Mutaci¨®n del nihilismo
Los atentados del 11-S son fruto del nihilismo, una ideolog¨ªa que naci¨® en Europa hace dos siglos, que ha tenido diversas mutaciones, una de las cuales es el terrorismo global de Al Qaeda. Este es el argumento de Dostoievski en Manhattan. Ni las explicaciones sociol¨®gicas -los desequilibrios de la globalizaci¨®n- ni el discurso del conflicto de civilizaciones -el rechazo isl¨¢mico a Occidente- satisfacen a Glucksmann para entender el hacer de Al Qaeda. El secreto est¨¢ en el nihilismo, que es la forma de socializaci¨®n de la hybris. Es el reino de la confusi¨®n, en que la suspensi¨®n de la diferencia entre los dioses y los hombres conduce a la negaci¨®n del mal. Y, con ello, a la impunidad para destruir el mundo en un acto que los hombres-bomba llevan al paroxismo al destruirse a s¨ª mismos, en un gesto orgi¨¢stico. El nihilista 'encuentra su placer en la intensidad m¨¢s que en los resultados' porque le mueve 'una finalidad sin fin': la destrucci¨®n.
DOSTOIEVSKI EN MANHATTAN
Andr¨¦ Glucksmann Traducci¨®n de Mar¨ªa Cord¨®n Taurus. Madrid, 2002 260 p¨¢ginas. 15,50 euros
Este libro tiene su historia. No es un texto redactado en la estela del 11-S como su oportunista t¨ªtulo podr¨ªa dar a entender. Por aquella fecha, el libro estaba pr¨¢cticamente concluido. Era un libro que a partir del caso de Chechenia trataba de explicar la construcci¨®n de un poder nihilista en Rusia, encarnado por Putin y reflexionaba sobre la incapacidad de Occidente para detectar la amenaza nihilista. Al mismo tiempo, combat¨ªa el prejuicio seg¨²n el cual puesto que los estados son enemigos del terrorismo y el terrorismo es el enemigo del Estado, ¨¦ste no puede ser terrorista. Rusia, como prueba. Glucksmann reescribi¨® el libro a la vista del ataque terrorista a los Estados Unidos. La argumentaci¨®n crece, pero la arquitectura del libro se resiente. Chechenia pesa mucho.
El nihilismo como principio de destrucci¨®n -la voluntad de destruir, por encima de cualquier idea de proyecto- est¨¢ ampliamente repartido en la humanidad y se ha convertido en la nueva forma de las relaciones internacionales. El 11-S ser¨ªa el icono de este cambio. El nihilismo caus¨® grandes estragos en el siglo XX donde tom¨® las formas extremas del totalitarismo. Dec¨ªa Netchiev: 'El revolucionario no conoce m¨¢s que una ciencia, la ciencia de la destrucci¨®n'. Sobre esta idea se funda el nihilismo pol¨ªtico. Europa nunca ha comprendido la importancia de esta amenaza, sistem¨¢ticamente se ha dejado seducir por las diversas m¨¢scaras del nihilismo. Un ejemplo de ello est¨¢ en la relaci¨®n con Rusia: bajo diversas figuras -del despotismo ilustrado al comunismo y al autoritarismo de Putin- el nihilismo ha reaparecido y Occidente siempre ha tardado en darse cuenta.
A lo largo de su obra, cu-
yo primer hito fue El Discurso de la Guerra (1967), Glucksmann ha reiterado el principio de que el mal es el que funda -'la historia de la libertad empieza por el Mal, pues es la obra del hombre', se?alaba Kant- y que s¨®lo a partir del reconocimiento del mal se puede construir una convivencia libre. La misma idea de democracia se basa en la resistencia al mal, dada la imposibilidad de ponerse de acuerdo sobre el bien sin sacar las pistolas. El nihilista niega el mal y cultiva la ignorancia del mal, que es el modo de desarmar moralmente a las sociedades. Y nos coloca 'en un espacio sin ley'. 'Sus m¨²ltiples referencias a sustancias salvadoras y puras -la naci¨®n, el esp¨ªritu, la clase, la raza, la comunidad de los fieles, la fuerza de las cosas, los mecanismos de la econom¨ªa, la voluntad celeste- se revelan, en su uso, totalmente intercambiables, sirven para justificar una sola y ¨²nica energ¨ªa aniquiladora'. Su fuerza est¨¢ en da?ar y destruir. Su ¨¦xito en que, con el terror, arrastra a la ciudadan¨ªa al miedo, primero, y a la indiferencia, despu¨¦s, que es el sida de las sociedades democr¨¢ticas, la p¨¦rdida de las defensas frente al nihilismo y, por tanto, un signo de su decadencia. 'Abajo la guerra', el pacifismo es una forma de indiferencia, un humanismo que hace grima porque permite adormecerse hasta el pr¨®ximo ataque sorpresa de la estrategia nihilista. La ceguera frente a la crueldad da una gran ventaja a los nihilistas.
La incapacidad de intelectuales y pol¨ªticos para detectar la amenaza nihilista, seg¨²n Glucksmann, ha sido s¨®lo paliada por la literatura, que 'nos da ojos para ver'. Por eso Flaubert, Dostoievski, Pushkin y Chejov son los grandes invitados de este libro. En ellos, Glucksmann encuentra se?ales para la categorizaci¨®n del nihilismo que la filosof¨ªa y el pensamiento pol¨ªtico no han sabido dar. Y el libro algunos de sus mejores pasajes.
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