El reflejo de Turner en el mar
Fundaci¨®n Juan March Castell¨®, 77. Madrid Desde el 20 de septiembre hasta el 19 de enero de 2003
En Turner y el mar. Acuarelas de la Tate se exhiben 70 obras -entre las que hay tambi¨¦n un par de ¨®leos y nueve grabados a partir de acuarelas- del c¨¦lebre paisajista ingl¨¦s, nacido en Londres en 1775 y fallecido en esta misma ciudad en 1851. El comisario de la muestra, Ian Warrell, conservador de la Tate, ha hecho una selecci¨®n tem¨¢tica, a partir de un asunto crucial para Turner y de su t¨¦cnica pict¨®rica m¨¢s apreciada, pero el gran m¨¦rito consiste en elegir sobre el fabuloso legado que el pintor hizo a su pa¨ªs natal, consistente en unos ?19.000 dibujos! y 200 telas.
TURNER Y EL MAR. ACUARELAS DE LA TATE
Fundaci¨®n Juan March Castell¨®, 77. Madrid Desde el 20 de septiembre hasta el 19 de enero de 2003
Bastante pol¨¦mico durante su dilatada existencia, que, como artista, se alarg¨® al darse a conocer p¨²blicamente muy pronto, con apenas 17 a?os, la popularidad de Turner se fragu¨® con el paso del tiempo y, sobre todo, estuvo muy unida al ¨¦xito de los impresionistas, que lo consideraron como uno de sus principales maestros. Tambi¨¦n ha influido e influye en esta aceptaci¨®n masiva entusiasta de Turner por parte del p¨²blico contempor¨¢neo, la naturaleza espectacular de sus obras, cuyo efectismo grandilocuente en la composici¨®n de sus paisajes, dominados por dram¨¢ticas luces rasantes y escorzadas todav¨ªa asusta a la sensibilidad ponderada de algunos cr¨ªticos e historiadores del siglo XX.
Hijo de un modesto barbero
y de una arp¨ªa, que tuvo que terminar su vida en un manicomio, Joseph Mallord William Turner fue un genio precoz, de formaci¨®n art¨ªstica pr¨¢cticamente autodidacta. Dotado de una imaginaci¨®n desbordada, muy en la l¨ªnea del romanticismo m¨¢s exaltado, pero, a la vez, un trabajador infatigable, al que su misantrop¨ªa convirti¨® en un solitario que no viv¨ªa sino para pintar, Turner dej¨® una producci¨®n gigantesca, que ni su forma descuidada de aplicar la t¨¦cnica, sus locos experimentos, ni, a¨²n peor, su incuria para amontar sus cuadros y dibujos al desgaire en cualquier rinc¨®n, han podido mermar de forma significativa. Aunque, como antes apunt¨¦, Turner ya exhib¨ªa su obra desde los 17 a?os, su estilo m¨¢s personal no se fragu¨® hasta aproximadamente 1800, cuando centr¨® su punto de mira art¨ªstico en los antiguos maestros del paisaje, como Claudio Lorena, y los holandeses, pero tambi¨¦n en los efectos pictoricistas fosforescentes del entonces reci¨¦n redescubierto Rembrandt.
De todas formas, fueran cuales fueran sus principales gu¨ªas art¨ªsticos, entre lo que hay que obviar a los maravillosos paisajistas brit¨¢nicos del XVIII y comienzos del XIX, Turner es inseparable de su personal¨ªsima pasi¨®n, que no se limitaba a nutrirse de im¨¢genes enso?adas, sino de experiencias reales. Quiero decir que Turner no s¨®lo recorri¨® una buena parte de Europa occidental, recalando varias veces en Italia, entonces la tierra de promisi¨®n del arte brit¨¢nico, sino que era un ¨¢vido, incansable y obsesivo observador de la naturaleza, en especial, cuando ¨¦sta se manifestaba como una indomable fuerza desatada. En este sentido, obsesionado por la luz, encontr¨® en el mar el mejor espejo multiplicador de los efectos m¨¢s sorprendentes, a la vez que el horizonte infinito m¨¢s descomunal, cambiante e intimidador. Su estilo caracter¨ªstico tuvo su primer impulso, seg¨²n su propio testimonio, gracias a la revelaci¨®n de las luces de Italia, que le hicieron comprender que, a partir de ellas, se pod¨ªan definir todos los valores de un paisaje, pero, imbuido por este frenes¨ª luminoso, progresivamente, convirti¨® el espasmo luminoso en un disolvente de todo, salvo el restante vapor de una atm¨®sfera agitada y parpadeante, que preludia la abstracci¨®n.
Uno de los puntos de mayor inter¨¦s de la presente convocatoria consiste en que se centre en las acuarelas de Turner, pero no s¨®lo porque no han sufrido tanto comos su ¨®leos, sino porque ah¨ª resplandecen sus mejores cualidades art¨ªsticas. Por lo dem¨¢s, es tal la facundia creativa de Turner que raramente usaba las acuarelas de forma subsidiaria, sino que poseen un inter¨¦s propio, ya que reflejan casi siempre experiencias o experimentos ¨²nicos, y, a pesar de su n¨²mero, est¨¢n provistas de una frescura y una espontaneidad admirables. De temperamento y sensibilidad rom¨¢nticos, la visi¨®n del paisaje de Turner fue, sin embargo, un modelo muy estimulante para Monet y Pissarro, y, en general, un eslab¨®n decisivo para el desarrollo de la pintura contempor¨¢nea.
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