El futuro de la sociedad es el presente de la educaci¨®n
Entre quienes han reflexionado sobre la educaci¨®n en nuestra ¨¦poca destaca brillantemente la alemana de origen jud¨ªo Hannah Arendt. El periodo convulso en el que le toc¨® en suerte vivir y pensar -la Alemania anterior a la Segunda Guerra Mundial, la guerra, la Europa de posguerra- destaca a¨²n m¨¢s, si cabe, el enorme valor de una de sus muchas afirmaciones, aparentemente muy sencilla: que la educaci¨®n se sit¨²a 'entre el pasado y el futuro', entre la estabilidad y el cambio, entre la tradici¨®n y la innovaci¨®n.
Ese car¨¢cter de la educaci¨®n, tan consustancial a la propia realidad educativa como el tiempo para los relojes, no puede ser ajeno a las pol¨ªticas de educaci¨®n: debe condicionar y, a la vez, orientar el desarrollo de cualquier reforma educativa que quiera estar a la altura de los tiempos, porque la educaci¨®n es, de alguna manera, el 'lugar' donde las sociedades y las culturas se juegan lo que son y lo que quieren ser. No es casual que Hannah Arendt incluyera sus consideraciones sobre la educaci¨®n, junto a las que dedic¨® a la memoria, a la imaginaci¨®n y a la capacidad de juicio, en el proyecto filos¨®fico, m¨¢s vasto, de toda una reflexi¨®n acerca de la entera cultura humana.
Como el paso del tiempo en la maquinaria de los relojes, las reformas educativas, en pol¨ªtica, no se improvisan. Por eso, y con el fin de conjugar acertadamente lo que permanece y lo que cambia -el ritmo permanente de las horas con la novedad irrepetible de cada una de ellas-, los pa¨ªses deben adecuar peri¨®dicamente sus sistemas educativos. Necesitan hacerlo, para preservar lo valioso del pasado, para responder a los desaf¨ªos del presente y para preparar el futuro. Para adaptarse, en fin, a las caracter¨ªsticas de contextos sociales, culturales y econ¨®micos que cambian: hoy, adem¨¢s, lo hacen m¨¢s velozmente que nunca antes.
Espa?a no es una excepci¨®n. Nuestro pa¨ªs se halla en el momento decisivo de definir un nuevo marco normativo en materia de educaci¨®n; dicho marco, a la vez que quiere consolidar nuestros avances hist¨®ricos, desea tambi¨¦n colmar las carencias de nuestro sistema educativo que los an¨¢lisis nacionales e internacionales han puesto reiteradamente de manifiesto, y mejorar la preparaci¨®n para el futuro de las nuevas generaciones de espa?oles.
Por eso, el Proyecto de Ley de la Calidad de la Educaci¨®n se orienta hacia el logro de dos objetivos fundamentales: el primero de ellos es la integraci¨®n de todos en la calidad. En este sentido, he dicho muchas veces que la ley no pretende otra cosa que convertir el sistema educativo en un sistema de oportunidades educativas de calidad para todos.
El segundo objetivo consiste en prevenir y combatir el fracaso escolar, fomentando y estimulando la presencia efectiva de nuestros adolescentes en el sistema educativo, de tal manera que logren alcanzar los conocimientos b¨¢sicos establecidos para la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria, y obtener la titulaci¨®n correspondiente.
Calidad y equidad: la moraleja de aquella vieja historia, seg¨²n la cual m¨¢s vale ense?ar a alguien a pescar que darle un pez, resulta, tambi¨¦n aqu¨ª, muy ilustrativa: se puede dar a cada uno un pescado, pero es mejor ense?ar a pescar a todos, y s¨®lo desde un concepto estrecho y sin perspectiva de futuro de la equidad -un hombre, un pez- puede considerarse lo segundo menos justo que lo primero. Ense?ar a pescar a todos es ofrecer m¨¢s condiciones para una mejor formaci¨®n; significa crear un conjunto de oportunidades de formaci¨®n que permitan, simult¨¢neamente, una mayor integraci¨®n de todos. Significa, en suma, hacer del sistema educativo una red flexible de oportunidades en la que todos y cada uno puedan encontrar un futuro de calidad.
