El rastro silencioso de Mohamed Atta en Espa?a
Al menos 23 espa?oles vieron al jefe de los terroristas suicidas durante su estancia en Espa?a. Una mujer identific¨® tambi¨¦n al piloto liban¨¦s del avi¨®n que se estrell¨® sin alcanzar su objetivo
El 8 de julio de 2001, Mar¨ªa ?ngeles S., de 30 a?os, sevillana, empleada de la agencia de viajes Aira SA en el aeropuerto de Madrid-Barajas, levant¨® la vista y observ¨®, apoyados en su mostrador, los brazos del hombre que ocho semanas despu¨¦s estrell¨® el Boeing 767 de American Airlines contra la Torre Norte del World Trade Center en Nueva York. Eran los brazos de Mohamed Atta, un egipcio de 33 a?os, que los emple¨® como un aut¨®mata para pilotar los mandos del aparato secuestrado y dirigirlo como un misil contra el coraz¨®n de Manhattan.
Mar¨ªa ?ngeles es observadora. De las 23 personas que vieron y hablaron con el jefe de los suicidas durante su trayecto hasta Tarragona, donde asisti¨® a una cumbre con el yemen¨ª Ramzi Bin al Shibh, el coordinador del atentado, en la que se ataron los ¨²ltimos cabos de la acci¨®n terrorista, es una de las que lo recuerda mejor. Esto se desprende de las declaraciones de los testigos a la Polic¨ªa y la Guardia Civil. En la mayor¨ªa de estos interrogatorios estuvo presente Luis F. Arguello, agente del FBI en Madrid.
'Les dije que no hab¨ªa habitaciones porque no encajaban en el perfil de nuestros clientes'
'Atta dijo que hab¨ªa estudiado cursos de medicina en Alemania y que ven¨ªa de vacaciones'
Atta hab¨ªa llegado a Barajas a las 16.20 en el vuelo 656 Miami-Z¨²rich-Madrid, pero hasta las 21.15, cinco horas despu¨¦s, nadie, salvo Mar¨ªa ?ngeles, lo recuerda. El egipcio, hijo de un abogado con bufete en El Cairo, de 1,65 de estatura, 66 kilos, ojos color caf¨¦ y una mirada dif¨ªcil de olvidar, no parec¨ªa un terrorista. Vest¨ªa ropa occidental, llevaba un malet¨ªn y se dirigi¨® en ingl¨¦s a la sevillana que atend¨ªa el mostrador de la agencia de viajes.
La empleada recuerda que Atta le pidi¨® una habitaci¨®n individual 'en el hotel m¨¢s pr¨®ximo al aeropuerto y que fuera el m¨¢s barato'. Mar¨ªa ?ngeles llam¨® al hotel Diana Cazadora y confirm¨® la reserva. A continuaci¨®n le inform¨® d¨®nde deb¨ªa situarse para que le recogiera un minib¨²s y le llevara hasta el hotel. Pese a su aspecto ¨¢rabe, idioma que la joven entiende, la trabajadora no se atrevi¨® a dirigirse a Atta en su lengua, 'porque le observ¨® muy reservado y seco', actitud que mantuvo con todos los testigos. Recuerda que present¨® un pasaporte egipcio y que lo sigui¨® con la mirada al irse.
Cuando los polic¨ªas de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior y el agente del FBI mostraron a Mar¨ªa ?ngeles un ¨¢lbum de cinco p¨¢ginas con 30 fotograf¨ªas, entre las que figuraban los 19 suicidas que el 11-S secuestraron y estrellaron los cuatro aviones, reconoci¨® al egipcio sin dudarlo y puso su dedo sobre las fotos M1 y M2 que correspond¨ªan a otro piloto suicida. Era Ziad Yarrah, liban¨¦s, de 27 a?os, un hijo de pap¨¢, caprichoso y juerguista, que pilot¨® el avi¨®n de United Airlines que se estrell¨® contra el suelo cerca de Shankswille (Pensilvania). ?Vino tambi¨¦n a la cumbre de Tarragona?
