Hay que airear la gesti¨®n p¨²blica
No es bueno judicializar la vida pol¨ªtica. En primer lugar, porque se sobrecarga la saturaci¨®n descomunal de las oficinas judiciales y, adem¨¢s, porque se delatan graves lagunas en las instancias fiscalizadoras o arbitrales propias del sistema democr¨¢tico o en el talante de sus gestores. Mucho peor es que un recurso, sin duda leg¨ªtimo, acabe trivializ¨¢ndose por el abuso, como a menudo se ha denunciado. Muy otra cosa ser¨ªa si los pol¨ªticos y gobernantes tuvieran que cargar con las costas cuando se fallase que las acciones emprendidas carecen del menor fundamento. Sin embargo, en ocasiones apelar a los tribunales es la ¨²nica v¨ªa para restablecer el imperio de la ley y de la sensatez.
Tal es el caso, a nuestro entender, del empapelamiento del director general de RTVV, Josep Vicent Villaescusa, quien habr¨¢ de sentarse en el banquillo y depositar una fianza de 6.000 euros por haber supuestamente impedido el ejercicio de sus derechos a determinados consejeros del citado ente audiovisual en el ejercicio de sus funciones. O dicho de otro modo: por no haberles facilitado el anteproyecto de los presupuestos de esa casa durante los ejercicios 2000, 200l y 2002.
Un tr¨¢mite obviamente elemental para conocer oportunamente la urdimbre econ¨®mica y previsiones de ese organismo, lo que l¨®gicamente les incumbe a los consejeros si no quieren limitarse a calentar la poltrona y parodiar a don Tancredo. Un papel al que obviamente les abocaba el tratamiento y marginaci¨®n a que les somet¨ªa el director general que con su irregular comportamiento no hace sino suscitar la sospecha de que elabora las cuentas de RTVV mediante el acreditado criterio del Gran Capit¨¢n o de Juan Palomo. Un desd¨¦n al mismo tiempo para con la oposici¨®n -que no se limita a sus representantes en el consejo- y con la ciudadan¨ªa en general que puede acarrearle dos a?os y medio de inhabilitaci¨®n para desempe?ar cargo p¨²blico. No es una broma.
Lejos de nuestro ¨¢nimo est¨¢ que se consume el correctivo penal que gravita sobre Villaescusa, no obstante los m¨¦ritos con que lo ha propiciado, pero algo habr¨¢ que hacer -y esta es una oportunidad- para aleccionar a la Administraci¨®n en el ejercicio de la transparencia y la aireaci¨®n de los negocios p¨²blicos de toda ¨ªndole. Hoy son las cuentas de la tele, otro d¨ªa -decimos por decir- son las de la Ciudad de las Ciencias, la Feria de Muestras, las prodigalidades en pa¨ªses caribe?os, o no digamos nada del oscurantismo que envuelve el universo de las obras p¨²blicas que debiera ser claro como un vaso de agua clara y se nos antoja un cubil cenagoso de reptiles y clientes privilegiados.
Verdad es que la imaginaci¨®n y la maledicencia del vecindario tienden con frecuencia a convertir en molinos de viento lo que no son m¨¢s que nader¨ªas. Sin embargo resulta innegable que esta perversi¨®n se nutre de una justificada desconfianza secular en la correcta gesti¨®n de los gobernantes y en la misma propensi¨®n de estos a borrar rastros y difuminar cifras con el fin de soslayar su fiscalizaci¨®n, ya sea por los partidos obligados a ejercerla, los medios de comunicaci¨®n -tan a menudo c¨®mplices cuando han abdicado de su independencia- y, en suma, por parte del pueblo soberano. No dir¨¦ yo que en lo tocante a la res publica vivamos instalados en una burbuja enga?osa, pero hay sobradas razones para creerlo a la vista de la tinta de calamar con que se la protege. Lo cual, en definitiva, no es m¨¢s que un grave d¨¦ficit democr¨¢tico.
El caso que glosamos, las cuentas de RTVV, sin ser m¨¢s inquietante y paradigm¨¢tico que otros, s¨ª nos parece ilustrativo de ese secuestro informativo a que se nos somete, empezando por someter a los representantes electos de la oposici¨®n. Desde su misma fundaci¨®n, el dichoso ente ha exhibido una portentosa aptitud para la prestidigitaci¨®n en lo referente a la atribuci¨®n de sus recursos econ¨®micos. Sabemos, aunque sin la debida certidumbre, cu¨¢nto nos cuesta en n¨²meros redondos y sus p¨¦rdidas acumuladas, pero en punto a lo dem¨¢s -el c¨®mo y con qui¨¦n se gastan- es una caja de Pandora que se quiere bien cerrada para aliviarnos del esc¨¢ndalo o del patat¨²s. Ahora, y por iniciativa del consejero socialista Miguel Maz¨®n, igual se consigue proyectar alguna luz sobre ese arcano. Los jueces tienen la palabra porque as¨ª lo ha querido el Gobierno.
FIGURAS DE PAPEL
El Valencia CF tiene todo el derecho del mundo a destituir a cualquiera de sus t¨¦cnicos, tal como acaba de hacer con su director deportivo Javier Subirats, no obstante su excelente desempe?o del cargo. Cosas del f¨²tbol. No obstante, tampoco se marcha con una mano delante y otra detr¨¢s, pues se lleva un buen fajo de euros. Lo llamativo de este episodio es el triste papel del presidente del Club, Jaume Ort¨ª, y de los directivos que amparaban al t¨¦cnico, obsecuentes y resignados al diktat del consejero delegado, Manuel Llorente, que parece tenerlos cogidos por el esquil¨®n.
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