La paradoja de Scirea

Mario Scirea es un gigante de 1,94 metros. Es un especialista de 38 a?os (de la generaci¨®n de Indurain) que entr¨® al servicio de Mario Cipollini en 1996. S¨®lo trabaja cuando trabaja su jefe y no muchos m¨¢s metros tampoco. Es un pensador de su oficio, que no es otro que el de locomotora. Cuando queda kil¨®metro y medio, o as¨ª, para la meta se pone al frente del pelot¨®n, se exprime a la m¨¢xima potencia durante 800 metros, mientras a su espalda el pelot¨®n se enfila a 60 por hora. Cumplido su trabajo, se aparta a un lado y observa complacido c¨®mo su compa?ero Daniele Bennati, un potent¨ªsimo joven, toma el relevo hasta que a 300 metros le llega el turno al pen¨²ltimo vag¨®n del tren, el sprinter Giovanni Lombardi reducido al papel de ¨²ltimo lanzador. A 150 metros se retira y ya s¨®lo es asunto de un aceler¨®n m¨ªnimo para que Cipollini, que llega rozando la rueda de Lombardi, levante los brazos y se anote otra victoria. Ayer, en M¨¢laga, tras 50 kil¨®metros de autov¨ªa cuesta abajo y casi tres de recta final que facilitaron la tarea de los velocistas, Cipollini, el imbatible, logr¨® su tercera victoria en esta Vuelta (100% en los sprints disputados) despu¨¦s de que la maquinaria funcionara a la perfecci¨®n, o casi.

Nadie los interrumpe, nadie interfiere, nadie intenta introducir un grano de arena en el engranaje, y hay quien dice que es por temor a Supermario, al que pintan como un capo mafioso, o as¨ª. 'He tenido miedo de no ganar', dijo Cipollini. 'Porque hemos empezado a trabajar muy pronto y porque Scirea, que normalmente se retira a 700 metros lo ha hecho en el arco del kil¨®metro. Menos mal que Bennati ha mejorado, ha sido progresivo y no explosivo y ha aguantado la velocidad'. Es una explicaci¨®n. Otra forma de contarlo es la que utiliza el propio Scirea, el pensador de la paradoja que lleva su nombre. 'Somos el ¨²nico equipo que trabaja el sprint', dice. 'Los dem¨¢s sprinters, nos dejan organizar nuestro tren porque s¨®lo piensan en aprovecharse de nuestro trabajo. Pero se pegan entre ellos para colocarse a rueda de Cipollini, y ah¨ª est¨¢ la paradoja: sin su interferencia trabajamos con m¨¢s orden y tranquilidad, trabajamos para ellos, o eso se creen, porque luchando por ponerse a nuestra rueda se desgastan y se quedan sin fuerzas para el ¨²ltimo tir¨®n'.