El 11-S permiti¨® al Gobierno espa?ol lograr la orden de detenci¨®n europea
El Ejecutivo llevaba a?os negociando la supresi¨®n de los procesos de extradici¨®n
Espa?a consigui¨® en pocos d¨ªas tras el 11-S algo que llevaba a?os intentado lograr: que la Uni¨®n Europea suprimiera dentro de sus fronteras los hist¨®ricos y lentos procesos de extradici¨®n y creara una orden de detenci¨®n para la entrega directa e inmediata, de autoridad judicial a autoridad judicial, de las personas buscadas en cada pa¨ªs. La conmoci¨®n provocada por los atentados y la extraordinaria presi¨®n de EE UU para montar en el acto una gran red de cooperaci¨®n antiterrorista fueron como un revulsivo que acudi¨® en ayuda de las pretensiones espa?olas.
La Comisi¨®n acept¨® la orden europea de detenci¨®n el 19 de septiembre y 48 horas despu¨¦s el Consejo aprob¨® el llamado Plan de Acci¨®n de la UE contra el terrorismo. Sobre la marcha se inclu¨ªa la orden de detenci¨®n; la puesta en funcionamiento de Eurojust, una red de colaboraci¨®n judicial parecida a la que ya exist¨ªa para la polic¨ªa, Europol; la elaboraci¨®n de una lista de organizaciones, personas y grupos terroristas y los mecanismos necesarios para el embargo de bienes relacionados con esa lista. Se abr¨ªa, adem¨¢s, una cooperaci¨®n nunca vista entre servicios de informaci¨®n, las reci¨¦n creadas unidades operativas de jefes de polic¨ªa y los nuevos equipos de especialistas antiblanqueo de dinero.
La aparici¨®n de una nueva mentalidad internacional en la lucha contra el terrorismo, considerado de repente como un problema global y prioritario, y no como un asunto local con el que deb¨ªa lidiar cada pa¨ªs afectado, ha sido probablemente la novedad que ha tra¨ªdo mayores consecuencias directas para Espa?a.
En las semanas posteriores al atentado y en los seis meses de presidencia de la UE (de enero a julio de 2002), el Gobierno hizo otros intentos de modificar algunos aspectos de la pol¨ªtica nacional, por ejemplo en las relaciones bilaterales con Estados Unidos. Incluso padeci¨® a su vez los movimientos de otros Gobiernos, como el de Marruecos, que consider¨® el momento oportuno para liquidar el problema del S¨¢hara y forzar un cambio de posici¨®n de Madrid. Ninguno de estos movimientos, sin embargo, ha producido hasta ahora efectos equiparables a los que se experimentaron en la lucha antiterrorista.
La idea de que no existen diferentes clases de terrorismo fue manejada desde el primer minuto por el Gobierno espa?ol. 'Fue evidente que el terrorismo pasaba a ser considerado un peligro global', explica Josep Piqu¨¦. El entonces ministro de Asuntos Exteriores reconoce que a ra¨ªz del 11-S se produjeron avances muy r¨¢pidos en la consolidaci¨®n del tercer pilar de la Uni¨®n (temas relacionados con Justicia e Interior). 'En aquel momento hab¨ªa incluso pa¨ªses de la UE que no ten¨ªan definido en su C¨®digo Penal los delitos espec¨ªficos de terrorismo', recuerda Piqu¨¦.
'Lo que ocurri¨® es que se ampli¨® el concepto de lucha antiterrorista y pas¨® a formar parte del concepto m¨¢s amplio de seguridad', explica Manuel Mar¨ªn, ex vicepresidente de la Comisi¨®n Europea. 'El 11-S no supone el nacimiento de un nuevo orden internacional, porque las grandes decisiones se siguen tomando de igual manera, pero s¨ª pienso, desde el punto de vista espa?ol, que se ha creado una coalici¨®n antiterrorista que sirve exactamente para eso y que responde a la idea de que los grupos terroristas pueden causar problemas al conjunto del llamado mundo libre'.