La ampliaci¨®n de la obligatoriedad de la educaci¨®n b¨¢sica desde los catorce a los diecis¨¦is a?os supuso un paso de gigante en la direcci¨®n de la equidad; hoy, es necesario dar un nuevo impulso, que permita generalizar la educaci¨®n infantil desde los tres a?os en todo el territorio espa?ol; que ampl¨ªe, de forma efectiva, las oportunidades de educaci¨®n y formaci¨®n; y que alcance los objetivos que se persiguen cuando se cursan estudios: hoy, uno de cada cuatro alumnos no alcanza esos objetivos.
El valor trascendental de la educaci¨®n para las vidas individuales y para el futuro com¨²n de las sociedades, que gui¨® con tanto fruto las reflexiones de Hannah Arendt y de tantos otros, tiene una importancia radical en la infancia. Mientras somos ni?os, nos iniciamos, pero no somos lo que queremos y decidiremos ser; somos m¨¢s bien lo que la educaci¨®n y la cultura hacen de nosotros mientras no tenemos a¨²n desarrollada toda nuestra capacidad de pensar y elegir. La progresiva escolarizaci¨®n inicial, con el doble horizonte de la adaptaci¨®n a la instituci¨®n escolar y de la mejora del rendimiento en las etapas posteriores constituye una ganancia irrenunciable, particularmente en el caso de ni?os procedentes de medios familiares desfavorecidos. Por ello, el proyecto de ley declara gratuita, con todas sus consecuencias, la etapa educativa comprendida entre los tres y los seis a?os.
En los tramos superiores del citado intervalo los indicadores internacionales de educaci¨®n muestran la existencia de notables carencias en nuestro sistema educativo, que la actual ordenaci¨®n no ha sido capaz de corregir.
Es un hecho, y muy doloroso, que m¨¢s de la cuarta parte de nuestros alumnos abandonan el sistema escolar sin la titulaci¨®n m¨¢s b¨¢sica, la de Graduado en Educaci¨®n Secundaria Obligatoria, sin apenas cualificaci¨®n y, por tanto, con escasas posibilidades de acceder en el futuro a los beneficios que reporta lo que se ha venido en llamar 'educaci¨®n a lo largo de toda la vida'. Adem¨¢s, la tasa de alumnos que cursan ense?anzas secundarias postobligatorias est¨¢ significativamente por debajo de la media de los pa¨ªses de la OCDE. Ambas circunstancias no son independientes, y corrigiendo la primera conseguiremos tambi¨¦n mejorar la segunda.
De las diferentes medidas contenidas en el proyecto de ley y orientadas a paliar estas palmarias deficiencias, cabe centrar la atenci¨®n en los avances que comportar¨¢n los programas de iniciaci¨®n profesional. Su intenci¨®n es, precisamente, integrar al mayor n¨²mero posible de alumnos en el sistema reglado y permitirles en el futuro transitar por ¨¦l; facilitarles, a un tiempo, la cualificaci¨®n -y su reconocimiento profesional-, y la titulaci¨®n b¨¢sica de Graduado en Educaci¨®n Secundaria Obligatoria; y ofrecerles, en fin, una soluci¨®n adaptada al grueso problema de la llamada 'objeci¨®n escolar'.
Una de las insuficiencias que presenta la actual f¨®rmula de Programas de Garant¨ªa Social estriba en su condici¨®n de programas 'fin de trayecto', que sit¨²an a los alumnos que los cursan fuera del sistema reglado, y les ofrece escasas posibilidades reales de integrarse en ¨¦l. Cuando el nuevo sistema est¨¦ plenamente implantado, esperamos ver reducida, en no menos de 10 puntos porcentuales, la tasa de alumnos que abandona el sistema sin ninguna titulaci¨®n.
El panorama de futuro que la sociedad del conocimiento traslada a la educaci¨®n hace imprescindible incrementar la capacidad de nuestro sistema educativo para facilitar una educaci¨®n y una formaci¨®n de calidad. De nuevo, los an¨¢lisis internacionales nos indican que, en lo que concierne a la calidad de los resultados, Espa?a debe mejorar. Estamos ante una cuesti¨®n no s¨®lo estrat¨¦gica: estamos ante una cuesti¨®n trascendental, que condicionar¨¢ el progreso de los ciudadanos y que afecta a nuestro desarrollo econ¨®mico y a nuestra cohesi¨®n social.