Mar¨ªa ?ngeles S. declar¨® que ese hombre le solicit¨®, otro d¨ªa distinto al que lleg¨® Atta, una habitaci¨®n en un hotel que no recuerda. Llevaba pasaporte ingl¨¦s y un malet¨ªn en el que guardaba un ordenador port¨¢til que abri¨® en el mostrador. Era de unos 30 a?os, delgado, de tez blanca, pelo casta?o, 'no parec¨ªa ¨¢rabe', se puso unas gafas y vest¨ªa traje. Un retrato clavado al de Yarrah. La polic¨ªa no ha encontrado su rastro en ning¨²n hotel.
La segunda persona que se fij¨® en Atta tambi¨¦n fue una mujer. Alicia C., madrile?a de 40 a?os, la conductora y empleada de la empresa Julia que ese 8 de julio conduc¨ªa el minib¨²s que recorre el trayecto del aeropuerto al hotel Diana Cazadora, observ¨® por el retrovisor al egipcio. Era de noche y desde el hotel le comunicaron que ten¨ªa un aviso en la sala cinco de las llegadas nacionales. Vio a dos personas y les hizo una se?al para que subieran al veh¨ªculo. Los dos se sentaron en su asiento posterior.
Eran Atta y Emjad Iqbal Afzal, un ugand¨¦s de 41 a?os, al que Mar¨ªa ?ngeles S., la sevillana de Viajes Aira, hab¨ªa reservado una habitaci¨®n en el mismo hotel. 'El gordito pregunt¨® en espa?ol d¨®nde estaba el hotel, cu¨¢nto se tardaba en llegar y si ten¨ªa cafeter¨ªa. Luego hablaron en ¨¢rabe hasta llegar al establecimiento'. No llevaban equipaje.
Fue en el Diana Cazadora, un hotel de tres estrellas cerca de la terminal de carga, donde el cabecilla de los suicidas dej¨® m¨¢s huellas durante su estancia en Espa?a, pa¨ªs que ya hab¨ªa visitado en otro enigm¨¢tico viaje siete meses antes, el 4 de enero, tras aterrizar en Madrid en un vuelo desde Florida (EE UU). Cuatro de sus empleados trataron con el terrorista en su breve estancia, aunque la que parece tener la memoria m¨¢s fresca es Mar¨ªa Gemma T., madrile?a de 30 a?os, entonces recepcionista. Atendi¨® 'al gordito' Iqbal, y se fij¨® bien en Atta mientras el egipcio charlaba con su compa?era Minerva P., de 24 a?os, que le entreg¨® las llaves de la habitaci¨®n 111 y le cobr¨® la factura. Las dos recuerdan su mirada penetrante y su car¨¢cter arisco.
Atta y su amigo ugand¨¦s, que ha asegurado a la polic¨ªa inglesa que trab¨® amistad con el huidizo egipcio en el minib¨²s, abandonaron el Diana Cazadora poco despu¨¦s. Alicia C., la conductora del minib¨²s, les acerc¨® a un asador junto al hotel Trip Diana 'donde quer¨ªan comer carne'. Media hora despu¨¦s ambos regresaron a pie porque estaba cerrado. Celestino M., de 39 a?os, el camarero de Alcal¨¢ de Henares que les sirvi¨® un vodka en el vest¨ªbulo, dijo a la polic¨ªa que no recuerda nada.
Mar¨ªa Jos¨¦ E., madrile?a de 36 a?os, la subdirectora del hotel que al d¨ªa siguiente, 9 de julio, atend¨ªa la recepci¨®n, prest¨® m¨¢s atenci¨®n al ¨¢rabe porque ten¨ªa pendiente una llamada tel¨¦fonica de 10 euros y 'por si se iba sin pagar'. El terrorista, acompa?ado de Iqbal, pag¨® la factura en d¨®lares y, sin articular palabra, esper¨® la llegada del minib¨²s que le llev¨® al aeropuerto.