Piqu¨¦ resalta el extraordinario efecto que tuvo el 11-S en la cooperaci¨®n de los servicios de inteligencia europeos. 'Antes del 11-S cont¨¢bamos con la importante cooperaci¨®n francesa, pero a partir de entonces hemos recibido apoyos de los servicios de informaci¨®n de todo el mundo y, sobre todo, una gran cooperaci¨®n tecnol¨®gica por parte de Estados Unidos'. Una cooperaci¨®n que permite un mejor seguimiento de personas relacionadas con radicales isl¨¢micos, pero tambi¨¦n de personas relacionadas con ETA.
'No creo que haya habido cambios sustanciales en la pol¨ªtica espa?ola despu¨¦s del 11-S', afirma Trinidad Jim¨¦nez, responsable de pol¨ªtica exterior del PSOE. 'Lo que hay son nuevos condicionantes en las posiciones comunes europeas'. Piqu¨¦ hace un an¨¢lisis parecido: 'Al cambiar en EE UU la percepci¨®n de la seguridad colectiva, cambiaron otras cosas. La OTAN es el ejemplo paradigm¨¢tico. Tenemos que repensar nuestro papel porque cada vez es menos una organizaci¨®n militar y m¨¢s un organismo pol¨ªtico'.
El segundo campo en el que el Gobierno pens¨® inicialmente que el 11-S podr¨ªa tener repercusiones fue el de la inmigraci¨®n, pero los resultados fueron menos visibles. La organizaci¨®n Human Rights Watch (HRW) denunci¨® la pretensi¨®n espa?ola de que la UE adoptara sanciones contra los pa¨ªses de procedencia de los inmigrantes ilegales.
La negativa de Francia y Suecia cerr¨® ese camino. Madrid tuvo que aceptar que todav¨ªa existen diferencias insalvables dentro de la UE para unificar el derecho de asilo, crear un visado com¨²n o aprobar la gesti¨®n comunitaria de cupos de inmigrantes. De momento s¨®lo hay atisbos de una posible pol¨ªtica com¨²n de inmigraci¨®n y lo que existe, seg¨²n HRW, es el intento de confundir el control de fronteras con la violaci¨®n de leyes procesales, detenciones arbitrarias o expulsiones masivas de inmigrantes.
El deseo de una relaci¨®n especial
Los acontecimientos del 11-S acentuaron tambi¨¦n una l¨ªnea marcada anteriormente por Aznar: el deseo de ampliar los contactos con Estados Unidos, en busca de una relaci¨®n especial bilateral, inspirada en el modelo brit¨¢nico. Espa?a ya hab¨ªa accedido a la petici¨®n norteamericana de ampliar la base de Rota, a la construcci¨®n de nuevos hangares para aviones Galaxy e incluso a permitir la actividad de EE UU, militares y civiles, en territorio espa?ol.
A ra¨ªz del 11-S se intent¨® marcar a¨²n m¨¢s esa orientaci¨®n atl¨¢ntica ofreciendo tropas para las operaciones contra Afganist¨¢n. La negativa de Washington hizo que Aznar tuviera que replegarse al modesto papel otorgado dentro de la OTAN. Seg¨²n el profesor Richard Gillespie, especialista en pol¨ªtica exterior europea, 'Espa?a pudo comprobar su importancia relativa para EE UU cuando se iniciaron las hostilidades en Afganist¨¢n y Aznar no fue informado por Bush, sino por Dick Cheney, al igual que los l¨ªderes de Grecia y Turqu¨ªa. Aun as¨ª, el apoyo de Espa?a [que presid¨ªa en ese momento la UE] a las acciones militares fue inmediato e incondicional'.
El Gobierno espa?ol intent¨® tambi¨¦n actuar como mediador para negociar un acuerdo global de extradici¨®n entre la UE y Estados Unidos, pero la iniciativa fall¨® porque el Parlamento Europeo advirti¨® inmediatamente de que la existencia de la pena de muerte en Estados Unidos hac¨ªa imposible llegar a acuerdos generales en materia judicial. La legislaci¨®n europea tampoco permite que los presuntos terroristas sean llevados ante tribunales militares, lo que puede ocurrir en Estados Unidos cuando se les califica como criminales de guerra.
El reconocimiento norteamericano a Aznar lleg¨® m¨¢s tarde y result¨® mucho m¨¢s visible (una entrevista particular) como consecuencia de las detenciones en Espa?a de militantes isl¨¢micos, presuntamente relacionados con Al Qaeda, y de la colaboraci¨®n prestada para su investigaci¨®n e interrogatorio.
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