El Proyecto de Ley de Calidad se propone mejorar los resultados de los alumnos y el rendimiento del sistema educativo, en su conjunto, desarrollando una amplia serie de actuaciones que, en lo esencial, se articulan en torno a cinco ejes.
El primero de ellos, es la revalorizaci¨®n del esfuerzo y de la exigencia personal, mediante la eliminaci¨®n de la llamada 'promoci¨®n autom¨¢tica' de un curso al siguiente y el establecimiento de la Prueba General de Bachillerato. Como es evidente, ello exige que las nuevas generaciones se 'socialicen' en algo por lo dem¨¢s tan b¨¢sico como la conciencia de que es necesario esforzarse para aprender. Por eso resulta necesario revisar el paso de un curso a otro: y porque lo propio de los seres humanos no es simplemente 'saber'; es, sobre todo, 'saber que se sabe y saber lo que se sabe': eso es lo que la misma Arendt, con toda la tradici¨®n filos¨®fica, llam¨® capacidad de reflexionar y capacidad de hacer juicios, de poseer criterios y, por tanto, de ser libres.
El segundo eje es el de la orientaci¨®n expl¨ªcita del sistema educativo tambi¨¦n hacia los resultados, mediante una mejor ordenaci¨®n de los procesos de evaluaci¨®n de los alumnos, de los profesores, de los centros y del sistema educativo en su conjunto. El tercero lo constituye la definici¨®n de una red amplia y flexible de oportunidades que se adapte a las diferencias individuales de aptitudes, necesidades, intereses y ritmos de maduraci¨®n, justamente para no renunciar al logro de resultados de calidad para todos.
Un cuarto eje lo forma la mejora de la consideraci¨®n social del profesorado: si la educaci¨®n se sit¨²a entre el pasado y el futuro, los que se dedican profesionalmente a ella tienen una enorme responsabilidad, que debe ser reconocida con una justicia lo m¨¢s exacta posible. La nueva ley reforzar¨¢ el sistema de formaci¨®n inicial, mejorar¨¢ la formaci¨®n continua y articular¨¢ una carrera profesional en la que evaluaci¨®n, formaci¨®n y progresi¨®n tengan cabida de un modo integrado. Por ¨²ltimo, el quinto eje de la ley refuerza la autonom¨ªa de los centros educativos, potenciando y clarificando los sistemas de direcci¨®n y gobierno, y los de control y participaci¨®n.
Hoy, apenas existen pa¨ªses, sociedades y culturas aisladas: la primera experiencia de quien viaja a otro pa¨ªs es que los seres humanos, aunque tengamos biograf¨ªas individuales y sociales distintas, compartimos problemas y realidades comunes. Esa experiencia resulta especialmente clara en nuestro ¨¢mbito propio, el de la Uni¨®n Europea. En Europa, la tendencia propia de la globalizaci¨®n a romper tiempos y reducir distancias se hace mucho m¨¢s intensa, e implica a la movilidad de la informaci¨®n, del conocimiento y de las personas.
En ese contexto, el sistema educativo no puede cerrarse sobre s¨ª mismo y su apertura se ha convertido, en el tiempo presente, no s¨®lo en un nuevo factor de calidad, sino en una necesidad: ampliar la red de oportunidades de calidad para todos, subrayar la importancia del esfuerzo y de una mayor relaci¨®n entre calidad y evaluaci¨®n constituyen elementos presentes en todas las orientaciones de las reformas educativas que se est¨¢n llevando a cabo en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea.
El Proyecto de Ley de Calidad de la Educaci¨®n pretende incidir en este punto no s¨®lo mejorando las competencias de comunicaci¨®n de nuestros alumnos en otras lenguas, sino promoviendo, impl¨ªcitamente, una homologaci¨®n de objetivos b¨¢sicos del sistema, de conformidad con los compromisos asumidos por los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n, en materia educativa, en la ¨²ltima cumbre de Barcelona.