El silencioso Atta sigui¨® igual de parco y desconfiado cuando Jaime F., de 28 a?os, empleado de una agencia de veh¨ªculos de alquiler, lo recogi¨® al mediod¨ªa en la terminal de llegadas internacionales, tras citarse por tel¨¦fono en ese punto y exhibir su nombre en un folio en blanco. Traslad¨® al terrorista en un coche de la empresa hasta los garajes y recuerda bien sus rasgos ¨¢rabes, su malet¨ªn de cuero, 'similar al que llevan los pilotos', y sobre todo su parquedad. 'Durante el trayecto trat¨¦ de ser amable e hice comentarios sobre el tiempo y su viaje, pero vi que no ten¨ªa ganas de conversaci¨®n'. Estuvo tan cerrado que no le pregunt¨® ni por el destino de su viaje.
El jefe del comando suicida s¨®lo abri¨® la boca ante Jes¨²s G., zaragozano de 47 a?os, el empleado de la agencia que le hizo el contrato de alquiler. 'Hablamos en ingl¨¦s y amablemente me dijo que hab¨ªa estado en Alemania haciendo cursos de medicina y que ven¨ªa de vacaciones a Espa?a. Antes de salir de la nave me pregunt¨® c¨®mo ir hacia la carretera de Barcelona'.
El hombre que dos meses despu¨¦s inici¨® el mayor ataque en la historia de EE UU desde Pearl Harbor (1941) pag¨® con su Visa un adelanto de 319.980 pesetas de alquiler y la fianza-dep¨®sito y se puso al volante de un Hyundai Accent, matr¨ªcula 5315BHF de color plata. Nadie volvi¨® a verle hasta que el d¨ªa 16 apareci¨® en el hotel Sant Jordi de Tarragona, en la V¨ªa Augusta, a unos dos kil¨®metros del centro, junto a la playa de Savinosa, en un zona residencial. Juan Jos¨¦ R., de 33 a?os, director del hotel, le entreg¨® las llaves de la habitaci¨®n 206. Se registr¨® como Mohamed el Amir, uno de sus alias.
La tarde del mismo d¨ªa 9 de julio en que Atta se dirigi¨® hac¨ªa Barcelona, Ramzi Bin al Shibh, un yemen¨ª de 29 a?os, llegaba al aeropuerto de Reus (Tarragona) procedente de Hamburgo (Alemania). All¨ª hab¨ªa vivido con Atta y Said Bahaji, tres inofensivos y aplicados estudiantes de electr¨®nica.
El avi¨®n aterriz¨® a las siete de la tarde. A las 10 de la noche, este hombre, formado como piloto y encargado de coordinar el ataque, porque le negaron el permiso de entrada a EE UU, se present¨® vestido con ropa 'amplia y oscura' ante Laura C., una leridana de 32 a?os que atend¨ªa el mostrador del hotel M¨®nica en Cambrils (Tarragona). 'Les dije que no hab¨ªa habitaciones porque no encajaban en el perfil habitual del cliente del hotel. Preguntaron por un hotel de estas caracter¨ªsticas y les facilit¨¦ un plano'. A Mar¨ªa, de 31 a?os, su compa?era de recepci¨®n, tampoco le inspiraron confianza.
Quince minutos despu¨¦s, Bin al Shibh -1,72 de estatura, ojos oscuros y cara de buen chico- y su acompa?ante regresaron al M¨®nica. El recepcionista del hotel Tropicana, que estaba lleno, hab¨ªa telefoneado al M¨®nica para pedirle una habitaci¨®n para dos clientes. Laura C., que no sab¨ªa que eran los dos ¨¢rabes que hab¨ªa rechazado, contest¨® afirmativamente: 'Me sorprend¨ª, al verlos regresar, pero reaccion¨¦ y les dije que hab¨ªa habido una cancelaci¨®n de ¨²ltima hora y que pod¨ªan quedarse'. El ¨²nico que habl¨® fue Ramzi, siempre en ingl¨¦s. No parece que su acompa?ante fuera Atta porque la recepcionista lo describi¨® como un hombre atl¨¦tico de 1,80 y piel clara. Atta es bajito. Les dieron la habitaci¨®n 412, que abandonaron a la ma?ana siguiente sin hacer llamadas y sin desayunar, pese a que estaba incluido en el precio.
