El laboratorio Bola?o
En la obra de Roberto Bola?o (Santiago de Chile, 1953), la impresi¨®n de facilidad es n¨ªtida, casi indiscutible. Donde tantos colegas suyos se esfuerzan en armar una trama apenas convincente para a continuaci¨®n persuadir (y persuadirse) de que el resultado no muestra debilidad argumental sino reticencia ontol¨®gica, Bola?o no parece tener ninguna dificultad en encontrar y desarrollar argumentos. Y lo hace de una manera tan fluida que enga?osamente podr¨ªa tomarse como natural. Una manera, no obstante, en absoluto decimon¨®nica: ni su destreza es ingenua, ni su utilizaci¨®n de los recursos autocomplaciente. De hecho, puede decirse que Bola?o ha construido un sistema tan sencillo como f¨¦rreo de hacer ficci¨®n.
AMBERES
Roberto Bola?o. Anagrama. Barcelona, 2002 119 p¨¢ginas. 9,50 euros
Dentro de este sistema, ?c¨®mo enfocar Amberes, novela escrita en 1980 pero publicada 22 a?os m¨¢s tarde? En la p¨¢gina 54 lo sugiere la propia voz del narrador. Cabe leerla como una 'respiraci¨®n inmadura en donde a¨²n es dable encontrar asombro, juego, perversi¨®n, pureza': es la novela donde, a partir de una proverbial b¨²squeda de muchacha pelirroja y misteriosa, con crimen incluido y retorcida sordidez barcelonesa de carretera de Casteldefells en oto?o, se puso en marcha, de manera el¨ªptica, alusiva, fragmentaria, el laboratorio de Bola?o. En Amberes hay una voluntad de trabajar con lo fragmentario de la tradici¨®n narrativa; da la impresi¨®n de que la elaboraci¨®n tiene que ver con un lirismo del que el narrador no quiere desprenderse.
En las obras posteriores, en
cambio, el trabajo sobre lo fragmentario se someter¨¢ a un principio econ¨®mico y casi universal, que est¨¢ todav¨ªa ausente en Amberes. Se trata de la explotaci¨®n obsesiva de un ¨²nico motivo cl¨¢sico: el motivo del doble, y, sobre todo, del doble del artista. Disfrazado de cat¨¢logo ap¨®crifo en otra de sus primeras obras -la literatura nazi en Am¨¦rica- o de relatos con detectives, espionaje, venganza y hasta necrofilia, el motivo del doble, al que Bola?o infunde una pasi¨®n irrefrenable, pone en marcha un mecanismo que no admite ni necesita ning¨²n otro para que sus textos fluyan. No hacia un final -los finales de Bola?o son h¨¢biles interrupciones moment¨¢neas de la m¨¢quina de narrar-, sino hacia la pregunta por esa pr¨®xima m¨¢scara que en la escena vertiginosa del encuentro diferido con el doble se convertir¨¢ en pr¨®xima novela. No es una novedad: el escritor en pugna con otro escritor estaba en muchos de los cuentos de Henry James, de quien salen casi todas las elaboraciones est¨¦ticas de la vida literaria en la novela del siglo XX. Mientras que el escritor convertido en personaje se hizo popular en la literatura latinoamericana a partir de Triste, solitario y final (1973), de Osvaldo Soriano, a quien Bola?o menciona.
La peculiaridad reside en otra parte: en la voluntad de convertir este motivo en la figura por antonomasia de la vida literaria y, a continuaci¨®n, transformar esa vida literaria en la expresi¨®n m¨¢s abarcadora posible de la vida. No obstante, Bola?o no cae casi nunca en la exaltaci¨®n kitsch del creador tal como la proponen las versiones m¨¢s exaltadas y menos exactas del romanticismo libresco. La trama de la vida literaria es precisa, temporal y espacialmente posee un centro imposible pero verdadero, que es Chile, con sus poetas sat¨¦lites, sus mediocres, sus grandes y la sombra terrible de Neruda sobre todos ellos. Y en los exteriores de ese centro imposible est¨¢n los relatos de Bola?o posteriores a Amberes, armando con invectivas, cruces amorosos o encuentros sensacionalistas una novela familiar: la novela de la literatura chilena, dentro de la cual caben todas las otras patrias.
Pero Amberes es anterior al sistema: ostenta una libertad peligrosa y ef¨ªmera, enf¨¢tica y aislada; es, todav¨ªa, la novela vitalista de un seductor. La voz tiene un melanc¨®lico vigor masculino, del que Bola?o consigui¨® desprenderse m¨¢s tarde: no hay nada de eso en las diestras y arborescentes b¨²squedas literarias de s¨ª mismo en toda su obra posterior. Tras Amberes, su doble ya no ser¨¢ Dorian Gray; su doble ser¨¢ Chile.
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