Las ideas y las pol¨ªticas, para no quedarse en mera ret¨®rica, necesitan medios. Pero frente a la petici¨®n, a veces, cuando menos, apresurada, de m¨¢s recursos, conviene subrayar que la sociedad espa?ola ha realizado en los ¨²ltimos a?os un esfuerzo considerable por dedicar m¨¢s y mejores recursos a la educaci¨®n. De hecho, el gasto total en educaci¨®n ha pasado de 27 millones de euros en 1996 a casi 39 millones en 2002. En lo que se refiere al gasto p¨²blico, esto supone un incremento de 41% en pesetas corrientes o 19,5% en pesetas constantes. Este esfuerzo se hace m¨¢s patente si consideramos que la tendencia creciente se mantiene aunque el n¨²mero de alumnos, como resultado del descenso de natalidad, sea menor: en la ¨²ltima d¨¦cada el gasto p¨²blico en educaci¨®n se ha incrementado en un 24,6% con un descenso del alumnado de un 12%. Esta relaci¨®n de mayor gasto con menos alumnos, que se ha intensificado desde 1996, sit¨²a a Espa?a en uno de los primeros puestos de la OCDE. Es esfuerzo de todos, del Estado, de las comunidades aut¨®nomas, de las familias... y, sobre todo, de cada contribuyente, que es de quien en ¨²ltimo t¨¦rmino proceden los recursos.
Por lo que se refiere a las implicaciones de gasto que pudiera tener el desarrollo de algunas de las medidas contempladas en este proyecto de ley, es obligado, a partir del nuevo r¨¦gimen de financiaci¨®n auton¨®mica -aprobado por todas las comunidades aut¨®nomas el pasado mes de diciembre-, que sea en el seno del Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera donde se eval¨²en los recursos adicionales necesarios. No hay que olvidar, a este respecto, que desde el mes de diciembre de 2000 todas las comunidades aut¨®nomas tienen transferidas las competencias en materia educativa no universitaria, con lo que implica de capacidad de decisi¨®n sobre inversi¨®n en educaci¨®n; todo esto subraya la idoneidad de que el tratamiento de las implicaciones econ¨®micas se haga en ese foro.
Los aludidos son los elementos inspiradores del Proyecto de Ley de Calidad de la Educaci¨®n. Con ella, con el impulso imprescindible del profesorado, con la cooperaci¨®n de las administraciones educativas y de los agentes sociales y econ¨®micos, con el apoyo de las familias, de los alumnos y de la sociedad, podremos conseguir, entre todos, nuevas metas de progreso para la educaci¨®n espa?ola.
Casi al mismo tiempo que Hannah Arendt afirmaba que la educaci¨®n se sit¨²a entre el pasado y el futuro, entre la tradici¨®n y la novedad, Samuel Beckett escrib¨ªa, con bastante menos optimismo sobre la condici¨®n humana que Hannah Arendt, una pieza teatral sobre un futuro inexistente, sobre un presente casi inm¨®vil, sobre una espera sin esperanza.
Quiz¨¢ gracias a los dos sabemos que el futuro no es algo que haya que esperar; que no podemos 'esperar' a que se presente, porque cuando el futuro se presenta, ya es tarde: el futuro se gana, y s¨®lo se gana apostando, con la necesaria reflexi¨®n y con responsabilidad pol¨ªtica, por la continua mejora del presente de nuestra educaci¨®n.
Pilar del Castillo es ministra de Educaci¨®n, Cultura y Deporte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Gasto p¨²blico
- Fracaso escolar
- Opini¨®n
- ESO
- Ley calidad ense?anza
- Financiaci¨®n
- Educaci¨®n secundaria
- Educaci¨®n preescolar
- Legislaci¨®n educativa
- Educaci¨®n primaria
- Rendimiento escolar
- Calidad ense?anza
- Pol¨ªtica educativa
- Legislaci¨®n espa?ola
- Ense?anza general
- Sistema educativo
- Finanzas p¨²blicas
- Finanzas
- Educaci¨®n
- Legislaci¨®n
- Justicia