La siguiente pista de Atta, desaparecido a ojos de los testigos desde el 9 de julio, se ha encontrado en la agencia de viajes Vibous, en el n¨²mero 125 de la calle Ramblanoba de Tarragona, donde una empleada de 56 a?os atendi¨® a dos ¨¢rabes que buscaban 'la forma m¨¢s r¨¢pida de llegar a Fort Lauderlade', en Florida (EE UU), donde semanas antes un polic¨ªa de tr¨¢fico hab¨ªa interceptado a Atta por saltarse un sem¨¢foro en rojo y le hab¨ªan citado en un juzgado.
Tras confirmar que hab¨ªa plazas libres en un vuelo de la compa?¨ªa Delta que sal¨ªa de Madrid el 19 de julio, compraron un billete. Atta mostr¨® su pasaporte egipcio y pag¨® con una Visa Oro. Su acompa?ante no abri¨® la boca. 'Me llam¨® la atenci¨®n lo bien vestidos que iban', declar¨® la empleada.
El 16 de julio, el mismo d¨ªa en que Atta telefone¨® desde una cabina del aeropuerto de Reus a la agencia de Madrid en la que contrat¨® su Hyundai para que le ampliaran el contrato de alquiler, su compa?ero Ramzi bin al Shibh volvi¨® a dar la cara en el mostrador de Servisair frente a Nuria B., de 33 a?os, para comprar su billete de vuelta a Hamburgo, en un vuelo de Aerolloid, pero hab¨ªa muchos turistas y la trabajadora no recuerda al yemen¨ª, uno de los cerebros del atentado.
El rastro de Atta se hizo visible de nuevo los d¨ªas 16 y 17 de julio en el hotel Casablanca Playa y el hostal Montsant en Cambrils, pero en ambos establecimientos estuvo igual de silencioso y huidizo. En el Montsant durmi¨® en la habitaci¨®n 14. En la 15 se alojaron el mismo d¨ªa un tal Ugur Uygan, al parecer turco, y una mujer, que, pese al calor que hac¨ªa, pidieron una manta a Antonio Jos¨¦ B., la persona que atend¨ªa la recepci¨®n. La polic¨ªa sigue la pista de este ciudadano turco.
El d¨ªa 17, un hombre de cara redonda, grueso y algo calvo se present¨® en el departamento de atenci¨®n al cliente del parque Port Aventura, en Salou (Tarragona), y dijo que 's¨®lo pod¨ªa estar cuatro horas y que buscaba emociones fuertes'. Hablaba en ingl¨¦s y le acompa?aban otras dos personas 'muy bien vestidas' y de rasgos ¨¢rabes. Los trabajadores lo reconocieron como Marwan al Shehhi, el emirat¨ª de 23 a?os, hijo de un imam, que estrellar¨ªa el segundo avi¨®n contra la Torre Sur.
El 19 de julio, Atta regres¨® a Madrid y se detuvo en el kil¨®metro 12,700 de la N-II para llenar de gasolina el dep¨®sito de su coche. Aunque estamp¨® su firma en un recibo de su Visa, ni Luis Felipe, ni Esteban ni Carmen, el encargado y los expendedores de la gasolinera, lo recuerdan. Horas despu¨¦s regres¨® a EE UU desde el aeropuerto de Madrid-Barajas. Nadie m¨¢s ha podido acreditar su encuentro con los terroristas suicidas que visitaron Espa?a poco antes del 11-S, pese a que Bin al Shibh, el coordinador del atentado, regres¨® de nuevo a Madrid el 5 de septiembre, cinco d¨ªas antes del ataque.
