha atr¨¢s. Todos los desplazamientos habidos en Europa han sido sin retorno. No hay paz posible si se ponen en cuesti¨®n los movimientos de poblaci¨®n. Puede ser muy injusto, pero no se conoce otra manera de afrontar la paz que aceptando la ubicaci¨®n actual de las poblaciones. Y cuarta: rechazo del nihilismo teocr¨¢tico, de las acciones terroristas contra la poblaci¨®n civil. Si Europa no utiliza su experiencia se est¨¢ suicidando intelectualmente. S¨®lo as¨ª se podr¨¢n establecer estrategias que permiten la vigencia de los ideales de las Luces en un tiempo en que las relaciones entre los hombres son relaciones de destrucci¨®n. La Ilustraci¨®n no pens¨® el nihilismo, a pesar de que la Rusia de Pedro el Grande les pod¨ªa haber dado pistas para hacerlo. Pero el nihilismo debe y puede ser pensado desde la Ilustraci¨®n.
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