Vel¨¢zquez-Manet, una pasi¨®n
Museo de Orsay 62, rue de Lille. Par¨ªs Desde el 17 de septiembre hasta el 13 de enero de 2003
El 14 de septiembre de 1865, ?douard Manet le escribe a su amigo Charles Baudelaire que Diego Vel¨¢zquez 'es el mayor pintor que jam¨¢s ha existido'. Pocos d¨ªas antes, a su colega de pinceles Fantin-Latour, le aseguraba que 'Vel¨¢zquez, ¨¦l s¨®lo, ya merece el viaje a Madrid'. Seg¨²n Manet, el retrato del buf¨®n Pablo, obra del pintor sevillano, incluye 'el fragmento de pintura m¨¢s sorprendente que nunca se ha hecho' y que no es otro que 'el aire que rodea a ese buen hombre vestido de negro'.
MANET/VEL?ZQUEZ. LA MANI?RE ESPAGNOLE AU XIX?ME SI?CLE
MANET/VEL?ZQUEZ. LA MANI?RE ESPAGNOLE AU XIX?ME SI?CLE Museo de Orsay 62, rue de Lille. Par¨ªs Desde el 17 de septiembre hasta el 13 de enero de 2003
El cat¨¢logo que publica el parisino Museo de Orsay con motivo de Manet/Vel¨¢zquez. La mani¨¨re espagnole au XIX¨¨me si¨¦cle, exposici¨®n que luego ir¨¢ al Metropolitan de Nueva York, se abre con un art¨ªculo de Gary Tinterow que habla de 'Rafael suplantado: el triunfo de la pintura espa?ola en Francia'. El hecho es que los artistas llegaron despu¨¦s que los militares, pero aqu¨¦llos supieron aprovechar para su pa¨ªs lo que Napole¨®n y sus mariscales s¨®lo dome?aron durante un breve periodo. El n¨²mero de telas que las huestes invasoras se llevaron para Francia fue enorme. En 1813, Jos¨¦ Bonaparte organiza el expolio, de la misma manera que el mariscal Soult monta sus env¨ªos o el experto Dominique Vivan Denon hace una buena selecci¨®n -Ribera, Vel¨¢zquez, Murillo, Zurbar¨¢n, etc¨¦tera- para ese Louvre que dirige desde que demostrara en Egipto su talento para el pillaje. Luego, una vez hundido el imperio, en 1814, los negociadores espa?oles logran la restituci¨®n inicial de 230 cuadros a los que se sumar¨¢n otros 48 un a?o m¨¢s tarde. En 1941, en un acuerdo entre Franco y P¨¦tain, a¨²n asistiremos a nuevos viajes de telas, s¨®lo que ahora en t¨¦rminos de intercambio.
La ocupaci¨®n francesa y la consiguiente guerra de la Independencia descubren la pintura espa?ola a los franceses que antes s¨®lo sab¨ªan de ella a trav¨¦s de algunas obras de Ribera o Vel¨¢zquez vistas gracias al peregrinaje ritual a Roma. Y la descubren gracias a exposiciones en Par¨ªs, y la llamada 'galer¨ªa espa?ola' del Louvre que crea Louis Phillippe y que dura poco m¨¢s de diez a?os, pues los herederos del rey recuperan las 400 telas para venderlas en Londres en 1953. Durante esos diez a?os, Murillo encabeza todas las listas de demandas de copistas, con 597 solicitudes, seguido por un Corregio -146-, un Tiziano y un Rafael -ambos con 130- y las 97 demandas de Vel¨¢zquez. En total, los cuatro pintores espa?oles representados son mucho m¨¢s apreciados que los 66 italianos.
Ese entusiasmo por Murillo tiene otra explicaci¨®n que la mera admiraci¨®n art¨ªstica: Francia estaba embarcada en un proceso de recristianizaci¨®n tras el periodo revolucionario y necesitaba llenar de nuevo los altares de im¨¢genes piadosas y Murillo aportaba una sorprendente mezcla de realismo e idealizaci¨®n. Para Manet, en cambio, Vel¨¢zquez no es una opci¨®n ideol¨®gica sino t¨¦cnico-est¨¦tica. Adem¨¢s, su contacto con el pintor se hace al margen de los emplazamientos can¨®nicos, es decir, de los muros de las iglesias o palacios para los que hab¨ªan sido concebidos, lejos de las ventanas que deb¨ªan iluminarles, al margen pues de un entorno que aportaba un plus del que las obras se ven privadas en el museo. Y Manet comprende enseguida que Vel¨¢zquez es el pintor de los pintores, alguien que logra que 'al lado de los suyos, todos los retratos parezcan pinturas cuando ¨¦l logra captar la naturaleza misma'.
La exposici¨®n, que ha sido
posible gracias a la colaboraci¨®n del Museo del Prado -presta cuatro obras mayores de Vel¨¢zquez-, no s¨®lo restituye la historia de la admiraci¨®n de Manet por Vel¨¢zquez, una admiraci¨®n que le lleva a incorporar sus ense?anzas en telas como L'enfant ¨¤ l'¨¦p¨¦e, Philosophe o Combat de taureaux, sino tambi¨¦n el c¨®mo unas escuelas pict¨®ricas -las de Sevilla, Castilla, Valencia, Granada o C¨®rdoba- desti?en sobre artistas como Delacroix, Millet, Carolus Duran, Courbet, Degas, Corot, Daumier o Bonvin. Sus pinturas se exponen puestas en relaci¨®n con los modelos, que a veces son el mismo Vel¨¢zquez y en otras oportunidades son monjes de Zurbar¨¢n, 'caprichos' de Goya, pobres y v¨ªrgenes de Murillo, cuerpos desollados o rostros llenos de arrugas como los que pinta Ribera, o de apariciones estilizadas y reales como la de la Virgen ante san Ildefonso en la versi¨®n propuesta por el Greco y que tanto admirara Millet y que justifica que se criticase 'a quienes s¨®lo han sabido ver en la pintura espa?ola materialismo potente y grosero, tanto pl¨¢stico y t¨¦cnico cuando es la que contiene una mayor dosis de espiritualidad'.
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