La polic¨ªa ha recibido decenas de llamadas de personas que aseguran haberse tomado un caf¨¦ junto al egipcio de mirada penetrante que conmocion¨® al mundo, pero s¨®lo 23 han podido acreditarlo. Tal vez Mar¨ªa ?ngeles S., la sevillana que le atendi¨® en el aeropuerto de Barajas, no lo olvidar¨¢ nunca.
Ma?ana, martes, tercer cap¨ªtulo de la serie: Espa?a, retaguardia de Al Qaeda.
Ma?ana, martes, tercer cap¨ªtulo de la serie: Espa?a, retaguardia de Al Qaeda.
Las lagunas de la cita en Tarragona
Ramzi Bin al Shibh, coordinador del atentado, ha confirmado a la televisi¨®n ¨¢rabe Al Yariza, en un programa emitido la semana pasada, que los ¨²ltimos flecos de la acci¨®n terrorista se decidieron en un reuni¨®n celebrada en Espa?a el verano de 2001.
La cumbre de los pilotos suicidas del 11-S en Tarragona, desvelada por este diario el pasado mes de julio, ha despertado el inter¨¦s y la curiosidad de todos los servicios de inteligencia del mundo, en especial del FBI, a cuyos mandos han facilitado la Polic¨ªa y la Guardia Civil toda la informaci¨®n recogida durante un a?o de intensa investigaci¨®n que no ha concluido y que est¨¢ plagada de lagunas e interrogantes.
A la presencia constatada de Mohamed Atta, jefe del comando que estrell¨® el avi¨®n del vuelo AA 11 de American Airlines contra la Torre Norte, y de Ramzi Bin al Shibh, coordinador del atentado, se ha sumado la de Marwan al Shehhi, el piloto que estrell¨® el segundo avi¨®n contra la Torre Sur, reconocido por varios testigos en el parque Port Aventura, y ahora la de Ziad Yarrah, el liban¨¦s que guiaba el vuelo que se estrell¨® en Pensilvania y al que una testigo asegura haber reconocido en el aeropuerto de Madrid-Barajas.
Bin al Shibh, una de las dos personas vivas que podr¨ªa relatar c¨®mo se organiz¨® el ataque, ha revelado a Al Yazira que al impetuoso Yarrah le bautizaron durante esa cumbre como Tarik, el conquistador de Andaluc¨ªa en el siglo VIII. Pero ni Marwan ni Ziad dejaron rastro en ning¨²n hotel.
Pese la reconstrucci¨®n de sus viajes y a la declaraci¨®n de los testigos, la reuni¨®n de Atta y sus hombres en la costa espa?ola est¨¢ llena de espacios en blanco. ?D¨®nde durmi¨® Atta desde el d¨ªa 9 de julio, en qu¨¦ lleg¨® a la costa, hasta el 13 que apareci¨® en el hotel San Jordi de Tarragona? ?D¨®nde se aloj¨® Ramzi Bin Al Shibh y su enigm¨¢tico acompa?ante desde el d¨ªa que descansaron en el hotel M¨®nica de Cambrils hasta el 16 que regres¨® el yemen¨ª a Hamburgo (Alemania)? ?Tuvieron el apoyo local de alg¨²n miembro de Al Qaeda que les prest¨® una vivienda en el campo para charlar durante d¨ªas y atar los ¨²ltimos cabos sueltos del atentado? ?Qui¨¦nes eran los ¨¢rabes de los asientos pr¨®ximos a Bin al Shibh cuando regres¨® en avi¨®n a Alemania?
Los agentes de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n, que llevan un a?o tras la pista de Atta y Bin al Shibh, reconocen la falta de respuestas a estas y otras preguntas. 'Hay muchos espacios en blanco que no hemos logrado llenar todav¨ªa. Esta investigaci¨®n se prolongar¨¢ mucho, quiz¨¢s durante a?os', reconoce uno de los agentes.
Bin al Shibh, que seis d¨ªas antes del atentado regres¨® a Madrid, envi¨® en agosto fuertes cantidades de dinero a los suicidas para llevar a cabo el ataque.
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